En Barcelona, los políticos, los ejecutivos, los periodistas se sientan a comer mirando al tenedor con desconfianza. Los reservados ahora parecen refectorios de monjes mudos. Sólo se oye la voz del camarero: “¿Han decidido ya, señores?”.
---Shhh, no hace falta hablar tan alto. Tomaremos escudella de primero.
---Perdone pero no le oigo.
---Escudella. Deme un papel y se lo escribo.
---No, dígamelo por señas, si tengo un hermano sordomudo.
Psicosis de micrófonos ocultos. Los políticos siguen quedando a comer pero en lugar de charlar parece que están jugando al mus, todo se lo dicen con gestos. Cuando guiñas sólo medio ojo, ¿es que sí o es que no?, que me he perdido. El mantel puede tener nano micrófonos camuflados entre las hebras del tejido. Lo he leído en una revista especializada, Espiamanía. La servilleta puede ser peligro mortal. Sobre todo para esos señores, ministros incluídos, que se la ponen al cuella, prieta entre la corbata y la papada, para no salpicarse la pechera con el aceite de la ensalada. Tú mismo te estás ahorcando, ministro. Esa servilleta es audiosensible, se activa con la vibración de tus cuerdas vocales. ¿Y del teléfono móvil qué me dices? No lo dejarás ahí, encima de la mesa tan alegremente. El móvil se conecta sin preguntarte a la wifi del local y, a través de ella, un hacker que está escondido en el extractor de humos de la cocina accede a la cámara del smartphone y te graba masticando.
Hoy lees lo que cuentan los diarios y llegas a la conclusión de que si nadie te ha espiado nunca en Barcelona, olvídate amigo, ¡eres un mindundi! Todo el que ha sido, es o aspira a ser alguien en la sociedad catalana, ha sido seguido, investigado y espiado. Decenas de informes, dice El Mundo. Quinientos, dice La Vanguardia. ¿Alguien da más? Sí, veinte mil, dice El País. Alto cargo que me estás escuchando, aunque hable bajo, ¿estás seguro de que el conductor de tu coche oficial es de fiar? Esa costumbre que tiene de bajar el volumen de la radio cuando haces una llamada, ¿por qué crees que lo hace? ¡Para grabar con más nitidez lo que rajas. Dirigente de la oposición que acabas de llegar a casa, ¿estás seguro de que el detector de incendios no tiene un micrófono y una cámara? ¿En el dormitorio también? Ah, en el dormitorio puede que también. ¿Quién crees que te espía, el del partido de enfrente? ¿Has pensado que a lo mejor es alguien de tu propio partido el que ha encargado la emboscada? Exacto, el mismo al que tú estuviste espiando el año pasado. Si los compañeros de partido, de por sí, se fian poco los unos de los otros, desde que se ha sabido que hay centenares de informes de seguimientos no se van juntos ni al baño. Las señoras, tampoco.
La propietaria del restaurante La Camarga sostenía hasta ayer que jamás había tenido relación alguna con Método 3. Hoy que el diario La Razón ha publicado lo contrario se ha acordado de repente de que tuvieron una vez un empleado del que sospechaban que robaba comida de las neveras y contrataron a la agencia para que le cazara. Pero a ella se le había olvidado aquel episodio, como es tan frecuente contratar detectives para demostrar que los empleados te roban...no te puedes acordar de todo. Se ha publicado que todo empezó a saberse a través de un empleado no del restaurante sino de la agencia Método 3, un antiguo policía al que echaron. Los ex empleados, como las ex novias, tienen una larga tradición en los grandes escándalos políticos en España. Este empleado en cuestión lo niega. Le ha dicho esta mañana a Antena3 que él no ha filtrado nada y que todo eso de los informes es falso. Pero la policía sostiene que ha recibido abundantísima información que revela seguimientos a centenares de personas, entre ellas muchos ejecutivos y políticos. ¿Todos en el restaurante? No. Lo de los micrófonos ocultos era lo menos frecuente: la cosa iba más de fotografías a distancia y acceso a papeles confidenciales. Fernández Díaz, que además de ser ministro del Interior es un veterano de la política catalana y comensal frecuente de ese restaurante ya dijo ayer que había mucha información que ir examinando. Declaración que se ha interpretado como la ratificación de que el espionaje ha sido práctica habitual en ciertos ámbitos de la sociedad de Barcelona.
El portavoz del gobierno catalán ha dicho hoy que él no sabe nada de todo esto. No sabe nada pero ha dicho de todo. Lo principal, que descarta que haya habido espionaje “generalizado”. ¿Y sin generalizar? Eso a lo mejor, pero no le consta. Como a Cospedal, no me consta. ¿Y si no le consta cómo puede descartarlo? No puede, pero ya lo ha hecho. Amigos, aquí no hay nada. ¿Como va a estar la política catalana colmada de espías que buscan trapos sucios del adversario? Pero ¿qué comunidad autónoma se han creído ustedes que es esta? Si fuera Madrid ---ay, ese Madrid de las conspiraciones, los cenáculos y la política canalla--, pero Cataluña, ¿a quién se le ocurre, hombre? Qué bobada. El portavoz ya nos ha aleccionado sobre qué es lo que debemos preguntarnos. Que no es quién ha espiado a quién y cuándo, sino por qué sale este asunto ahora. Por qué las ex novias dan entrevistas y los ex empleados cantan. Naturalmente tambiénha ofrecido ya la respuesta: todo esto sale ahora por la misma razón por la que salió lo de la UDEF y Artur Mas en la campaña electoral, porque alguien quiere sabotear el proceso soberanista. Bueno, original no es la respuesta, pero hay que reconocerle la perseverancia. Después de todo, ésta es la explicación que da el gobierno catalán a cualquier cosa que pasa. ¿Por qué salen casos de corrupcion? Para sabotear el soberanismo. ¿Por qué habla ahora la ex novia de Pujol? Para sabotear el soberanismo. ¿Por qué baja el IPC? Para sabotear el soberanismo. ¿Por qué ha caído un meteorito en Siberia? Por qué va a ser, para sabotear el soberanismo.
Pero no lo digan muy alto, que seguro que hay alguien escuchando.