EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: ¿Por qué nuestros anuncios nunca os emocionan?

Les voy a decir una cosa.

Al final hubo bastantes más anuncios en la final de la Superbowl que en el concierto para fans que Rajoy ofreció en Valladolid.

ondacero.es

Madrid | 03.02.2014 20:12

Si el viernes nos preguntábamos cuál sería, en cada uno de estos acontecimientos, el spot más celebrado, hoy cabe responder que en la final de fútbol americano gustó mucho el del cachorrito que se hace amigo de un caballo (lo que anuncian es cerveza, pero envolviéndolo en una historia amable de amistad y lealtad te la compran más fácil) y que en la convención popular le funcionó bien al presidente su conocido anuncio (éste de estreno tiene poco) de la futura bajada de impuestos. Si en un spot de Budweiser no hace falta enseñar la cerveza, a ver por qué en un spot de bajada fiscal va a haber que mostrar cuánto baja cada tributo y para qué tramos de renta.

Como esta mañana dijo la segunda de Rajoy en el partido, Cospedal, “Esta reforma no se puede explicar hasta que no esté hecha”. Explicar, no se puede explicar, pero publicitar lleva el gobierno cinco meses ya publicitándola. Ésta es la principal ventaja de que el respetable que asiste a la convención de un partido político tenga conciencia de grupo: que cuando sube el jefe al estado y agarra el micrófono, da un poco igual lo que diga, siempre será ovacionado. Si hay que reaccionar al anuncio de bajad de impuestos como si fuera la primera vez que uno lo escucha, se reacciona. Si hay que jalear al líder cuando arrea “hondonadas” de tortas al adversario político, se le jalea. Siempre podrás decir después que la apelación al diálogo, el consenso y la concordia es perfectamente compatible con el tono agrio y desabrido porque, ya sabemos, en esto consiste la política: hoy te digo que te calles y mañana presumo de lo fluida que es nuestra relación telefónica, según convenga.

Siempre podrás decir que al atizar al rival ausente con tanto brío le estás haciendo un favor, estás resucitando (la fusta hecha desfibrilador) al mortecino Rubalcaba. Y él mismo se ocupará de probar que es así poniéndose en jarras ante Génova 13 para afirmar, como si estuviera haciendo un encomiable alarde de coraje: “yo no me callo”. Éste es el debate político de hoy, perdón por el bochorno: que el PP dice que Rajoy no mandó callar, sino que retó a Rubalcaba a ofrecer alternativas (versión de Cospedal esta mañana) y que Rubalcaba dice, embutido en dignidad, que a él no lo callan. El nivel del debate público en España sigue subiendo.

Los socialistas están secretamente encantados de que Rajoy le renueve a Rubalcaba el cargo de líder de la oposición (siendo ésta ahora tan diversa en todo) y los populares celebran lo bien que les ha salido la convención que han celebrado. Bien es verdad que preguntarle al encargado de un partido qué balance hace de la convención que él mismo ha organizado es como preguntarle a un director de cine si merece la pena ir a ver su película. Sólo te contarán maravillas. El director de cine -y sus actores- hablan de su película como si fuera siempre carne de oscar: que hay que ver qué bien traída está la historia, qué diálogos tan brillantes, qué calidad interpretativa, qué bien lo hemos pasado rodándola y qué buen rato va a pasar usted cuando vaya a verla.

No se recuerda una entrevista a un actor o director con película recién estrenada que haya dicho, honradamente, “vaya truño que nos ha salido”. ¿Por qué? Porque está de promoción. En su interior está arraigada la idea de que su obligación es conseguir que usted se compre una entrada, no responder con sinceridad a las preguntas que nadie le haga. A diferencia de actores y directores, que hacen promoción dos o tres veces al año, los partidos políticos están de promoción permanente, perpetua. Más aún cuando hay elecciones, sean de la importancia que sean, a la vuelta de cuatro meses.

Si le preguntas a Cospedal qué lectura hace de la convención que ella misma ha organizado, ¿qué esperas que te diga, salvo que “ha salido muy bien, que se ha hablado de las cosas importantes, que el PP sale reafirmado y fortalecido”. Si le preguntas a Montoro cómo será la reforma fiscal que prepara, ¿qué esperas que te diga, sino que será, atención a los adjetivos todos viejos conocidos, “equilibrada, justa y equitativa”? Ya fue “justa y equitativa” la subida del IRPF que se aprobó en diciembre de 2011, por qué iba a ser distinta la bajada que se re-anuncia ahora para enero de 2015? Con los argumentarios de los partidos pasa como con los eslóganes de sus campañas electorales, que a base de darle vueltas siempre a las mismas cosas han usado ya como propios los lemas que en otras elecciones eligieron sus adversarios.

Si el tuya-mía tuya-mía produce tanta pereza es porque ya nos sabemos todos la película. ¿Qué dice hoy Rajoy de quien está en la oposición? Que carece de alternativa, no hace propuestas, descalifica todo lo que hace el gobierno y se ha instalado en el “no a todo”. “El PSOE es el partido del no”, dicen los dirigentes populares como si hubieran descubierto petróleo. ¿Qué decía Zapatero de Rajoy? ¿Nos acordamos? Que carecía de alternativa, no hacía propuestas, descalificaba cuanto hacía su gobierno y se había instalado en el “no a todo”. “El PP es el partido del no”, decían los socialistas como si ellos también hubieran descubierto un océano. Adivinen a quién corresponde la siguiente frase: “Una oposición que dice no a todo es irresponsable”. ¿José Blanco o Dolores de Cospedal? Exacto: ambos. Adivinen ahora quién ha dicho “esta es la película más difícil a la que me he enfrentado, pero creo que el resultado ha merecido la pena”. Correcto: cualquier actor que esté promocionando su último trabajo.

Cuanto más esfuerzo presume uno de haber puesto a una tarea, más meritorio parece haberla acabado. Por eso este gobierno, como el anterior, y como el anterior del anterior, se ha abonado también a este ardid tan conocido en los manuales de ventas: exaltar tu propio esfuerzo por si acaso los críticos no te lo valoran tanto. Basta con que añadas la palabra “difícil“ a cada descripción que hagas de tu propio trabajo, a saber: “la situación es tremendamente difícil, tú has tenido que tomar decisiones particularmente difíciles, has hecho un trabajo que no era nada fácil y encima han venido otros a ponerte piedras en el camino, mayor grado de dificultad no cabe”. Si además sabes hacerte un poco la víctima, prueba a ablandar así el ánimo de tus espectadores: “siendo todo tan duro y tan difícil, te ha tocado hacerte impopular, tomar decisiones que a nadie agradan y tragarte muchos comentarios y muchas críticas injustas”. Gobernar es sufrir, y aquí estás tú, necesitado de cariño y de que el personal te lo reconozca. Le pasó a Suárez, a Felipe, a Aznar, a Zapatero y ahora, a Rajoy. “Con lo que hacemos por vosotros, españoles, y lo poco que nos lo valoráis”. ¿Por qué nuestros anuncios nunca os emocionan?