OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Derogar el sanchismo, pero no todo"

Carlos Alsina reflexiona sobre las cosas en las que Pedro Sánchez y Feijóo están de acuerdo, como en mantener la legislación laboral.

Carlos Alsina

Madrid | 30.06.2023 09:01

Fin de mes, fin de la campaña de la renta, fin del curso laboral para una parte notable de los españoles, comienzo de la primera operación salida del verano y comienzo, para algunos, de las vacaciones.

Y víspera. Víspera del primer día de julio y del primer día, por tanto, en que nuestro país (país que no gobierno) asume la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Seis meses por delante. Es posible que si yo le pregunto quién ha ejercido esa presidencia desde enero hasta hoy no tenga ni idea. No se apure. A nueve de cada diez comentaristas políticos nos pasa lo mismo. Pista: son los que siempre ganan Eurovisión. Eso es, Suecia. Y es posible que tampoco recuerde usted cuál fue la última vez que España presidió la Unión. Creo que fue gobernando Zapatero, 2010, pero tampoco me haga mucho caso.

Desde hoy, la presidencia de turno la ejerce España y la cabeza visible, la cara, es la del presidente Sánchez. Que antes del arrebato convocante que le llevó hace un mes a convocar elecciones generales para julio atribuía a esta presidencia de turno la máxima relevancia. Tanto como para usarla como argumento de lo conveniente que era dejar las elecciones generales para final de año. No interferir con el famoso semestre europeo. Bueno, al final lo que va a pasar con el semestre es que lo inicia Sánchez como presidente y dependerá de lo que vote el personal que lo termine o sea relevado por Feijoo también en esto. A saber.

¿Para qué sirve presidir la Unión Europea?, le pregunté en este programa hace dos semanas.

Quien preside la Unión marca su impronta. Fija objetivos. Coordina a las instituciones europeas y los gobiernos. El presidente Sánchez ha elegido estrenar nuestro semestre europeo ---y estrenarse--- viajando a Ucrania para reafirmar allí mañana el pleno apoyo de la Unión Europea al pueblo ucraniano en su resistencia frente a la invasión rusa. Y el pleno apoyo al presidente Zelenski. Buena elección la de Sánchez. El gesto es el mensaje. Acierta personándose en Kiev y acierta poniendo el foco en la solidez de esta alianza: la Unión Europea y el país que defiende su soberanía frente a la agresión violenta del vecino ruso.

Campaña electoral non stop

Como en España estamos como estamos, en campaña electoral non stop ---campaña permanente--- la tentación de intepretarlo todo (y juzgarlo todo) en clave electoral es también permanente. Habrá quien quiera ver en este viaje un spot electoral por encima de cualquier otra cosa. No es mi caso. Si hay un asunto en el que Sánchez haya mantenido desde el primer minuto la misma posición es éste de Ucrania. Ha condenado la invasión rusa; ha responsabilizado de ella a quien es responsable, Putin; ha desechado las equidistancias que cultivan algunos de sus socios (esto de tan responsable es Rusia como la Otan, tan del gusto de Podemos y del embajador que ha fichado Yolanda); y ha repetido en Bruselas, en Nueva York y en China que lo primero que ha de suceder para que la paz se abra camino es que Putin se vuelva por donde entró y retire de Ucrania sus soldados. Y deje de bombardear a los ucranianos.

Puede que sea el único asunto en el que Sánchez no ha cambiado de posición, razón de más para celebrar su coherencia. Sabiendo, además, que si el 23 de julio los votantes decidieran jubilarle a él para poner en la Moncloa a Feijóo la posición seguiría siendo la misma. El compromiso con Ucrania seguiría vigente. Y el liderazgo en ese compromiso desde la presidencia de turno de la UE, también. Puede que Sánchez y Feijoo hayan hablado poco entre ellos ---incluso nada--- sobre el semestre europeo y la guerra de Ucrania, pero hablando o sin hablar en este asunto están de acuerdo en todo.

En mantener la legislación laboral como está también están de acuerdo Sánchez y Feijóo, mira tú por dónde.

Hace ya veinticuatro días, en este programa, Núñez Feijóo adelantó que entre las leyes que pensaba derogar no estaba la reforma laboral que entró en vigor hace año y medio. Ajustes quizá sí, dijo, pero tumbarla, no.

Seis de junio. La noticia sobre la reforma laboral la dio ese día. En este programa. Ayer, en Bruselas, dio un paso más. Ya no es sólo que los ajustes los quiera consensuar con patronal y sindicatos, es que igual no hace ni ajustes.

Traducido: que la legislación laboral, si él gobierna, se queda como está. Tal como le han pedido la CEOE y los sindicatos. Y con un argumento poderoso: si esta legislación la bendijeron ambas partes, por qué iban a querer que ahora fuera tumbada.

"Derogar el sanchismo, pero no todo"

En rigor, que el PP al llegar al gobierno mantenga leyes que en su día combatió tiene poco de sorprendente porque es lo que casi siempre ha hecho. Pero es que en este caso ocurre, además, que la legislación laboral que está en vigor es, en gran medida, la que se aprobó gobernando Rajoy. Éste fue el debate que hubo cuando Sánchez y Yolanda Díaz presentaron su reforma, si estaban cumpliendo la promesa de derogar íntegramente la reforma de Rajoy o todo lo contrario, incumpliéndola.

Dentro del PP hubo quien aconsejó a Pablo Casado que en lugar de oponerse frontalmente a la reforma lo inteligente era reivindicar la paternidad de su partido. Y de Fátima Báñez. No fue atendido el consejo.

Esquerra Republicana votó en contra de la reforma porque entendió, precisamente, que el PSOE y Podemos incumplían su palabra de derogar la reforma en su integridad. Aún no le ha perdonado Rufián a Yolanda Díaz aquella negociación naufragada. Y a la señora de Bildu le firmó Adriana Lastra un documento en el que se comprometía a la derogación en su integridad. Fue el primer acuerdo con Bildu, matizado luego por el gobierno (reculando) precisamente por lo de la integridad. Se hicieron Lastra y Simancas aquella foto con los de Bildu poniendo cara de sufrir gastritis porque aún le resultaba incómodo al PSOE pactar cualquier cosa con los de Otegi. Derogación íntegra, en efecto, nunca se produjo.

Ahí siguen los 33 días por año trabajado para el despido improcedente, la reforma de Rajoy, nunca se regresó a los 45 que había antes de 2012. Se afirmó que se derogaba sin derogar del todo. Llamémoslo cambio de opinión para que no se enfade el presidente. Sufrido presidente víctima de la conspiración jodeo-mediática. Feijoo insiste con la derogación del sanchismo, pero la reforma laboral ha sido indultada. No será lo único que el PP, en caso de que gobierne, mantenga exactamente como está.