Déjenme que les cuente una historia, que es muy corta, ya verán. Ahora que ya pasó el aniversario de Franco, reprochemos al departamento de efemérides y jubileos del Gobierno de España que no dedicaran ni una línea, en todos los actos que organizaron, a esto otro acontecimiento que sucedió aquel veinte de noviembre de 1975.
No hubo colegio, y eso permitió a Julián Hernández, estudiante del instituto del Calvario de Vigo, irse a su casa de su amigo Alberto, que quería enseñarle la guitarra eléctrica que le acababa de regalar su madre. A los chicos les interesaba la música y a partir de aquel día, con guitarra y amplificador de válvulas, empezaron, sin ellos saberlo, a alumbrar lo que seis años después, Costas y Coppini mediante, sería una banda que amagó con llamarse 'Mari Cruz Soriano y los que afinan su piano'.
Bueno, llegó a llamarse así, pero Julián se pegó un tortazo con el Renault 12 de sus padres, llevando a media banda consigo, y cuando fue a informarles de que la compañía de seguros lo había declarado siniestro total vieron la luz y concluyeron que no cabía mejor nombre para un grupo de rock.
Su éxito acelerado les hizo adelantar, en notoriedad, a la banda que andaba reuniendo su amigo, y cultureta, Antón Reixa. (Cinco años antes de que en la Galicia caníbal luciera un sol de carallo). Y fue así, entre bromas por lo disgustados que debían de estar Reixa y sus colegas al ver triunfar a los pequeños, cuando a la hermana de Rubén Losada, Cristina, se le ocurrió decir: "Deberíais llamaros los resentidos". En gallego, Os resentidos. Primos hermanos de Siniestro total y alma de la movida viguesa (desde Vigo, para el resto del mundo).
Cuarenta y tres años después del feliz nacimiento, un ministro aficionado a la música -más de Alan Parsons y de Spandau ballet que del rock gallego, o sea, Óscar Puente- hizo un homenaje involuntario a los de Reixa el día que, resentido por el comentario que había hecho Madina por la corrupción de Ábalos y Koldo, publicó un tuit (cuándo no) en el que le imputaba pertenecer a lo que llamó "el cuarteto de los resentidos".
Que Madina dijera que en tiempos de Zapatero y Rubalcaba no hubo Aldamas le sentó al ministro como un tiro. Para entonces, ya era costumbre que el oficialismo pedrista reaccionara a cualquier alusión crítica de dirigentes, o ex dirigentes, socialistas achacando su posición al resentimiento, el ego o la mutación en colaboracionistas de la derecha, en lugar de rebatiendo sosegadamente sus argumentos.
Aún no había entrado en prisión, lógicamente, José Luis Ábalos; aún no había hecho piña con Koldo para proveer de munición a la prensa nada amiga; aún no podía sospechar ningún ministro hasta dónde puede llegar, si se lo propone, un verdadero resentido. Desde el jueves el escenario ha cambiado porque el primer caballero del sanchismo, o sea Ábalos, ha empezado a sufrir de frío.
El frío de la cárcel que ha descubierto ahora. El frío que en la cárcel ha hecho siempre pero del que los gobernantes, al parecer, no han tenido noticia. Mientras el presidente presume de estar tranquilísimo y dedica los recursos del Estado a grabarse vídeos de tik tok recomendando música, el hilo musical que suena en la cabeza de sus ministros es el reloj no marques las horas que hicieron popular Los Panchos.
Reloj no marques las horas
porque voy a enloquecer.
Detén el tiempo en tus manos
porque mi vida se apaga.
Jordi Sevilla, que fue sanchista de primera hora y hoy integra las filas, poco nutridas, del sector crítico, considera a Sánchez responsable de haber convertido el PSOE en un club de fans y haberse apartado de la socialdemocracia para abrazar el populismo. A las nueve, sin resentimientos, estará en este programa.
Sostiene el ministro Puente, reconocido matemático, que hubo más gente ayer en el mercadillo navideño de Valladolid que en el templo de Debod de Madrid. Podría ser. No he visto datos de asistencia al mercadillo. Sí datos de asistencia a la concentración del PP. Contados por el propio gobierno al que Puente pertenece, cuarenta mil. El PP dice que ochenta. Cuarenta mil concentrados en el Templo de Debod son treinta y nueve mil seiscientos más que los concentrados el domingo anterior para protestar por la condena al fiscal general en el Supremo.
Y son cuarenta mil más que en la última concentración convocada por agrupaciones socialistas en Ferraz, que fue aquella en la que pidieron a sus militantes arropar a Sánchez cuando cayó Santos Cerdán y que fue abortada con el argumento de no desviar el foco. La anterior había sido en abril de 2024, cuando la pájara fake del secretario general: delegación de gobierno, barriendo para casa, calculó doce mil (aunque nunca los hubo), la cuarta parte que en la concentración de ayer.
Despreciar las concentraciones populares que te son adversas es un clásico de los gobernantes en España. Pero usar el número de asistentes para despreciarlas es un error de libro. Si cuarenta mil le parecen poca cosa a un ministro, qué le parecerían cinco mil, que fueron los asistentes en Madrid a las manifestaciones contra la violencia machista la semana pasada.
En el PP temían el gatillazo y ayer respiraron. No pasará a la historia de las mayores concentraciones vividas en Madrid pero salvaron la cara. Sus votantes son más de votar que de manifestarse. Ocho millones y pico en 2023, eso sí es una manifestación multitudinaria. Trescientos cincuenta mil más que el PSOE, que se empeña en seguir hablando como si hubiera ganado aquellas elecciones y que disfruta viendo cómo el PP no consigue evitar que crezca Vox cuando es la izquierda, y no el PP, la principal damnificada por ese crecimiento.
Para ser una convocatoria sin siglas, la cosa se pareció bastante poco a una concentración transversal y bastante muchísimo a un mitin. De Feijóo, por supuesto. Y de Ayuso. Él cargó, no sé si resentido, contra los costaleros de Sánchez que se ponen de perfil con el caso Ábalos y fingen que tampoco es gran cosa que un ministro y secretario de organización se vendiera a los corruptores, presuntamente, a cambio de dinero para pagarse unos vicios.
La cosa se pareció bastante poco a una concentración transversal y bastante muchísimo a un mitin
Ayuso le declara la guerra a los moderaditos
Mientras no haya financiación irregular, siguen diciendo los socios del PSOE, todo lo que se ha revelado es apenas nada (esta novedosa doctrina que es hija del somos más y no queremos volver a ser menos). Ella, o sea, Ayuso, claramente está resentida con los tibios. Los moderaditos, que diría Garrocho. De la autora de 'en la España camino de la dictadura, los críticos son acuchillados' llega ahora esta versión del libro del Apocalipsis.
Libro del Apocalipsis, 3:16. Le dice el Señor a la iglesia de Laodicea. "Conozco tus obras y no eres ni fría ni caliente. Y por cuanto eres tibia, y no fría ni caliente, yo te vomitaré de mi boca". Ayuso le declara la guerra a los equidistantes, los tibios, los moderaditos. Tiemble la España que aún se permite el matiz, la ecuanimidad y la duda.

