EN 'MÁS DE UNO'

Edu García: "El juego de Modric sí lo podremos rebobinar en la memoria"

Edu García hace un repaso por las novedades del mundo del deporte.

Edu García

Madrid |

Aunque me pongas muecas en el estudio lo digo: hay gente que no quiere retirarse, que disfruta con su curro y que solo por la evolución genética se ven obligados a ello. Los que aman su gremio y la vocación tienen muy difícil eso de apagarse. Sobre todo, si a la hora del adiós te das cuenta de que todavía te queda por recorrer medio siglo de vida.

Luka Modric llevaba tiempo con ese runrún interno. La cabeza por un lado, las articulaciones y los ligamentos por otro haciendo ‘cuchipandi’ con las inflamaciones y las dolencias varias. Juegas 20 minutos, pero asumes que la sesión de recuperación será por lo menos del triple. La postura de la familia, el afamado entorno y esa voz lejana o cercana según lo ahorrado que susurra en tu oído: ‘los ingresos ahora… ¿de dónde?’

Una vez que das el paso, llega la hora de decidir en qué dirección, hacia la salida que te gustaría o hacia esa que tu grandeza desata de manera irremediable. El croata es leyenda del Real Madrid y no vemos cada temporada que una de esta dimensión cuelgue las botas. Palmas, vítores y lloros. Los hinchas, los hijos, la personación de la gloria.

Es evidente que la entidad ya equipara estos fastos con su propia grandeza, atrás quedaron las salidas clandestinas de gatera sin aplausos y sin foco. El Bernabéu retorcerá sus cimientos para inclinarse ante su entrenador y su capitán, sin quedarse mucho tiempo genuflexo que el lunes llega el nuevo inquilino y toda la maquinaria “alonsista” se pone a funcionar.

La vida ya no ampara transiciones ni tiempos de aclimatación, es como en los restaurantes de doble turno que te sacan el postre a la par que el segundo plato. Pero el juego de Modric sí lo podremos rebobinar en la memoria. Ponerlo a cámara lenta, echarlo hacia atrás y verlo cuantas veces nos plazca. Se va un mago sin varita y se lleva sus trucos al arcón del retiro… O quizá se marque un último baile por esos campos verdes y tupidos. Al fin y al cabo, solo tiene unos envidiables 39 años