Impulsadas por el viento, las llamas se han extendido en las últimas horas a las vecinas localidades de Odemira, Silves y Portimão, destruyendo a su paso infraestructuras agrícolas, campos de árboles frutales, fábricas y casas. Además, el fuego ha dañado hasta 40 kilómetros de tendido eléctrico, lo que ha dejado sin energía a unas 17 localidades de la zona.
La situación ha desatado la alarma entre la población, y las autoridades, que este lunes llegaron a tener controlado el 95 % del incendio, han reforzado la presencia de medios en la zona, donde trabajan más de 1.200 bomberos, 400 vehículos terrestres y 16 aviones, así como otros dos Canadair llegados desde España.
Pero ello no ha evitado que aparezcan las primeras críticas a la gestión del incendio, provenientes de las dos principales organizaciones que representan a los bomberos en el país, la Dirección de la Asociación Nacional de Bomberos Profesionales y el Sindicato Nacional de Bomberos Profesionales.
Ambas organizaciones se preguntaron hoy, en un comunicado, por qué Portugal vuelve a registrar fuegos que duran más de tres días, teniendo en cuenta que "se sabía desde hace meses que la Sierra de Monchique era zona de alto riesgo".
"La reorganización que el Gobierno implementó en el combate y las medidas de prevención tienen que ser evaluadas, porque asistimos a un incendio que involucra a más de un millar de bomberos, dos centenares de vehículos, 13 medios aéreos... y aún no está controlado", subrayan.
Su mensaje ha coincidido con una comparecencia del ministro de Administración Interna (Interior), Eduardo Cabrita, quien en nombre del Gobierno ha lanzado un mensaje de "tranquilidad" y "serenidad".
"Nunca estuvieron tantos efectivos en una operación de este tipo", subrayó Cabrita, quien consideró "muy positivo" que el fuego del Algarve sea el único "significativo" actualmente en Portugal, afectado por una ola de calor que ha llevado a registrar 45 grados centígrados en varios puntos del país en los últimos días.
Pero, pese a este mensaje público de confianza, el Ejecutivo ha cambiado hoy la respuesta al incendio, que ahora dirigirá el Comando Nacional de Protección Civil, y no su división distrital en Faro, capital del Algarve, responsable de la tarea desde el viernes.
El escenario que afrontan las autoridades hoy en día son temperaturas de 35 grados y fuertes rachas de viento que aproximan las llamas a aldeas como Alferce, donde en las últimas horas sus habitantes, que han tenido que ser desalojados, han visto arder varias de sus casas.
"La gente joven de este pueblo se ha quedado sin nada, porque ardió todo, todas las infraestructuras agrícolas, la producción, los frutales y muchos alcornoques", relató a Efe Paula David, vecina y funcionaria del Ayuntamiento de Alferce.
Paula David aseguró que hubo pánico entre los habitantes durante la evacuación de la aldea, y que muchos recordaron lo sucedido en Pedrógão Grande, municipio del centro de Portugal en el que murieron 66 personas en un incendio desatado el 17 de junio de 2017. "No hay palabras, hay muchas personas heridas, animales muertos", lamentó David.
Según el último balance de las autoridades, 29 personas han resultado heridas de forma leve y una de gravedad, una mujer de 72 años que sufrió quemaduras de importancia y fue trasladada a un hospital de Lisboa. Todos ellos forman parte del total de 79 personas asistidas en la zona por diferentes circunstancias durante los últimos cinco días.