OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El PP espera al PSOE, si la condena de Chaves y Griñán se confirma, para ponerle ante el espejo de sus corrupciones"

Dieciocho años después de los primeros pagos. Diez después de que empezara la investigación, un tribunal dirá hoy, por fin, qué fue el caso de los ERE.

Carlos Alsina

Madrid | 19.11.2019 08:14

Cuando empezaron a producirse los hechos que hoy van a ser sentenciados gobernaba la Junta Manuel Chaves y acababa de empezar a dirigir el PSOE un joven diputado por León, de nombre Rodríguez Zapatero. En Moncloa aún le quedaba mucha cuerda a Aznar, Pedro Sánchez tenía treinta años y Pablo Casado era un veinteañero.

Sí que ha llovido, sí. Y a nadie se le ocurrió pensar, mientras la dirección general de empleo de la Junta repartía dinero entre empresas afines y pagaba recortes de plantilla con intrusos en los expedientes de regulación de empleo que aquel procedimiento tan alegre, y tan fuera de control, que a tanta gente tenía contenta acabaría sentando en el banquillo, casi veinte años después, al pope del socialismo andaluz de entonces, Manolo Chaves.

Claro que cuando empezó la investigación de los ERE, allá por el 2009 (en origen fue el caso Mercasevilla) tampoco nadie sospechó que aquel enredo, que parecía anecdótico, de un militante del PSOE agraciado con la indemnización por despido en una empresa en la que no había trabajado en la vida, acabaría revelándose como cualquier cosa menos anecdótico (680 millones de euros, una legión de enchufados, un conseguidor que presumía de tener dinero para asar una vaca) y en el símbolo de la corrupción en la administración autonómica andaluza. Y dado que esta administración estuvo cuarenta años en poder del PSOE, en el símbolo de los casos de corrupción del Partido Socialista.

Hoy sabremos si el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía da por probado que hubo malversación, en qué cuantía y teniendo como responsables a quiénes.

El caso de los ERE se convirtió en munición política de primera línea el día que aparecieron dos nombres en la investigación: José Antonio Griñán y Manuel Chaves. El primero era presidente en ejercicio de la Junta, el segundo presidía el PSOE despues de haber sido vicepresidente del gobierno Zapatero. ‘Caza mayor’ en términos políticos. Fueron aquellos años en que socialistas y populares se arrojaban los casos de corrupción a la cara. Cada vez que uno decía ‘Gurtel’, el otro decía ‘EREs’. Aún hoy lo siguen diciendo.

Mayo de 2018. Moción de censura a Rajoy al rebufo de la sentencia de la Gürtel.

Tú dices ‘los ERE’, yo digo ‘Gürtel’. Así hemos pasado diez años. Rajoy se defendió de las acusaciones de haber consentido la corrupción en su partido alegando que eran otros los que se corrompieron y que él nunca estuvo al tanto. Chaves y Griñán nunca han negado que hubo un mal uso de los fondos públicos en los expedientes de regulación de empleo, lo que han negado es que ellos estuvieran al tanto y que fueran responsables, por elevación, de los manejos de Javier Guerrero.

Los dos casos, en realidad, se parecen poco. Rajoy nunca estuvo ni siquiera imputado en la Gürtel, pese a que el precio político lo acabara pagando él como responsable que fue del partido. Chaves y Griñán han sido procesados y juzgados, en su caso sí apreció la Justicia indicios suficientes como para sospechar de su conocimiento y responsabilidad sobre el desvío de los fondos públicos. Los ERE no son, en sentido estricto, un caso de enriquecimiento de altos cargos políticos que se embolsan comisiones de empresarios con adjudicaciones que a su vez financian al partido, son un caso de corrupción (presunta) institucional para burlar los controles y regar con dinero público a los afines: militantes, empresarios y municipios.

En el PP siempre han dado por hecho que la sentencia será condenatoria y que confirmará la responsabilidad del partido que gobernaba la Junta, el PSOE. Y es al PSOE al que están esperando hoy, si la condena se confirma, para ponerle ante el espejo de sus propias corrupciones.

Es verdad que Chaves y Griñán llevan fuera de juego desde que Susana entregó sus cabezas a Albert Rivera para ser investida ella, pero si hoy resultaran condenados (y aunque sólo fuera por prevaricar) el PP podrá decir que los dos hombres que presidieron el Partido Socialista entre el 2000 y el 2014 han sido declarados delincuentes.

Lo más notable, por insólito, que se produjo ayer en la política española este llamamiento de Carmen Calvo a los partidos independentistas para que velen por los intereses del país que intentan romper, o sea, España.

Calvo pide a los independentistas que pongan por delante a España. ¿Es o no es enternecedor? ¿En qué rama del guindo tiene su despacho la vicepresidenta del gobierno? El interés de España no sólo les importa un pimiento a los partidos independentistas, es que llevan siete años haciendo todo lo que está en su mano para perjudicar los intereses de España. No es posible que pongan España por delante de sus intereses porque su único interés, hoy, es mandar España a tomar viento.

Eso es lo terrible de la situación en que se encuentra Pedro Sànchez: que cada vez que se mira el espejo tiene que preguntarse qué ven en mí estos independentistas para preferirme a cualquier otro presidente, qué ven en mí quienes quieren sabotear España para que les resulte tan atractivo. Si Esquerra acaba absteniéndose para que Sánchez sea presidente no lo hará, vicepresidenta, porque ponga por delante España. Lo hará porque calcula que le conviene hacerlo conforme a sus propios intereses, que ahora parece que son estirar el chicle de una negociación cualquiera para poder ganar apoyo electoral y plantarse en las próximas elecciones autonómicas con una mayoría social a favor de la independencia.

Aquí está el líder vicario de Esquerra, Pere Aragonés, ensalzando las virtudes de retomar la negociación donde se quedó cuando el relator. Es decir, antes de que Carmen Calvo intentara explicar lo inexplicable.

Aragonés ejerció anoche de suplente en la cena de la patronal Fomento de Trabajo, de la que Torra se rajó alegando que le habían relegado en el protocolo del acto. En realidad ya se temía la patronal, desde hace días, que el presidente diera la espantada porque él mismo comentó en privado que era una lata tener que ir a un sitio donde seguro que iban a criticarle.

Torra, cobardón. Como en el juicio de ayer. Donde sólo respondió a las preguntas, pactadas claro, de su abogado Boye.

Éste fue el segundo impagable de ayer: ¡Torra invocando el cumplimiento de la ley! para justificar que le hiciera la peineta a la Junta Electoral (la YEC que dice Boye). El cumplimiento de la ley. En boca de quien anima al personal a cortar carreteras.

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