EL INDULTADO

Rubén Amón indulta a las prostitutas masajistas: "Lo importante es que no llamemos prostitución a la prostitución"

Amón indulta a las prostitutas que se han especializado en todo tipo de otros trabajos porque "la prostitución ha pasado de la alegalidad a la ilegalidad, de manera que funciona como antaño pero lo hace en la clandestinidad".

Rubén Amón

Madrid | 25.10.2022 10:14

Os recomiendo que reparéis en los anuncios que antaño proponían las prostitutas. Y los prostitutos. Y las travestis. Y las demás variantes de la oferta sexual que ha quedado prohibida o proscrita.

Lo digo porque se ha producido una mutación laboral. Ya no son putas ni putos, sino acompañantes, terapeutas, compañeros de viaje. Se han especializado en la fisioterapia. Nada de sexo. Ni de fotos explícitas. Ni menciones al dinero. Compartir una velada romántica. Ir a bailar bachata.

Porque la prostitución no existe, ¿lo sabías?Ha desaparecido gracias a la legislación que aprobaron el PSOE y el PP. La hemos extirpado de nuestros hábitos sociales. Ahora preferimos un masaje deportivo. Una charla a la luz de las velas. Y compartir la lectura de la última novela de Carrere.

Sucede lo que hizo Jesús Gil en Marbella. No le gustaba que hubiera putas en la calle y las llevó en autobús a los pueblos circundantes, naturalmente mientras las escort-girls abastecían los harenes de los sátrapas que se alojaban en la ciudad de los milagros.

Llamémosle hipocresía. Los lupanares siguen operando con licencias de hotel. Y las mujeres chinas cuidan de las uñas de las mujeres igual que remedian las contracturas de los hombres con la fórmula del final feliz.

Lo importante es que no llamemos prostitución a la prostitución. Y que finjamos combatirla en tiempos de internet. Y que lejos de haber resuelto el problema, si lo hubiera, lo hemos agravado. La prostitución ha pasado de la alegalidad a la ilegalidad, de tal manera que funciona como antaño pero lo hace en la clandestinidad y en el hampa.

Hubiera sido más honesto legalizarla y dignificarla. Combatir los delitos. Respetar la libertad individual, el derecho a vender la parte del cuerpo que uno quiera -de las neuronas a los tobillos-, pero el moralismo del PP y del PSOE ha optado por aceptar que las prostitutas se llamen ahora kinesiólogas.