Participar en el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad es una tradición cada vez más arraigada en nuestro país. Porque ser partícipes de la ilusión colectiva es ya parte del espíritu navideño.
Muchas personas viven comprar un décimo como un gesto compartido que refuerza vínculos y crea un sentimiento de "estar dentro del juego" junto a millones de personas. Y aunque en el fondo, todos sabemos que la Lotería de Navidad es más un acto social y emocional que una estrategia financiera, aun así muchas personas intentan atraer la suerte de las maneras más curiosas. Pero, ¿qué esconde la actitud de las supersticiones?
¿Por qué creemos en las supersticiones?
Especialmente en Navidad es muy común apostar a un mismo número, pero, como sucede con la mayoría de supersticiones, esta decisión tiene más que ver con la psicología que con probabilidad.
Estas son las razones más frecuentes por las que la gente repite número año tras año en la lotería de Navidad:
- La ilusión de control: nuestro cerebro odia la incertidumbre. Por ejemplo, jugar siempre el mismo número nos da la sensación (falsa, pero reconfortante) de que tenemos cierto control sobre un resultado completamente aleatorio. Es el mismo mecanismo que hace que muchas personas soplen los dados o toquen madera.
- Vinculación emocional: hay personas que tienen "números fetiche" y es que muchos números están asociados a fechas importantes, como nacimientos, aniversarios, cumpleaños, bodas, incluso pérdidas. Repetir ese número no es tanto superstición como un pequeño ritual identitario: "este número es mío".
- Sesgo de disponibilidad: cuando un número "suena" cercano, creemos que tiene más posibilidades de salir, aunque matemáticamente no sea cierto. Es un atajo mental automático.
- Miedo a arrepentirse (sesgo del "qué hubiese pasado…"): muchas personas les aterra la idea de dejar de comprar su número y que justo ese año salga. Este miedo al arrepentimiento futuro es una de las supersticiones más fuertes.
- Refuerzo social: si un número se juega en familia, en la oficina o entre amigos, se convierte en una tradición. Esa dimensión social refuerza la idea de seguir repitiéndolo, porque dejarlo sería "romper la costumbre".
- Ilusión de "racha" o destino: algunos números parecen "especiales" porque ya salieron una vez, porque terminan en cifras que "han tocado", o porque la mente busca patrones donde no los hay. Nuestro cerebro es experto en detectar señales incluso en el azar puro.
En resumen, jugamos siempre el mismo número porque nos da identidad, calma la incertidumbre y alimenta la idea de que existe cierto destino o patrón, aunque desde el punto de vista matemático todos los números tengan exactamente la misma probabilidad.
Las supersticiones de la lotería de Navidad
Una de las características más esenciales de las supersticiones es que abren la puerta al "y si…" y eso alimenta la ilusión, que emocionalmente es muy valiosa, sobre todo en tiempos de incertidumbre. Aparte de la entendidísima superstición de jugar a un mismo número, hay otras supersticiones que suelen practicarse para atraer la suerte en este sorteo:
- Comprar en administraciones "tocadas por la suerte": comprar en Doña Manolita (Madrid), La Bruixa d'Or (Sort) o cualquier administración que ya ha repartido premios se convierte automáticamente en talismán. La suerte atrae suerte, dicen.
- Entrar con el pie derecho: acceder a la administración de lotería para comprar el décimo entrando de esta manera. Esta acción proviene de la idea simbólica de que el lado derecho representa lo correcto, lo positivo y lo favorable.
- Traer décimos de viajes: comprar un número en cada ciudad que se visita, bajo la idea de que "la suerte está fuera de casa".
- Décimos boca abajo: pedir al lotero que te entregue el billete de esta manera.
- La superstición del último décimo: si en una administración queda solo un décimo, muchos piensan que "ese es el que toca".
- Tocar cabezas o barrigas: pasar el décimo por la cabeza de una persona calva o por la barriga de una embarazada.
- Evitar contarlo para que no se "gafe": hay quien cree que si dices tu número, lo estropeas. Otros hacen lo contrario: lo repiten para atraer la buena energía
- Llevar un amuleto: como un trébol de cuatro hojas o cualquier otro símbolo personal de buena fortuna.

