Yo no diría que ha empezado la campaña de lanzamiento. Diría que coge carrerilla, porque la señora Díaz lleva mucho tiempo en el candelabro, que diría una ilustre pensadora.
Lo singular de su candidatura es que ella nunca la presentó formalmente, aunque hizo asomos como el de Valencia. La señora Díaz ha sido aupada por las encuestas que dicen quererla como las cámaras quieren a las estrellas de televisión. Y después los comentaristas le fuimos poniendo el pedestal bajo sus pies.
Estos días, por lo que se ve, está siendo la estrella buscada por los medios. Le piden entrevistas y las concede. Le piden posados y se deja. Y está en esa fase casi monárquica donde se habla tanto de sus vestidos como de sus ideas. Es lo que tiene dedicarse a la política y cambiar mucho de ropa.
Lo último que dijo es enigmático. Que regale su esquinita izquierdista al PSOE no sé si quiere decir que está dispuesta a militar en el Partido Socialista o a convertir la esquinita en una urbanización. Que diga que su oferta es transversal y añada que los partidos son percibidos como un obstáculo no sé si es una tentación del unipartidismo, pero en su pensamiento de militante PCE bulle algo parecido.
Y que saque los colores a su propio gobierno por imprevisión de la pandemia es todo un golpe para marcar distancias. Falta saber a qué personas acusa, que eso sería una gran clave, y falta saber si Pedro Sánchez lo recibe como un pellizco de monja o como un puñal.
