OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Que viene, que viene"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la vuelta del rey Juan Carlos a España el próximo fin de semana, después de casi dos años viviendo en Emiratos Árabes.

Carlos Alsina

Madrid | 16.05.2022 08:30

A cinco días de que el rey Juan Carlos pise de nuevo España.Información que ha adelantado Fernando Ónega a las siete y cuarto en este programa. Será este fin de semana, empezará en Sangenjo y seguirá en Madrid. La visita del médico a la Zarzuela. A dormir no le dejan quedarse. A vivir, tampoco.

Anuncia la Casa del Rey que Juan Carlos I pisará Madrid

El periodismo es esto: contar que se ha muerto Jalifa a quienes supieron quién era Jalifa. Y vivieron tan tranquilos sin saberlo. Jalifa era un jeque. Bin Zayed Bin Sultan Al Nahayan. Llevaba dieciocho años reinando en los Emiratos Árabes, que es una federación de reinos muy apreciada por los reyes europeos expatriados.

Se murió el viernes y no estaríamos hablando de él un lunes a esta hora si no fuera porque en su reino reside desde el verano de 2020 Juan Carlos I y porque ayer viajó hasta allí a presentar sus condolencias a la familia del difunto Felipe VI.

El padre y el hijo en el mismo emirato. No, no se vieron. En rigor, no hicieron por verse. Don Felipe hizo lo que había ido a hacer, dar el pésame, y se volvió para España. Pero -y ésta es la noticia que ha facilitado la Casa del Rey (del rey de aquí)- sí que hablaron. Por teléfono. Estando en Abu Dabi Felipe llamó a su padre. Y no debe de ser muy frecuente que el hijo telefonee al padre o el padre telefonee al hijo porque ha hecho de ello noticia la oficina del monarca.

A cinco días de que el rey Juan Carlos pise de nuevo España. Será este fin de semana, empezará en Sangenjo y seguirá en Madrid

En realidad, la noticia no es la llamada sino el hecho de que hayan quedado en verse un día de estos en Madrid. Es decir, que anuncia ya oficialmente la Casa del Rey la próxima venida a España de don Juan Carlos y el dato añadido de que pisará Madrid. Nada de pasearse un poco por Sangenjo y de regreso al emirato. Madrid, Madrid, capital del reino.

No ha trascendido cómo fue la conversación pero cabe imaginarla. ‘A ver si nos vemos, hijo’. ‘Eso, a ver si nos vemos’. ‘Quedamos cuando vaya a Madrid’. ‘Claro que sí, quedamos’. ‘Pon tú la fecha, que eres el que manda, ¿no?’ ‘Sí, bueno, soy el que reina, pero tú puedes volver a España cuando quieras, ya lo sabes’. ‘Sí, sí, seguro, por eso llevo aquí dos años’. ‘Déjame que mire el calendario y te digo algo, ¿vale, papá?’ ‘De acuerdo, hijo, de acuerdo’. ‘Venga, hablamos’. ‘Hablamos, sí, hablamos’.

Fíjese que, en esto, los reyes son como el resto de los mortales. Cuando dicen ‘tenemos que vernos más’ y ‘a ver si para la próxima no pasa tanto tiempo’ están hablando por hablar. Ganas de coincidir, hasta ahora la verdad es que no han demostrado.

Cuando dicen ‘tenemos que vernos más’ están hablando por hablar. Ganas de coincidir, hasta ahora la verdad es que no han demostrado

Pero un rato sí echarán ambos, con fotógrafo que los inmortalice, el próximo fin de semana. Como informó Ónega, lo que está sin resolver es dónde para don Juan Carlos, dónde vive, las veces que decida, en adelante, venir a pasar unos días en su país. En la Zarzuela no será. En casa de la hija, podría ser. Continuará.

Chanel, portada en todos los periódicos

¿Y usted, qué? ¿También se siente un poco ganador de Eurovisión? No hay como pasarse veinte años en el pelotón de cola para que un tercer puesto se reciba como un evento catártico. ‘Histórico tercer puesto’, decían ayer las crónicas entusiastas. No era el gol de Iniesta pero madre mía con el doom doom, el boom boom y el mo, mo, mo. Portada en todos los periódicos, oiga.

Si llega a ganar, le dedican a Chanel la sección entera de política, los editoriales y las columnas. Cuánto columnista al que no se recuerda nunca interésándose por Eurovisión ha salido este año del armario para beber los vientos por esta artista. Por su coreografía, sobre todo. Lo bien que baila. Y además, canta. No se la pierdan.

Analistas políticos emitiendo veredicto sobre la pericia coreográfica y el talento de Chanel. Las izquierdas y las derechas reconciliadas en el reconocimiento al esfuerzo de una curranta

Analistas políticos emitiendo veredicto sobre la pericia coreográfica y el talento de Chanel. Las izquierdas y las derechas reconciliadas en el reconocimiento al esfuerzo de una curranta.

Eurovisión, un asunto politizado. Sobre todo en España

Algunos intetaron desmerecerla cuando fue elegida -por el siempre estoy ready, por el vuelvo loquito a los daddie’, qué letra tan poco feminista, decían, no nos representa- y otros han intentado convertirla en bandera de no se sabe qué -bueno, de sí se sabe qué: como Irene Montero militaba en la teta de Bandini, había que ir con Chanel sólo por militancia opuesta, que a nosotros las tetas no nos dan miedo-.

Sin todo aquello que pasó en enero no se entiende el fervor con el que se ha seguido esta edición del festival. Claro que Eurovisión es un asunto político, o politizado. Sobre todo en España. Que hasta tuvimos iniciativas parlamentarias para que se anulara la elección de Chanel por pucherazo. Y porque ni doom doom ni mo mo mo son palabras españolas.

Quien ganó el festival fue una banda ucraniana. Menos mal que la presentadora no era Nadia Calviño porque no podría haberse hecho la foto con ellos. Seis músicos hombres

Bueno, quien ganó de verdad el festival fue una banda ucraniana. Menos mal que la presentadora no era Nadia Calviño porque no podría haberse hecho la foto con ellos. Seis músicos. Los seis, hombres. Eurovisión es el únco sitio donde estas cosas aún no se penalizan. Bueno, y la champions.

La banda, en realidad, son siete pero uno de ellos está movilizado y en el frente. Estos seis, de hecho, regresan hoy para casa porque termina el permiso especial que les dieron para salir del país. Los jóvenes varones en Ucrania, se lo recuerdo, están obligados a permanecer dentro de sus fronteras y listos para empuñar un arma.

Zelenski encuentra en Eurovisión una nueva meta: organizar el festival en Mariupol

Siendo todo eso así, y asistiendo Europa a una guerra desde hace ochenta y dos días, raro habría sido que el público votante no aprovechara Eurovisión para enviar una inyección de aliento a los ucranianos.

Zelenski encuentra en Eurovisión una nueva meta en torno a la que unir a su país: llegar a la primavera de 2023 habiéndose librado de la bota de Putin y estando ya en marcha la reconstrucción de las ciudades bombardeadas. Poder organizar el festival en Mariupol. Que no es poco reto.

Suecia y Finlandia dejan de ser neutrales

Putin, ochenta y dos días después, no ha conseguido doblegar ni a la población ucraniana ni a su gobierno. Pero sí ha conseguido revitalizar la Unión Europea y rearmar la OTAN. Tanto que dos naciones llaman ahora a la puerta de la Alianza solicitando su protección frente a la amenaza rusa y pidiendo el ingreso. Los gobiernos socialdemócratas de Finlandia y Suecia abren formalmente el proceso de adhesión.

En Suecia, la primera ministra Andersson; en Finlandia, la primera ministra Marin. Ambas subrayan que es Putin, con su guerra en Ucrania, quien les ha convencido de que la neutralidad de que siempre hicieron gala hoy es un riesgo para la seguridad de sus nacionales.

Ni Finlandia ni Suecia ven ya las ventajas de ser países neurales. Frente al ruso, todos a la OTAN

El caudillo ruso se lo ha tomado como una afrenta. Y deberían tomárselo también como una afrenta Ione Belarra e Irene Montero. Porque era justo eso, la neutralidad de Finlandia y de Suecia, lo que ellas predicaban como ejemplo y solución para Ucrania.

Pues ni Finlandia ni Suecia ven ya las ventajas de ser países neurales. Frente al ruso, todos a la OTAN.