Bruno Sánchez Andrade nos cuenta su proyecto en Kakuma, un campo de refugiados en Kenia, al este de África, en el que el objetivo principal era enseñar a esas personas estrategias empresariales, para ayudarlas a tener una identidad más allá de la de ser un refugiado y que éste condicionante no sea más que un adjetivo.
Otro de los proyectos que ha llevado acabo el científico está situado en el Ártico, en el que se negociaron actuaciones para combatir el cambio climático. "Fue una experiencia muy bonita" comenta.
Lo más importante de estos proyectos es aplicar la ciencia de impacto a la vida real, que las teorías se vuelvan pragmáticas y tengan utilidad. Pone de ejemplo el caso de los filtros de agua para hacerla potable, en Nepal, a través de un material muy parecido al grafito con el que se hacen los lápices, llamado grafeno.