EUROLIGA

El Real Madrid termina con una batalla campal su derrota ante Partizán

El Real Madrid queda al borde del abismo en un encuentro que ha terminado de la peor forma con una batalla a golpes entre los dos equipos

ondacero.es | EFE

Madrid | 27.04.2023 23:18

Los jugadores del Partizán se pegan con los jugadores del Real Madrid en el Wizink.
Los jugadores del Partizán se pegan con los jugadores del Real Madrid en el Wizink. | EFE/Juan Carlos Hidalgo

El Real Madrid volvió a perder el segundo partido del playoff ante el Partizán, esta vez por 80-95, y ante la ausencia de Walter Tavares, por lesión, demostró que no hay plan B, en un partido que quedó sin terminar cuando a 1.40 del tiempo reglamentario hubo una trifulca generalizada entre los dos equipos.

A falta de 1.40 para el final (80-95) hubo un trifulca, por llamarlo de algún modo, en el que se vieron involucrados los dos banquillos y que se saldó, después de varios combates de artes marciales por parejas y grupos, y después de más de diez minutos de deliberación arbitral, con un cónclave entre árbitros y entrenadores que decidió el árbitro principal Radovic dando por finalizado el partido.

Una decisión sin precedentes en la que la Euroliga tendrá que tomar medidas.

El plan A del Real Madrid duró poco más de tres minutos, los que necesitó el Partizán para marcar un 0-9. El siguiente plan fue recurrir directamente a la heroica con la entrada en pista de Sergio Llull, que no jugó en el primer partido, y de Vincent Poirier, operado de apendicitis el pasado 6 de abril y que no había completado una sesión de entrenamiento completa.

El equipo serbio dominó el rebote, y el Madrid no dio con la tecla para que su defensa fuera eficaz, más allá de echarle ganas al asunto. Con Kevin Punter más vigilado, fue Dante Exum el que tomó el relevo anotador.

En el Real Madrid, la entrada de Mario Hezonja y Rudy Fernández fue fundamental para que el Partizán no rompiera definitivamente el partido. Al final del primer cuarto, 21-31.

El Real Madrid pareció salir con otro aire en el segundo acto, con más presencia defensiva y con más energía, lo que se tradujo en un parcial de 7-0 en los primeros 3 minutos, 28-31 y que pareciera que el equipo español por fin había dado con la fórmula para afrontar el partido con garantías.

Pero fue sólo un espejismo. Los de Chus Mateo se fueron desesperando con sus fallos y con las decisiones arbitrales, mientras que los de Zeljko Obradovic siguieron a lo suyo, a jugar.

El arrojo de Poirier, sirvió de poco -gran mérito y pundonor el suyo- mientras los demás jugadores se fueron diluyendo en individualidades, dejando claro que sin Tavares no hay plan B en el Madrid. Al descanso, 37-51 y la sensación de que aquello tenía poco arreglo.

Una defensa en zona y un equipo más clásico con un base, Chacho Rodríguez, un escolta, Dzanan Musa, un alero, Rudy; un ala-pívot, Guerschon Yabusele y un pívot, Poirier, fue la siguiente apuesta de Mateo. En el minuto 22.30, 45-53, un 8-2 para la esperanza, mientras las gradas rugían como nunca. Más después de un triple de Rudy que puso el 48-53 y alargó a 11-2 el parcial de salida.

Un triple de James Nunnally, que necesitó más de dos minutos de revisión por si estaba en tiempo, no enfrío el ambiente y el equipo siguió subido en el empuje de las gradas, intentando por lo civil o cualquier otro medio compensar el mayor nivel de baloncesto y de acierto de los serbios.

El Partizán igualó la energía defensiva del Madrid, pero contó con el acierto de Punter, Exum o Nunnally en los momentos más comprometidos o cuando el Madrid se acercaba demasiado en el marcador.

Dos triples de Rudy evitaron que el descalabro fuera mayor que el 62-75 con el que finalizó el tercer cuarto.

Con los ánimos ya demasiado exaltados y con 62-79 (m.32) en el marcador el partido sufrió un parón. Cada canasta era un sufrimiento para el Madrid mientras que el Partizán respondió con una facilidad pasmosa.

El 80-95 final hace justicia y el 0-2 de la eliminatoria pone las cosas más que muy complicadas de cara a la clasificación para la final a Cuatro. Sin Tavares no hay plan B.