EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: La viagra que ha recetado Draghi, también tiene contraindicaciones

Les voy a decir una cosa.

No se debe tomar viagra más de una vez al día. Si toma usted más de la que debe, puede experimentar un incremento de los efectos adversos”. Lo dice el prospecto: “Al igual que todos los medicamentos, éste puede producir efectos no deseados”.

ondacero.es

Madrid | 22.01.2015 20:14

La viagra es el fármaco que catapultó, a finales de los noventa, a la compañía Pfizer. No hace falta que les recuerde para qué sirve porque bien lo saben: dilata los vasos sanguíneos permitiendo una mayor afluencia de sangre (al pene). Fue una revolución en su momento y desde entonces decenas de millones de personas se han beneficiado de ella. Los médicos la recetan, pero teniendo presente que hay contraindicaciones y posibles efectos secundarios. Con la devaluación de una moneda sucede lo mismo.

Al terminar la rueda de prensa que esta tarde ofreció Mario Draghi debió haber emitido el Banco Central Europeo esa pantalla azul que aparece al final de los anuncios de fármacos. “Este anuncio es de un medicamento. Lea detenidamente las instrucciones de uso. En caso de duda, consulte a su farmacéutico”. La viagra que ha recetado hoy el gobernador del Banco Central a esta zona euro nuestra que sufre de flacidez en su crecimiento —tan acusada flacidez que el tibio crecimiento de la economía española la hace parecer un sansón con pelo—, tiene, como casi todo, contraindicaciones.

De otro modo no habría tardado tanto en llegar el quantitive easing, el chute de dinero, y no habría habido, y va a seguir habiendo, tanto debate (académico y práctico) al respecto. Porque el debate existe, aunque en los foros públicos (y en los medios) sean hoy muchos más los que aplauden a Mario Draghi por haber abierto, por fin, el grifo del manguerazo máximo, que aquellos que le zumban por inflar una burbuja que, dicen, acabará estallándonos en la cara.

Debate hay, como lo ha habido, en realidad, los últimos seis años (desde que Estados Unidos, con Bernanke, apostó por esta misma política —de expansión financiera, dicen los entendidos— en contra de la doctrina que entonces asumió Europa, o la zona euro: austeridad, equilibrio de cuentas y políticas restrictivas.

Debate entre economistas y debate entre países, o entre gobiernos de nuestros países: el alemán como exponente de la mayor oposición y España, por ejemplo, como exponente de lo contrario: tanto con Zapatero como con Rajoy, el gobierno español siempre ha visto con buenos ojos que el Banco Central preste dinero barato comprando deuda de todo tipo. A Draghi le atizaron por reservón, y por estirado (ultraortodoxo), lo mismo Rubalcaba que Montoro o que Cayo Lara. De hecho, en la política española, no hay partido ni líder que repruebe el lingotazo de liquidez. Las críticas, las pocas que suenan, están en otros ámbitos. 

¿En qué consiste esto que los medios les estamos contando hoy recurriendo a un arsenal de frases hechas, símiles y lenguaje figurado que a menudo nos sirven para evitar explicarlo? ¿Cuántas veces han escuchado hoy que el BCE “saca toda la artillería, que pone toda la carne en el asador, que riega de dinero los mercados, que se sube al helicóptero, que utiliza el bazooka, que es su día D? En resumen consiste en poner en circulación 60.000 millones de euros nuevos cada mes durante dieciocho meses. Poner en circulación qué significa y cómo se hace. Pues prestándole ese dinero a estados y bancos. Todos ellos, cuando necesitan dinero, emiten un papelito que se llama deuda.

Cuando usted le compra un bono al Tesoro está prestándole su dinero durante un tiempo pactado y con un interés determinado. Los bancos hacen lo mismo. Y cuando el Banco Central le compra a los bancos esos papelitos del Estado que ellos tienen, les está prestando dinero barato. Dices: de dónde saca el Banco Central todo este dinero que va a usar para comprar la deuda. Bueno, es el Banco Central, es emisor, él decide cuánta moneda hay en cada momento. Si entiende que vendrían bien 60.000 millones más en el mes de marzo, los pone. Dicho de otra forma: devalúa el euro. ¿Para qué se supone que sirve poner todo este dinero nuevo en manos de bancos y estados? Para que a esos bancos les cueste menos prestarle dinero a usted, a las pymes, los particulares, y para que a esos estados les cueste menos financiarse. En la estimación teórica, eso redunda en mayor actividad económica y mayor crecimiento. ¿Conclusión? Todo son ventajas. Pregunta obligada: ¿y entonces por qué le ha costado tanto hacerlo?

Hay dos tipos de razones. Las primeras, formales. Que la economía ande al tran trán, que el paro haya crecido mucho en la eurozona o que a los estados les haya salido muy caro financiarse no es un asunto que le competa, sobre el papel, al Banco Central Europeo. Él está para controlar la inflación. Para que la subida de los precios no supere el dos por ciento. Durante toda su primera etapa, antes de la recesión, la misión fue ésa: maneter a raya los precios.

Pero ahora estamos en la situación contraria: no sólo no suben, sino que bajan. Porque la economía europea no espabila. Y es aquí donde la inflación le sirve a Draghi como argumento de peso, otros dirían coartada. Como los precios sí son su competencia, y como la interpretación actual dice que no se trata sólo de que la inflación no pase del 2, sino que esté un poco por debajo del 2, pero no mucho, se ve avalado para darle un meneo a la situación en la confianza de que los precios repunten. ¿Es seguro que será eso lo que pase? No, seguro no, es probable. Ya ha habido otras medidas en la misma línea estos últimos meses y seguimos renqueando. Ya bajó el BCE los tipos hasta dejarlos al ras, 0,05. Ya cobró a los bancos por mantener sus depósitos en el Banco Central en lugar de mover el dinero. Ya supeditó los préstamos baratos a que los bancos concedieran, a su vez, crédito a pymes y particulares.

Han bajado las primas de riesgo, los estados se financian más barato (España es el principal ejemplo) y el euro está barato barato frente a otras divisas. Pero la inflación, en diciembre, cerró en negativo. En todo caso, hace tiempo que las razones formales para no calzarse las botas y meterse en el mercado a comprar de todo las tiene aparcadas el gobernador. A imagen y semejanza de sus colegas norteamericanos, él también cita ahora la situación económica e incluso el empleo como indicadores que deben tenerse en cuenta para decidir la política monetaria, no sólo la inflación. Y aunque comprar deuda pública no estaba entre las misiones originales del Banco, hace tiempo que, indirectamente, empezó a comprarla.

Así llegamos al segundo tipo de razones para no haber anunciado, hasta hoy, esto del quantitive easing. Las contraindicaciones y la resistencia de algunos gobiernos, el alemán, para entendernos. ¿Tiene contraindicaciones poner al máximo el surtidor del dinero? Pues sí, como la viagra. Riesgo de efectos adversos existe. Cuanta más deuda compre el Banco Central y menos garantías exija para comprarla, menos seguro es que podrá recuperar ese dinero. Llena su almacén de productos cuya calidad es un poco más discutible que antes.

La solidez del Banco Europeo, en ese sentido, se debilita. ¿Y a usted y a mí qué más nos da? Hombre, queel Banco Central, como tal, no es más que una institución política que compartimos varios estados, y que los garantes últimos de cualquier compromiso que asuman los estados somos…nosotros. Si el estado hace negocios ruinosos, ¿quién acaba pagando el pato? Nosotros. Aquí es donde los alemanes dicen: cuidado, que a nosotros asumir más riesgos no nos parece bien, mucho menos si el riesgo consiste en comprarle bonos a estados menos fiables que el nuestro. Y ahí es donde Draghi introduce un matiz y dice: bueno, el riesgo que lo asuma cada banco central en cada país. No lo mutualicemos todo. Que cada palo aguante una parte específica de la vela.

Pese a la resistencia alemana, Draghi lanza su más ambicioso plan de compras. El último cartucho, el remedio último contra la flojera. ¿Conseguirá el objetivo de que la economía euro prospere y la inflación repunte? Esperar y ver. A favor: que nunca antes había metido tanto dinero de golpe. En contra: que ya tenemos los tipos a cero desde hace meses y no se ha notado el efecto.

¿Tiene contraindicaciones la viagra? Desde luego. ¿Las tiene el quantitive easing? Desde luego. ¿Significa eso que no se debe tomar viagra? No, hombre. ¿Significa eso que no se deben hacer qe-s? Pues depende. Significa que hay que tener presente que la economía, ya lo siento, no son matemáticas. Comparten que hay mucho número en ambas, pero sólo eso. Donde unos analistas ven la imperiosa necesidad de hacer algo como esto, otros ven un error mayúsculo que no tendrá el efecto anunciado y sí terminará de hinchar una burbuja financiera. Con lo fácil que sería si sólo hubiera o medidas buenas o medidas malas. Tome usted las buenas y se acabó el asunto. No llevaríamos siete años —o ciento setenta, según la perspectiva que queramos ponerle— discutiendo si lo suyo es doparnos o hacer dieta.