ENTREVISTA EN JULIA EN LA ONDA

El olor de la Edad Media: dos expertos desmontan mitos sobre la salud y el medievo

El historiador Javier Traité y la entomóloga Consuelo Sanz de Bremón han publicado "El olor de la Edad Media: higiene y salud en la Europa Medieval", una larga investigación que desmonta falsas creencias acerca de este período histórico tan desconocido.

ondacero.es

Madrid | 07.12.2023 18:40

Al pensar en la Edad Media, a todos se nos vienen a la mente imágenes de batallas campales, justas multitudinarias y asedios a titánicos castillos: sin embargo, cuando pensamos en el olor de la época medieval se disipan esas imágenes, y el aroma del estiércol y la suciedad invaden nuestro imaginario. Sin embargo, este período histórico no fue tan sucio, y existía una gran conciencia en torno a la importancia de mantener la higiene: Javier Traité y Consuelo Sanz de Bremón han publicado el libro "El olor de la Edad Media: higiene y saludo en la Europa Medieval", una investigación que les ha tomado 4 años en el que desgranan numerosos mitos en torno a la limpieza en los siglos XIV y XV.

Una Edad Media menos sucia de lo que pensamos

"La gente estaba acostumbrada", explica Sanz de Bremón, que reconoce que, en una sociedad agraria como la medieval, el olor a estiércol era predominante: sin embargo, este olor no es malo de por sí, pues aún a día de hoy está muy presente en numerosas zonas agrarias. "Pensamos que les daba absolutamente igual" explica Traité, que afirma que "eran conscientes, y hacían por mantener limpias las calles".

El historiador explica que esta creencia se fue construyendo en base a una Leyenda Negra que se originó en dos períodos históricos diferentes: el Renacimiento - cuando se enunció el concepto de "Edad Media"- y el siglo XIX, cuando los problemas de higiene se multiplicaron por la masificación de las ciudades y los higienistas no podían creer que existiese conciencia sobre el problema en el pasado. "Es una leyenda negra", explica Traité, que afirma que el mito de la suciedad en la Edad Media fue luego reproducido por las series de televisión y las películas.

El problema: la masificación de las ciudades

Sin embargo, sí que surgieron ciertos problemas de higiene con la masificación de las ciudades: como explican los autores, las ciudades de medievales pasaron de ser huertas amuralladas a superpobladas metrópolis, en las que sí se ejercía un control sobre la higiene pública. Por ejemplo, explica Traité, es falso que se permitiese lanzar desperdicios por la ventana, y en ciudades como Madrid, Londres o Siena se sancionaban económicamente estas prácticas.

No solo existía una preocupación por la higiene colectiva, sino también por la individual: la gente lavaba las sábanas en los ríos, e intentaban acudir a monasterios y hospitales para asearse en los baños públicos que ofrecían. En la entrevista, los expertos también han desmotando el mito de la limpieza en la antigua Roma: sobre las termas romanas, Traité ha afirmado que "nos las imaginamos oliendo el cloro", si bien en el agua en el que se bañaban cientos de ciudadanos no había productos que limpiasen las aguas, y en ocasiones había restos de comida y otros residuos.

Economía circular medieval

En la entrevista, los dos expertos han destacado la importancia que tenía en la edad media la reutilización de recursos: todos los desperdicios se aprovechaban al máximo, creando una suerte de "economía circular" en la Edad Media. Tanto las heces de los animales como las de las personas se empleaban en el campo como estiércol, que los autores definen como "Oro negro medieval" - en el campo: sin embargo, en el caso de los excrementos humanos, la prácticas se abandonó por los problemas de parasitismo que generaba.

La ropa era muy valiosa, pues hasta la aparición de los sastres en el siglo XIV las prendas se tejían en las casas en base a fibras animales y vegetales: los ropajes se arreglaban y remendaban todo lo posible, y cuando era imposible de aprovechar el tejido se empleaba como papel higiénico o como compresa para las mujeres. Existían, incluso, ropavejeros que compraban las ropa, la limpiaban y la oreaban.

En ocasiones, se relaciona la letal epidemia de peste negra con la falta de higiene, si bien los autores de "El olor de la Edad Media" afirman que no hay correlación: las ratas medievales no proliferaban por la suciedad, y eran muy numerosas en ambientes agrarios. El problema principal fue que las pulgas que transmitían la terrible enfermedad saltaban de un animal a otro: en algunas ciudades menos higiénicas la peste tuvo menos incidencia que en otros lugares, apunta Traité.El propio nombre de "peste" ha provocado que asociemos colectivamente esta enfermedad con la falta de higiene.