Desde hace tiempo recibo llamadas comerciales de empresas de seguridad, las cuales en su argumentario de venta aluden infundadamente ante un riesgo de okupación en la casa de mi familia, entendida como segunda vivienda.
Un factor de peligrosidad para nada comparable con la espada de Damocles que debe pender sobre las personas que no tienen la fortuna (o habilidad), de haber podido garantizarse el derecho constitucional a una vivienda digna y adecuada, en propiedad (o usufructo). Pero no es mi intención confrontar el art. 47 al 33, ni siquiera al 38 porque ya sabemos que la banca siempre gana.
Aunque sí, cambiando la ce por ka, pongo atención sobre algunas estrategias políticas.
- Desde que se rompió el bipartidismo en este país, eslóganes populistas como: «Con nosotros ¡A los okupas patada en el culo y fuera en 24 horas!» parece ser que calan hondo en buena parte de nuestra sociedad.
Ambos ejemplos juegan con el comprensible miedo de la gente, que comprará un servicio o que votará por una promesa electoralista que los ampare y proteja. Unos ofrecen como solución cierta prevención a coste mensual, los otros platean el desahucio como fin del problema.
Nosotros pondremos música a este preocupante asunto.
Texto: Miguel Tébar, periodista musical