OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "¿Qué está pasando en Navarra?"

Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre la evolución de la pandemia en España y sobre las medidas restrictivas que se están adoptando para frenar la propagación del virus.

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Carlos Alsina

| 20.10.2020 08:24

Antes de anunciar ayer que Navarra queda confinada desde el jueves (primera comunidad autónoma que se cierra), la presidenta María Chivite dedicó un preámbulo largo a explicar lo mal que están las cosas en todos los países y lo bien que se están haciendo las cosas en Navarra.

No es una excepción la señora Chivite. Todos los gobiernos, al anunciar que aumentan las restricciones, insisten en que las medidas son correctas. Se están haciendo muchas pruebas de PCR, dijo ayer la presidenta, funcionan bien los rastreos y se notifican a tiempo todos los casos. Pero… la incidencia acumulada de Navarra lleva un mes subiendo y en el boletín de ayer alcanzó los 945 casos por cien mil habitantes. El triple que la media española. Casi el doble del umbral que Sanidad considera como de alto riesgo.

A ver, son las medidas más duras porque ninguna otra comunidad presenta una incidencia acumulada parecida. Hay poco motivo para presumir de severidad cuando tienes una situación pésima.

Antes de que usted se lo pregunte: si en Navarra no ha decretado el gobierno el estado de alarma es porque ningún tribunal ha tumbado el confinamiento perimetral que se ha anunciado. Que eso fue lo que sucedió en Madrid: había confinamiento en vigor de la ciudad pero el Tribunal Superior entendió que no estaba bien fundamentado.

El llamado confinamiento perimetral, que es limitar los movimientos entre Navarra y las comunidades vecinas, no es una medida encaminada a reducir los contagios dentro de Navarra (donde la movilidad no se toca) sino a proteger a las regiones vecinas de la llegada de personas que podrían estar contagiadas.

En Aragón, y en una semana, la incidencia ha pasado de 400 por cien mil a 509. El País Vasco, en una semana, de 190 a 350. La Rioja de 360 a 530. Los números, y sobre todo las tendencias, son claras. Y en casi todas partes son muy malas. Sólo Madrid, que alcanzó sus peores datos a primeros de mes, ha pasado de los 501 casos que Sanidad registró en su boletín de hace una semana a los 439 de ayer. Pero en conjunto, España empeora.

Al portavoz del ministerio, Fernando Simón, le cuesta tanto admitir que los números dicen lo que dicen que se buscó ayer esta fórmula de maquillaje verbal.

No es que evolucionemos todo lo bien, es que evolucionamos mal. En todos los indicadores. Si las medidas se están tomando a tiempo y se están aplicando los planes que el gobierno central y los gobiernos autonómicos pactaron, es obligado preguntarse, una vez más, qué es lo que falla. La respuesta de todos los gobernantes es la misma: nosotros. Falla la conciencia de los ciudadanos, la responsabilidad individual, el estar alerta para no contagiarnos. Pregunta siguiente: ¿con eso queda todo explicado? Y si es así, ¿qué es lo que toca, resignarnos?

A Fernando Simón le preguntaron ayer por el nuevo plan que empezó a filtrar la semana pasada el ministerio, esto de fijar cuatro niveles de alerta, por regiones, y establecer las restricciones automáticas. Estamos a veinte de octubre. La segunda ola empezó a finales de agosto. ¿Para cuándo dirían ustedes que estará listo este nuevo plan de alertas?

Respuesta: que a veinte de octubre no hay plan nuevo que valga. Y que todo lo que vienen publicando los medios, bebiendo en fuentes del ministerio, no viene a decir el ministerio que no vale nada.

"El Gobierno sigue predicando que el PP el debe sentarse a negociar con Campos"

El gobierno no tiene el menor interés en saber qué le parece al Consejo General del Poder Judicial su plan de encogimiento de la mayoría necesaria para elegir a los vocales (no tiene el menor interés en saber qué le parece ni al CGPJ ni a nadie). Pero… el Consejo del Poder Judicial se lo va a decir aunque nadie le pregunte. Para la próxima semana ha convocado el señor Lesmes un pleno en el que se debatirá sobre la reforma legal que pretende el gobierno (y cuya constitucionalidad pone en duda la mayoría de los jueces que se han pronunciado).

El gobierno, incapaz de guardar siquiera las apariencias, sigue predicando que es el PP el que debe sentarse a negociar con el ministro de Justicia porque, como dijo Sánchez, él, como poder ejecutivo, está ofreciendo un acuerdo. Él, como poder ejecutivo, no debería andar ofreciendo nada porque el poder ejecutivo carece de papel alguno en la renovación del Consejo del Poder Judicial. Y porque ha sido esta manera de conducirse siempre del PP y del PSOE lo que más ha contribuido a que el CGPJ sea visto como un órgano de cuotas: doce para mí, ocho para ti y tú ya cedes, si quieres, alguno de tus sillones a Convergencia, o a Podemos, o al PNV. ¿Y a Vox? Quienes predican que el Consejo debe ser el reflejo de la pluralidad del Parlamento estarán deseando que Vox coloque a algún juez próximo a sus planteamientos, ¿no?

Mañana empiezan los dos días de foco parlamentario sobre Santiago Abascal. La moción de censura de Vox contra Sánchez, Iglesias, Rufián, Casado y Arrimadas. Vox contra todos. El escenario ideal para un partido populista que presume de estar perseguido por el sistema. Podemos presumía de lo mismo (aún lo hace) y ahí lo tienes, disfrutando del enorme poder que tiene el poder ejecutivo.

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