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Territorio Negro: El asesinato de Vanessa Ferrer

Último Territorio Negro con Luis Rendueles y Manu Marlasca. Los periodistas analizan en esta ocasión el caso del asesinato de Vanessa Ferrer Ciges, una niña de 15 años que fue violada y asesinada en Chella, Valencia, en 2016.

ondacero.es

Madrid | 21.07.2020 17:05

El 26 de octubre de 2016, una niña de quince años, Vanessa Ferrer Ciges, fue violada y asesinada en Chella, un pequeño pueblo de Valencia. Estos días, la Audiencia Provincial de Valencia está juzgando a su asesino, un vecino de la misma localidad llamado Rubén Mañó, para quien el fiscal y la acusación particular solicitan la prisión permanente revisable. De ese crimen, que tiene connotaciones particularmente terribles. Vayamos hasta ese 26 de octubre de 2016. Vanessa, una chica de quince años, está en su casa de Chella, cenando con sus padres y su hermana, Alba. Tras recibir unos cuantos whatsapp, le dice a sus padres que se marcha a dar una vuelta con unas amigas y que volverá antes de las doce de la noche. Pero nunca regresó.

Vanessa recibió un whatsapp en el que un chico al que conocía desde hace tiempo, Rubén Mañó, de veintiún años, amigo de uno de sus primos, la invitaba a fumar marihuana en una casa en la que su familia guardaba sus perros y en la que él habitualmente organizaba fiestas y quedadas con amigos. La propia Vanessa le envió un mensaje a su amiga Sara diciéndole que se iba con Rubén y otros amigos. Lo cierto es Vanessa no volvió a casa ni a las doce ni apareció por el instituto a la mañana siguiente, lo que provocó la lógica alarma de sus padres, Carmen y Jorge, que denunciaron a la Guardia Civil la desaparición de la chica. Las pesquisas fueron muy breves: en pocas horas, los agentes tenían una lista de sospechosos. Chella es un pueblo de apenas 2.400 habitantes y había unos cuantos testigos que sabían con qué gente andaba Vanessa e incluso con quién había quedado.

Muy pronto apuntaron hacia quien ahora se sienta en el banquillo, Rubén Mañó. Un ejemplo perfecto de nini. Un chaval que había dejado los estudios en primero de la ESO y al que no se le conocían más aficiones que el gimnasio y las drogas. Policonsumidor de todo tipo de sustancias –había incluso recibido tratamiento por ello–, era un gallito y alguien que ya había dado muestras de no saber contener muy bien sus impulsos. Unos meses antes del asesinato de Vanesa, encontró a su exnovia con otro chico, arrojó el teléfono de la chica al suelo y la emprendió a golpes con el retrovisor del coche del joven. Poco después, tuvo una pelea en las fiestas de Enguera, un pueblo cercano a Chella y también había sido denunciado por pequeños robos en el interior de casas del pueblo. No había, ni mucho menos, una relación de pareja entre Vanessa y Mañó.

El 27 de octubre, un día después de la desaparición, los investigadores de la Guardia Civil hablan con Rubén. Tras la conversación con él, tienen muy pocas dudas de que está implicado de alguna manera en la desaparición de Vanessa. Él está nervioso, titubeante y niega en todo momento haber estado con la chica la noche anterior, pese a que le dicen que hay pruebas y testimonios que los sitúan juntos. Esa misma noche, acude al pub Harlem, donde se encuentra con su amigo Luis y le dice: "Si pasa algo y la Guardia Civil te pregunta por mí, di que estuvimos juntos esa noche". El día 28, a las 11 de la mañana, aparece el cuerpo de Vanessa, en la sima de los borricos, donde se lanzaban los cadáveres de los animales de labranza. Se trata de una sima de más de cuarenta metros de profundidad y allí, colgado de un saliente, a unos ocho metros del suelo, estaba el cadáver de Vanessa. Un equipo de rescate en montaña de la Guardia Civil llegó hasta el cuerpo, que estaba envuelto en un viejo y edredón, y comprobó que estaba semidesnudo y con evidentes señales de violencia. Las investigaciones se aceleraron en ese momento.

Mañó fue detenido después de que mostrase voluntad de suicidarse

Rubén Mañó fue arrestado después de que, según su defensa, mostrase su voluntad de quitarse la vida ante sus personas más cercanas, que le convencieron para que no lo hiciera y se entregase a los agentes, que ya le buscaban y dieron con él muy pronto. Su propio padre llamó a la Guardia Civil anunciando que su hijo quería suicidarse. Mañó admite que estuvo con Vanessa, que ella acudió voluntariamente a la cita, que mantuvieron relaciones sexuales consentidas, que incluyeron penetraciones anales y vaginales, pero que en un momento de la velada discutieron, según él, porque dijo que le gustaba otra chica, y él, que dijo haber consumido muchas drogas en las horas previas, la abrazó muy fuerte desde atrás para hacerla callar y la mató de forma involuntaria. Como ves, un clásico: Abuin, Ana Julia Quezada… y tantos otros quisieron disfrazar sus crímenes como homicidios involuntarios.

La defensa sostiene que todo fue accidental. La acusación y el fiscal sostienen que la chica acudió a la cita con Rubén en una casa sin ningún tipo de iluminación (carecía de fluido eléctrico), pensando que allí están su primo y un amigo. Y a partir de aquí, leo el escrito de la acusación particular: “Una vez en el interior de la casa, el acusado, con el fin de satisfacer su lascivia e impulsos sexuales y tras la negativa de Vanessa a mantener relaciones con él, comenzó a golpearla de forma sorpresiva e inesperada en la cara y propinándole un fuerte golpe en la cabeza, que la deja semiinconsciente”. Una vez en ese estado, Rubén la subió a una habitación de la planta superior de la casa, la violó anal y vaginalmente y la estranguló. Sin ninguna posibilidad de defensa. Es decir, con alevosía.

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