Habrá que agradecerle al gobierno de coalición que se lo ponga en bandeja a los columnistas. O en propiedad, que se lo ponga a tiro. Ni disparen, que hoy están permitidos todos los juegos de palabras. ¿Sobre qué? Pues sobre los quince millones de balas que han sublevado a Izquierda Unida contra el gobierno del que Izquierda Unida es el cuatro y medio por ciento. (Quiero decir que tiene un ministerio de veintidós, veintidós, veintidós). Y lo tiene porque, a la hora de repartir sillones, la vicepresidenta dos y cara visible de Sumar, le mantuvo la cuota a Izquierda Unida —el ministro anterior fue Alberto Garzón— y mandó a tomar viento a todos los de Podemos, que eso fue, en resumen, lo que pasó.
Hoy están permitidos todos los juegos de palabras sobre los quince millones de balas que han sublevado a Izquierda Unida contra el gobierno del es el cuatro y medio por ciento
Hoy están permitidos los juegos de palabras porque qué puede dar más juego, valga la repetición, que el hecho de que la enésima crisis de un gobierno-pareja-de-hecho tenga como detonante un contrato de abastecimiento de balas. Venga balas sobrevolando la Moncloa. La balacera gubernativa. Un gobierno a tiros. El último en salir, que recoja los casquillos. En rigor, donde están silbando las balas no es tanto sobre la cabeza de Sánchez como sobre la cabeza de Yolanda Díaz, otra vez. Porque el gobierno de coalición no va a dejar de serlo. Seguirá siendo de PSOE y Sumar. La coalición que puede dejar de serlo es Sumar, porque es de Sumar de donde se saldría, en la práctica, Izquierda Unida si llevara hasta el final esto que, por ahora, sólo es un amago, una posibilidad, un ojito, que igual nos vamos.
Venga balas sobrevolando la Moncloa. La balacera gubernativa. Un gobierno a tiros. El último en salir, que recoja los casquillos
Les recuerdo, en un minuto, lo que sucedió ayer. A primera hora de la mañana, mientras en Roma estábamos llevando a San Pedro el cadáver de un Papa, aquí se supo que Marlaska había devuelto a la vida el contrato de los quince millones de balas a una empresa israelí que el gobierno había dado por medio muerto hace seis meses. La adjudicación se aprobó en Semana Santa y el gobierno no tuvo el menor interés en darle aire al asunto porque fue el propio gobierno el que dijo en octubre que haría todo lo posible para que no se le comprara munición alguna a los israelíes.
Mientras en Roma estábamos llevando a San Pedro el cadáver de un Papa, aquí se supo que Marlaska había devuelto a la vida el contrato de los quince millones de balas
El contrato en cuestión fue adjudicado ya entonces, en octubre —más de un año después de los atentados de Hamás y del comienzo de la represión israelí en Gaza— y sólo cuando la prensa informó de la existencia de esa adjudicación anunció la ministra Alegría que se intentaría anular. Ahora lo que se alega es que no hay manera de anular el contrato porque habría que pagar lo comprometido aunque no nos quedásemos las balas. Y que luego habría que comprárselas a otro proveedor porque si no, a ver con qué dispara la Guardia Civil.
Luego habría que comprárselas a otro proveedor porque si no, a ver con qué dispara la Guardia Civil
Que la parte socialista del gobierno vele con tanto celo por seis millones de euros habiendo encontrado ayer mismo diez mil millones con los que disparar el gasto militar es encomiable. Pero a su socio izquierdista no le convence. Si has hecho bandera de no comprarle una sola bala a los israelíes, y has satanizado a quien lo haga, ahora tienes que pagar el precio de tu incoherencia. El PSOE queda como incoherente y Sumar queda como irrelevante, porque ni le han dado vela en el plan de rearme (al que se opone sin efecto alguno) ni le advirtieron de que el contrato israelí iba a ser exhumado. La vicepresidenta segunda tiró de plantilla e hizo lo que hace siempre: exigir con enorme contundencia que el ministerio comprador de balas rectifique. Sin explicar, por supuesto, qué pasará si no lo hace.
Si has hecho bandera de no comprarle una sola bala a los israelíes, y has satanizado a quien lo haga, ahora tienes que pagar el precio de tu incoherencia
Y si ni rectifica ni comparece, ¿qué pasará? Pues no pasará nada. Porque Sumar siempre se incomoda mucho pero nunca lo bastante como para largarse del gobierno. Por eso lo inesperado es lo que vino luego. Que Izquierda Unida, coalición que forma parte de la coalición Sumar (que, a su vez, forma parte de la coalición de gobierno) —la política matrioska—, amagó con coger la puertay dejar tirada, más que a Pedro, a Yolanda. Maíllo, que es un señor que coordina Izquierda Unida, dijo que ésta es una crisis de caballo.
Y Santiago, que es un señor que lidera el Partido Comunista, terminó de liarla. Barajan salirse, entonces. ¿Quiénes? Pues el Partido Comunista, que forma parte de Izquierda Unida, que forma parte de Sumar, que forma parte del gobierno de coalición. Política matrioska, cielos, quién quiere salirse de dónde. ¿Sira Rego quiere dejar de ser ministra? Urtasun, que es Sumar pero no es Izquierda Unida, desde luego que no.
Política matrioska, cielos, quién quiere salirse de dónde. ¿Sira Rego quiere dejar de ser ministra? Urtasun, que es Sumar pero no es Izquierda Unida, desde luego que no
Balas sobre balas. Más que los quince millones de balas israelíes, aquí el asunto son los tropecientos millones de balas que está siendo disparadas en la izquierda al rebufo del rearme, de Israel y de la OTAN. Porque esta gresca entre Izquierda Unida y Sumar se produce justo ahora que Podemos, con los Iglesias Montero en su papel de mentores despechados, anda tratando de atraerse a Maíllo para que repudie a Sumar y se les adhiera a ellos.
No es sólo Podemos quien anda moviéndole la silla a la vicepresidenta franciscana y líder espiritual de esa ensalada de siglas que siempre fue el movimiento Sumar. Y no es sólo Podemos quien ve a Yolanda Díaz demasiado complaciente siempre con cualquier cosa que decida el amado líder presidente. Incluyendo, por cierto, la pétrea decisión de Pedro de no viajar el sábado a Roma dejando su sede vacante en la delegación oficial española. También en esto se sintió obligada la vicepresidenta a justificar a Sánchez, aleccionando a los periodistas sobre la imposibilidad de que el presidente viaje al mismo lugar al que viaja el Rey. Bueno, como lapsus los tenemos todos, lo que en rigor dijo fue que cuando asiste el jefe del Estado no asiste el rey de España, ¿mande?
Bueno, como lapsus los tenemos todos, lo que en rigor dijo fue que cuando asiste el jefe del Estado no asiste el rey de España, ¿mande?
Se entiende que quiso decir que si asiste el Rey no asiste el presidente del gobierno, que aún no es jefe de Estado, por más que a veces parezca que se ve a sí mismo como tal.
Con permiso de la vicepresidenta segunda y de la raigambre, se ha recordado estos días que al funeral de Juan Pablo II fueron los reyes de entonces y fue el presidente Zapatero, año 2005. ¡Anatema, se saltó la raigambre! Y no es mucho recordar que a las cumbre iberoamericanas, a las que siempre va el rey Felipe, el presidente Sánchez se apunta cuando le apetece. Recordará la vicepresidenta —o más bien no— que en 2023, a la República Dominicana fue el rey y sí pudo ir, y fue, de blanco inmaculado, el presidente Sánchez. De modo que no es eso, no es eso. Si Sánchez quisiera estar en San Pedro el sábado, no hay protocolo que le pare. Y si no estará es porque no quiere, la cosa tampoco da para más, qué necesidad habrá, vicepresidenta, de buscarle excusas. El Presidente manda y decide. No es un pobre damnificado que, ansiando ir, ha de sacrificarse quedándose en Madrid víctima del protocolo yolandino.
El Presidente manda y decide. No es un pobre damnificado que, ansiando ir, ha de sacrificarse quedándose en Madrid víctima del protocolo yolandino
