Eso parece, y ya sabes que “en política, lo que parece, es”. La figura de la Conferencia de Presidentes ha sido Alberto Núñez Feijóo. Se iban a fijar en él por el pacto de Castilla y León, y hubo que fijarse en él por lo que esa conferencia tuvo de concordia, de principio de acuerdos para la crisis y de nuevo tono entre gobierno y oposición.
El discurso de Feijóo comienza por definir al PP como partido de Estado que quiere resolver los problemas en las instituciones. Sigue por colaborar en los asuntos que requieran unidad y por oponerse en las cuestiones discutibles. Y termina por ofrecer soluciones, como las rebajas de impuestos a los sectores castigados por la guerra. Y todo eso es lo que salió de la Conferencia de La Palma.
Falta concretar mucho, poner números y señalar beneficiarios, pero estamos ante un visible cambio de actitud. Entre el Partido Popular que votaba contra el estado de alarma y el Partido Popular que está por la colaboración hay una diferencia fundamental. Se vió incluso cuando Núñez Feijóo criticó una iniciativa de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Ahora, para que todo sea efectiva concordia, se requieren dos cosas: que los socios de Sánchez abandonen el infantilismo de rechazar todo lo que venga de la derecha y que el propio Sánchez archive para siempre el “no es no”.
Si se abandonó ese “no es no” por ambas partes, el cambio puede ser espectacular. Pero habrá que completarlo. En La Palma no hizo más que empezar.
