Una fuente de la Policía que pidió el anonimato dijo que al menos dos estudiantes murieron, mientras que el portavoz del Ministerio de Salud Pública afgano, Mahammad Ismail Kawusi, confirmó que doce heridos fueron evacuados a un hospital.
Un portavoz de la Policía, Humayon Aini, declaró que tras producirse una explosión, "suicidas con bombas entraron en la universidad, donde algunos estudiantes están atrapados". Aini añadió que los suicidas, cuyo número desconocía, mantienen un tiroteo con la Policía, que ha acordonado la zona.
El rector de la Universidad, Mohammad Sharif Faiz, relató que "después de la explosión, algunos insurgentes entraron en la universidad y algunas personas resultaron muertas y heridas". "No sabemos el número exacto de víctimas", agregó.
La Embajada de Estados Unidos en Kabul emitió un aviso a sus nacionales para que eviten la zona, mediante un mensaje en redes sociales en el que señaló que el ataque se produjo a las 19.30 hora local (15.00 GMT). Algunos de los atrapados enviaron mensajes a través de Twitter en los que pedían ayuda. "No me maten, soy inocente", escribió el profesor Ahmad F. Samin, a la vez que rogaba que "Alá salve a todos".
Amigos y familiares de los atrapados también alertaron en la red social de la situación dentro del centro, como Ahmad Naeem, cuyo hermano mayor se encontraba dentro, o Abdul Hay Sadrey, que advirtió de que varios amigos "están atrapados". "No puedo hacer nada por ellos", lamentó Sadrey.
El ataque se produce después de que a comienzos de mes un grupo de hombres armados no identificados secuestrara en Kabul a dos profesores, uno estadounidense y otro australiano, que trabajan en la Universidad Americana de Afganistán.
El secuestro tuvo lugar el pasado día 7 cerca de este centro privado de educación superior, cuando los profesores viajaban en un vehículo de la universidad de camino a su residencia. La universidad comenzó su actividad en la capital afgana en 2006 y en la actualidad cuenta con más de 1.700 alumnos, según recoge su página web. Afganistán vive un incremento de la violencia que ha hecho escalar este año las víctimas civiles a cifras récord desde que comenzaron a ser contabilizadas en 2009.