Giorgia Meloni se ha consolidado como una figura clave en el complejo tablero geopolítico europeo. Su cercanía con Donald Trump, demostrada en una reciente visita a Washington donde exhibieron una sintonía poco habitual incluso entre aliados tradicionales de Estados Unidos, ha elevado su perfil internacional, pero también ha reabierto tensiones dentro de la Unión Europea sobre cómo gestionar la relación con el imprevisible presidente estadounidense.
Un vínculo directo con Trump
Durante su encuentro en la Casa Blanca, Meloni no solo fue bien recibida por Trump, sino que logró comprometerlo, al menos de palabra, a negociar un acuerdo arancelario con los 27 miembros de la UE. A pesar del escepticismo sobre la fiabilidad de sus promesas, el gesto es un logro diplomático. Meloni también defendió en persona posiciones clave de la UE, y contrarias a postulados de Trump, como la condena a la invasión rusa de Ucrania y el rechazo a la política proteccionista estadounidense.
El vínculo se reforzó aún más con la aceptación de Trump de una futura visita a Italia, donde se reuniría con otros líderes europeos.
Coordinación europea
Meloni no actúa por libre. Antes de su viaje a Estados Unidos, consultó con figuras clave como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y con los líderes alemanes Olaf Scholz y Friedrich Merz, reflejando una voluntad de consenso y coordinación institucional.
No faltan quienes piensan que es, al revés, que Trump ha encontrado en ella un caballo de Troya para dividir a Europa. Aun así, es relevante destacar que, a diferencia de otros dirigentes como el húngaro Viktor Orbán, Meloni ha respaldado las posiciones comunitarias clave en cuestiones como la respuesta arancelaria a EE.UU. y la defensa de Ucrania frente a Rusia.
Europa ante la encrucijada
Lo cierto es que el gran debate es si Europa apuesta por entenderse con Estados Unidos, aunque sea tapando la nariz, a la espera de que todo pase en cuatro años. O rompe se echa en brazos de China renunciando a los principios fundacionales de la Europa más democrática y próspera de la historia. El reto europeo es, pues, encontrar el equilibrio y para eso, más que nunca, lo que hace falta es unidad.