Nueva York ha tenido una semana insólita. Cubierta por el humo, nos ha dejado imágenes de una atmósfera rojiza que, verdaderamente, daba miedo. Tras ello, los incendios forestales de Canadá. Los médicos advierten: respirar este humo es tan malo como fumar. Esto, evidentemente, es un episodio puntual. Pero hay lugares del mundo que viven bajo una nube tóxica constante por la quema de lo que llamamos biomasa. A veces, el aire del pueblo puede ser tan tóxico como el de la ciudad. Y es que la leña o los rastrojos pueden considerarse biocombustibles. Estos que ahora están tan de moda y que prometen una transición verde.¿Cuáles tienen futuro y cuáles no? ¿Qué riesgos hay? ¿Veremos los depósitos de nuestros coches alimentarse con paja o girasoles? ¿O terminaremos como en Nueva York estos días?
En Divulga que algo queda, Mario Viciosa, nos ha contado que los biocombustibles no son tan verdes como los pintan. Aunque no vamos hacia unas ciudades sumidas en un humo espeso por usar biocombustibles. Ni vamos a meter rastrojos en nuestros depósitos de combustible de los coches del futuro para que sean más ecológicos. Porque quemar, en general, tiene poco de 'eco'. Ahora hay voces que apuntan a que la leña o los rastrojos, la paja, etc. pueden ser buenos sustitutos del carbón o el gas, puestos a quemar. Porque no son fósiles. O sea, van a emitir menos CO2. Pero, como hemos visto en Norteamérica estos días, no te mata el CO2, sino todas esas partículas que se quedan flotando, partículas finas. O sea, que volver a la cocina de leña o a calefacciones de chimeneano es una solución ni tan eco ni tan saludable.
'Biomasa' también es la quema de restos de podas o el hueso de aceituna para producir energía de última generación. Y esto hay que hacerlo muy bien para no tener un problema como el que tuvieron en Villar del Arzobispo, cuando en 2019 Europa abre un expediente al ver que varias ciudades y ese pueblo tienen una calidad del aire pésima. Y todo por haberse pasado a la quema de hueso de aceituna. O sea, puede parecer muy eco, pero cuidado. No quiere decir que no se puedan usar estas alternativas, pero hay que medir todo muy bien. Hay quien defiende que como tecnología de transición, los biocombustibles pueden servir. Pero los coches domésticos son inversiones a largo plazo. Lo ideal sería más transporte colectivo eficaz y electrificado (ahí entra el carsharing, no sólo el metro o tren), menos presencialidad laboral, etc
Bienvenidas todas las tecnologías que impliquen menos emisiones, siempre que no sean una cortina de humo. En la lucha climática importa lo que tú, individuo, haces. Pero importa más lo que decidimos en conjunto. Y las acciones de los gobiernos. No perjudicando a los más vulnerables, que pueden ser desde los curritos a los pueblos que no han contaminado en su vida pero que sufren los temporales destructivos, las sequías o la deforestación para plantar palma o girasol.