“Oye, si viene el director financiero y te da la tarjeta para que pagues las comidas, los libros y los viajes de trabajo, por qué vas a pensar que estás haciendo algo ilícito”. Claro, claro. Tantas comidas y tantos viajes de trabajo. Mejor no preguntamos qué beneficio obtuvieron los impositores de Caja Madrid de tan ardua entrega a los desplazamientos y los reservados. En privado están contando esto -”si no quieren que gaste, que no me dén tarjeta”- y en público, salvando dos o tres excepciones, se han quedado mudos. No ha habido mucho empeño en salir en tromba ante la opinión pública a explicar con pelos y señales el asunto.
En la reacción al estallido de este escándalo los dirigentes políticos han ganado por goleada hoy a los dirigentes sindicales y empresariales.
Ignacio González, el hombre que aspiró a presidir esa Caja con el respaldo de Comisiones y UGT -y sin respaldo de Génova, que aupó a Rodrigo Rato-, ha sacado hoy la guillotina y se ha quitado de en medio a Pablo Abejas, director general de Economía de la comunidad de Madrid que, tirando de tarjeta, gastó 246.000 euros de la Caja. Si estás en la lista de gastones, te caes de la lista de administradores de lo público, ésta es la idea que el presidente autonómico ha llevado a la práctica. Con la misma guillotina ha medio expulsado, también, a Carmen Cafranga, presidente de la institución que es heredera de Caja Madrid, la Fundación que encarna, atención, su obra social.
Ella también gastó, 175.000, pero como a ella no tiene potestad para destituirla lo que hizo fue señalarle la puerta para que ella misma la agarrara. Y la agarró esta tarde: ya no es presidenta. Paréntesis: la Fundación Caja Madrid, como sucesora legal de la entidad (Bankia es fruto de una fusión y ya no es caja sino banco), es la encargada de reclamarle a los de la lista (por asimilación, los listos) que devuelvan lo que se gastaron: y si la presidenta no ha devuelto, como para decirle a los demás que lo hagan.
Pedro Sánchez, o sea, el PSOE, expulsará del partido --eso ha dicho-- a los socialistas que hayan pillado. Él no ha dado nombres, pero consejeros de la Caja, a propuesta del PSOE, han sido, por ejemplo, Zapatero (Virgilio Zapatero, ex ministro), Antonio Romero, Pepe Acosta, Ramón Espinar e Ignacio Varela.
Mientras el PSOE de Sánchez se comprometido a cortar cabezas y el PP madrileño ha cortado ya alguna, la reacción de Comisiones Obreras y UGT ha sido mucho más paradita. (La patronal, ni mú). Comisiones Obreras dice que va a abrir una investigación y que aún no puede afirmarse que haya habido uso fraudulento de las tarjetas, que les preguntará a los interesados a ver qué dicen. Hombre, investigación no hace falta que abra porque ya está hecha: todo lo que se ha conocido ahora es fruto de una auditoría interna y están todos los papeles a disposición del sindicato.
No es una investigación interna lo que tiene que hacer: es ser consecuente con la doctrina que aplica a los escándalos ajenos. UGT Madrid, cuyos consejeros en la Caja también disfrutaron de tarjeta para gastar con libertad, ha delegado en la dirección nacional su valoración del escándalo. Y la dirección nacional lo que ha dicho es que va a preguntar. A los que fueron consejeros. José Ricardo Martínez, secretario general de UGT Madrid, dieciocho años en el cargo; y Miguel Ángel Abejón, el hombre que le disputó el liderazgo hace ahora un año. Mientras pregunta, afirma la dirección de UGT que no sabía nada de la existencia de esas tarjetas. Queda dicho.
La dirección nacional no estaba al tanto. Luego nadie podrá alegar que el dinero gastado con la tarjeta VIP por sus consejeros no era en beneficio de ellos sino del sindicato. Que es lo que se alegó cuando salió a la luz que José Ricardo Martínez había percibido 180.000 euros en dietas. “Todo lo que percibo en dietas va a las arcas del sindicato”. dijo entonces. Y UGT dio por resuelta la cosa. Admitiendo que el sindicato usaba como fuente de financiación el puesto que le correspondía en esa caja. Ahora hay 44.000 euros que Martínez gastó por su cuenta y riesgo con la tarjeta-surtidor. ¿Se considera sobresueldo o cómo se considera? Explicará en que gastó ese dinero. Rodolfo Benito, de CCOO, ha dicho hoy que él siempre usó la tarjeta para gastos derivados de su labor como consejero, a saber, pagar comidas, viajes y libros. ¿Cómo de a menudo comía un consejero de Caja Madrid, dónde y con quién, qué libros tenía que comprar para poder realizar su labor, a dónde viaja un consejero de Caja Madrid en el ejercicio de su función? Y sobre todo, visto el éxito de su labor como consejeros (Caja Madrid hubo de ser rescatada con 24.000 millones de euros), ¿no deberían devolver no sólo lo gastado sin justificación, sino también lo cobrado legalmente por un trabajo, y unas funciones, que en rigor jamás hicieron?
“Si nos daban tarjeta, qué íbamos a hacer, sino usarlas”. En su comunicado de renuncia dice la presidenta de la Fundación Caja Madrid que las opiniones jurídicas que ha consultado descartan que pueda haber responsabilidades penales. No es tanto un asunto de norma como de principios, de ética. Como dice el informe de los auditores de Bankia, aunque los consejeros pueden alegar que pensaron que tenían derecho a disponer de esa tarjeta, el mismo hecho de que algún consejero no llegara a usarla, otros tuviera gastos reducidos y otros, sin embargo, la fundieran ya da alguna pista de la idea que tenía cada uno sobre eso que llaman “gastos propios de su función como consejeros”.
Formar parte de ese consejo de administración –lo sabían todos- era un chollo. Era la madre de todos los chollos. Te tocaba ir de vez en cuando a las reuniones, te sentabas allí, le decías a Blesa “lo que tú digas, pero no te olvides de financiarnos este proyecto que es clave para nuestra organización”, cambiabas impresiones con los colegas -sobre fútbol, política y, si acaso, toros, porque no iban a hablar de gestión bancaria personas que carecían de la más elemental preparación para saber qué hay que hacer con el dinero - y te volvías para casa habiéndote ganado ya otra dieta. No te sentías responsable de nada, te sacabas un dinero y te daban una tarjeta.
La historia chollo de gentes que vivieron como banqueros sin serlo.