con javier cancho

Historia del principio de Pareto

Existen fenómenos estadísticos que sirven para describir más realidades de las que imaginamos.

Javier Cancho

Madrid | 22.04.2020 11:14

El principio establece que el 20% de lo que se invierte es responsable del 80% de los resultados obtenidos. O dicho de otra manera, el 80% de las consecuencias se derivan del 20% de las causas. El 20% de los trabajadores produce el 80% de los resultados. El 20% de los inversores se quedan con el 80% de las ganancias en Bolsa. Y así con casi todo, no con todo. Con casi todo. Porque el principio no concluye que todas las situaciones vayan a mostrar exactamente esa proporción. Pero se trata de

una distribución típica, que se repite mucho. Muchísimo. De forma general el principio se puede interpretar como que una minoría de causas deriva la mayoría de los resultados.

El principio de Pareto contiene la llamada regla de los 96 minutos. Según esa regla, aquellos cuyas ocupaciones se basan en trabajos intelectuales debería dedicar con la máxima concentración a sus tareas más importantes durante un tiempo que ronde los 100 minutos al día. Si así lo hicieran obtendrán mejores resultados en sus trabajos. Si se dedicasen esos 96 minutos al día a destilar lo más importante, el resto del tiempo laboral no reportaría ni la mitad de lo logrado en esas menos de dos horas.

En términos de gestión personal del tiempo, el 80% de lo producido puede estar viniendo de solo el 20% del tiempo invertido en el trabajo. Esta regla fulmina una creencia. Hay muchísima gente que cree que lo que cuenta es la cantidad de horas invertidas en algo.

Pero, está demostrado que no es así. Piensen en qué es más importante: ¿la cantidad o la calidad.? De cantidades y calidades sabía mucho Vilfredo Pareto, que fue economista y sociólogo. Y en sus indagaciones, Pareto descubrió, por ejemplo, que el 80 por ciento de los guisantes son producidos por el 20 por ciento de las vainas. Descubrió que esa proporción se repetía. Y desarrolló un principio con el que poder explicar muchísimos finales. Un principio sobre finales, y en unos cuantos ámbitos. No sólo en el trabajo, la empresa o la economía. El principio de Pareto también puede emplearse con el pensamiento, con la actitud.

¿Cuánto tiempo pierde usted solo pensando en lo peor? ¿Sintiendo miedo? ¿Buscando el eventual recorrido trágico de los acontecimientos? Cuánto tiempo. ¿Es consciente de que la constancia en los pensamientos, ya sean buenos o malos, va a tener una enorme influencia en cómo nos sentimos? ¿Se había parado a pensarlo? ¿Ha pensado usted qué 20 por ciento de su vida le da el 80 por ciento de sus satisfacciones? Ha pensado en explorar más en esa quinta parte. No se trata de autoayuda. De lo que les hablamos está hecho de otra levadura. Está hecho de levadura integral. Íntegramente empírica.

Hay momentos del día en los que estamos más versátiles, en los que somos capaces de una mayor concentración. Ese tiempo es el más provechoso para trabajar, para pensar, para estudiar. Identificar cuándo son esos momentos es haber dado un gran paso. Pero, ése es un recorrido que también se puede hacer a la inversa, en el sentido contrario. ¿Han pensado que 20 por ciento de su vida les ocasiona el 80 por ciento de sus problemas. ¿Para esta pregunta, alguien de ustedes tiene respuesta?

Sí, es muy probable que exista un 20 por ciento de su vida que le ocasione el 80 por ciento de sus problemas.