Pegalajar es un pequeño pueblo de Jaén situado a tan solo 15 minutos de la capital. Su nombre significa "peña de la vega" y lo más representativo del lugar son las Cuevas de los Majuelos, que fueron habitadas hace más de 4.000 años. Es un pueblo en el que se hace mucho parapente y entre el 21 y 25 de mayo acogerá la Superfinal de la Copa del Mundo de este deporte.
Pero de Pegalajar no destaca solo el parapente o las cuevas. Su gastronomía también es importante. Fran Ramírez, músico y vecino de Pegalajar ha hablado sobre la pipirrana (así se llama a la ensalada típica), los papajotes (un dulce típico del pueblo) y del hornazo, que es lo más importante y contundente.
"La pipirrana lleva tomate, pimiento verde, pepino, ajo, aceite, se puede echar un huevo y lleva atún". Se hace en un "tornillo", un recipiente de madera típico de Pegalajar, ha explicado. Fran también ha contado cómo surgió su pasión por la música y por el trombón bajo. "De pequeño quería ser torero y tocar el trombón bajo, pero me dediqué por el trombón".
Aprovechando la visita a Pegalajar y las Cuevas de los Majuelos, ha participado en la conversación Antonio Ruiz, el jefe del restaurante del mismo nombre que la cueva. Lo fundó su padre y ahora se hacen cargo los dos. "Mi padre y mi tía decidieron montar el negocio, compraron la cueva a un pastor y la acondicionaron para que fuera habitable y pudiera utilizarse como cocina".
La cueva tiene una superficie de 600 metros cuadrados, 25 metros de altura y una terraza exterior de 300 metros. En cuanto al menú hay de todo: "menús más asequibles y menos más variados", así como "gastronomía local y platos que han pasado de generación en generación".

Concretamente, ha destacado el 'lomo de orza', "muy popular por el sur de España", 'angelicos' (masa de chorizo con aliño de allí), la pipirrana, paté de perdiz... "El aliño de los angelicos es ajo, pimiento, pimentón... Es cocina mediterránea de verdad, de toda la vida, lo que tenía la gente antes para tirar hacia adelante".
