La jornada política viene marcada por los mensajes que Pedro Sánchez desliza en privado, el contraste con su balance público de gestión y la presión creciente de los socios del Gobierno, mientras Yolanda Díaz intenta abrir nuevos frentes sociales desde el Ministerio de Trabajo.
Balance triunfalista de Moncloa
Lo primero es lo que dijo anoche Pedro Sánchez en la tradicional copa de Navidad que el Gobierno ofrece a los periodistas acreditados en el Palacio de la Moncloa. Es la cita en la que el presidente suele deslizar ideas que no siempre sostiene en público. Entre ellas, que la futura portavoz del Gobierno —cuando salga Pilar Alegría— seguirá siendo una mujer, o que ahora ve posible que Junts apoye los Presupuestos.
Según Sánchez, se ha abierto una "ventana de oportunidad", siempre y cuando él cumpla sus compromisos. El principal: la vuelta de Carles Puigdemont a España. En esos corrillos, el presidente se mostró confiado: “Estoy en forma, me encuentro bien, en un buen momento, con un punto de madurez que me permite ver las cosas de otra manera”. De ahí su insistencia en agotar la legislatura, argumentando que la alternativa es un Gobierno de PP y Vox.
Ese buen concepto que Sánchez proyecta de sí mismo contrasta con lo ocurrido por la mañana, durante la rueda de prensa adelantada en la que hizo balance de un año al que todavía le quedan dos semanas. El presidente insistió en los logros del Gobierno en estos siete años y medio y trató de presentar también como éxitos aquello que no lo ha sido.
Así, defendió que la amnistía contó con el respaldo de más de doce millones de españoles, sumando los votos de todos los partidos que la apoyaron, incluidos los del PSOE, pese a que hasta la noche electoral el propio Sánchez la consideraba inconstitucional. Mientras él hablaba de datos macroeconómicos, del SMI, la subida de las pensiones o las ayudas a la dependencia, los periodistas insistían en preguntar por los casos de corrupción y de machismo en su partido, por un posible adelanto electoral o por una cuestión de confianza.
El discurso victimista y la falta de explicaciones empiezan a perder efecto entre los socios de Gobierno, especialmente desde que han aflorado los casos de acoso sexual dentro y fuera de Moncloa. Sánchez volvió a recurrir a estadísticas para afirmar que una de cada tres mujeres ha sufrido acoso laboral y aseguró que el PSOE ha reaccionado con rapidez y contundencia. En el caso Salazar, esa “rapidez” se traduce en cinco meses. En octubre, Besteiro ya conocía las denuncias sobre el presidente de la Diputación de Lugo.
Por cierto, el manifiesto lanzado hace dos días por mujeres del PSOE en Galicia suma ya casi cuatrocientas firmas. Un tercio de los firmantes son hombres, entre ellos los expresidentes de la Xunta Pérez Touriño y González Laxe.
Inquietud en los socios
Son estos casos los que más han soliviantado a los socios del Ejecutivo, aunque la corrupción sigue siendo el principal motivo de inquietud. Consideran insuficientes las explicaciones del presidente. Sumar pidió el viernes una remodelación profunda del Gobierno, una demanda que Yolanda Díaz viene repitiendo sin éxito.
Permiso por defunción
Mientras tanto, la vicepresidenta y ministra de Trabajo ha alcanzado un nuevo acuerdo con CCOO y UGT para ampliar los permisos laborales: diez días por fallecimiento de un familiar, quince días para cuidados paliativos y un día para acompañar en un proceso de eutanasia. Para sacarlo adelante en el Parlamento, los sindicatos ya presionan a los grupos, apelando a la sensibilidad y evitando que se escuden en tecnicismos.
El camino no será sencillo. Tanto PP como Junts se oponen a las propuestas de Trabajo que no cuentan con el aval de la patronal, que ya rechazó este acuerdo cuando Yolanda Díaz lo anunció a principios de mes.

