HIJO ADOPTIVO

Antón Castro: "la cultura zaragozana da mucho para contar"

Llegó a Zaragoza hace 44 años para evitar el servicio militar como objetor de conciencia, vivió como okupa y un beso de despedida en la estación le hizo quedarse para siempre. El periodista y escritor Antón Castro recibió el pasado día 8 el título de Hijo Adoptivo de Zaragoza.

José Antonio Alaya

Zaragoza | 13.10.2022 16:23

Su nombre es una institución en sí misma, una 'marca aragonesa' con distintivo de calidad, aunque su carné de identidad señale que nació en Arteixo (el pueblo de Inditex), como el entrenador Arsenio Iglesias, que lo era del Real Zaragoza en la época en la que Antón Castro recaló en Zaragoza, aunque no fue el fútbol lo que le hizo seguir los pasos de Arsenio hasta la orilla del Ebro, aquello sólo fue casualidad. El objetivo de aquel joven Antón era evitar el servicio militar arropado por el Movimiento de Objeción de Conciencia que estaba surgiendo en Zaragoza.

El periodista de Heraldo nos ha contado que formó parte de aquel colectivo y vivió con ellos como 'okupa' en una casa de la calle Casta Alvarez. Para colaborar con la causa se fue a vendimiar a Alfamén, su primer trabajo en Zaragoza. Después se ganó la vida en numerosas ocupaciones: hizo derribos, pegó carteles, incluso trabajó como cajero en un bingo. En Zaragoza surgió una historia de amor, que no fraguó. Tras el desengaño amoroso decidió volver al hogar familiar, pero el beso de despedida de la amiga que le acompañó a la Estación del Portillo hizo que ni siquiera deshiciera las maletas al llegar a Arteixo. Pocos días después, volvió a Zaragoza.

Aquella historia de amor, la del beso en la estación, sí fraguó: 42 años de matrimonio, 5 hijos y 6 nietos. Tras su regreso comenzó a colaborar en El Día de Aragón y el director, Plácido Díez, no tardó en ofrecerle un contrato. Desde entonces, Antón Castro firma un relato cultural de gran riqueza, asegura. Defiende que el paisaje cultural de Zaragoza siempre ofrece cosas interesantes que contar. Su brillante trayectoria le hizo merecedor en 2013 del Premio Nacional de Periodismo Cultural. Y el pasado sábado su condición de zaragozano de adopción tomó forma oficial, con la distinción concedida por el Ayuntamiento de Zaragoza.