Hay un elemento que siempre llama la atención en la vestimenta de los altos cargos de la Iglesia católica: sus gorros. Aunque para el ojo no iniciado puedan parecer simples accesorios litúrgicos, lo cierto es que cada uno de ellos guarda una historia rica en simbolismo, tradición y jerarquía.
El solideo: pequeño pero cargado de significado
El más discreto y cotidiano de estos gorros es el solideo, una pequeña pieza circular que cubre la coronilla. Su nombre proviene del latín “soli Deo” (“solo a Dios”), aludiendo al hecho de que solo se lo quitan ante el Santísimo Sacramento.
El color del solideo varía según el rango:
- Blanco para el Papa.
- Rojo escarlata para los cardenales.
- Violeta para los obispos.
- Negro para algunos sacerdotes, aunque hoy es poco común.

La mitra: el gorro litúrgico por excelencia
La mitra es el más imponente y reconocible. De forma alta, con dos puntas en la parte superior y dos bandas que caen por la espalda, se utiliza durante las celebraciones litúrgicas más solemnes. Su origen se remonta al siglo X, aunque sus formas actuales se definieron entre los siglos XII y XIII.
Solo obispos, cardenales y el Papa la usan. Existen diferentes tipos: la mitra simplex (blanca y sin adornos, para ocasiones penitenciales), la auriphrygiata (con hilos dorados) y la pretiosa (adornada con piedras preciosas, reservada para grandes solemnidades).

El camauro: para el frio
Un gorro menos conocido pero históricamente significativo es el camauro, utilizado exclusivamente por los papas. Se trata de una prenda de terciopelo rojo con ribete de armiño blanco, usada antiguamente durante el invierno. Fue célebremente recuperado por Benedicto XVI en 2005 tras siglos en desuso, lo que causó sorpresa e incluso memes en redes sociales por su parecido con el gorro de Papá Noel.

Estos gorros no son simples adornos, son símbolos visibles de funciones, dignidades y compromisos.

