¿Por qué se resisten independentistas y nacionalistas a reconocer que la Historia fue la que fue? Porque estamos, decía ayer Gutiérrez Aragón, ante un sentido mezquino de la política.
Y, sobre todo, porque un buen independentista no puede aceptar nunca un relato positivo de algo que haya ocurrido en España después de Franco. Y mucho menos, por supuesto, de algo que haya hecho bien un rey de España, llámese Juan Carlos I o Felipe VI, porque el titular de la Corona es definido por la Constitución como “símbolo de la unidad del Estado”. Un símbolo de la unidad del Estado es el enemigo de quien quiere crear un Estado distinto y enfrentado al español. Claro: que aquel 23-F haya triunfado la Constitución Española es algo que un rompedor de la idea de España no puede celebrar.
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Que aquel día haya comenzado la nueva verdad histórica de un poder militar sometido al poder civil es algo que a los Junqueras, Puigdemont y la CUP les parece terrible, porque ya no podrán jugar con la imagen de los tanques entrando por la Diagonal, que da mucho juego al victimismo nacionalista. Y que un rey de España haya parado el golpe, que ese rey fuese reconocido en aquel momento y por la historia como la garantía de la democracia, eso no entra en sus esquemas de repúblicas independientes. Por eso hoy por la mañana plantarán al monarca y por la tarde intentarán quitar al rey viejo el aforamiento y al rey nuevo la inviolabilidad. Es todo bastante mísero, pero elocuente: apoyan al gobierno, por algo será, pero niegan hasta el agua a todo lo que signifique un buen relato español.