Empieza la primera de las cuatro campañas electorales que nos depara este 2015 -andaluzas, autonómicas, catalanas, generales- la madre de todos los años electorales. Como primer plato, el Parlamento andaluz. Elegido en 2012 para cuatro años y disuelto por la señora presidenta con el argumento -que mucho no coló- de que su matrimonio con Izquierda Unida hacía agua y amenazaba con llevarse por el sumidero la celebrada estabilidad política de la comunidad andaluza. “Celebrada” por Susana Díaz, se entiende, que en aras de una mayor estabilidad cambió un gobierno de coalición con amplia mayoría parlamentaria por una enorme incógnita que está por resolverse en las urnas.
Quién dijo que en política siempre estaban los mismos. Todos los aspirantes que, desde esta noche, corren en el hipódromo andaluz son debutantes. Nunca antes fueron los primeros de la lista. Susana tampoco, aunque al lado de los otros --y por aquello de su gran notoriedad-- parezca que lleva toda la vida. En política sí, lleva toda la vida en ella, desde jovencita, que militó en las juventudes; como militó en las nuevas generaciones Moreno Bonilla; como fue militante del PCE, con dieciocho años, Antonio Maíllo y como fue candidata en una lista de IU, con dieciocho años también, la hoy candidata de Podemos, Teresa Rodríguez. La vocación política les ha adornado siempre: no hay recién llegados, aunque se estrenen los cuatro como cartel electoral de sus partidos respectivos. Incluso Juan Marín, cara visible de Ciudadanos y el que menos pasado político tiene, cumple ocho años de actividad municipal en Sanlúcar.
Éstos son los cinco nombres que, a decir de las encuestas, encabezarán los cinco grupos parlamentarios del nuevo Parlamento de Andalucía:
· Susana, hija (política) de Pepe Griñán y suplente del mentor cuando éste dio la espantada.
· Juanma, hijo (político) de Rajoy y heredero imprevisto de Javier Arenas, que también pegó la estampada.
· Maíllo, el nuevo de IU. Amigo de Alberto Garzón y símbolo de la nueva etapa de la coalición, en caída demoscópica y abierta a futuros pactos de supervivencia.
. Rodríguez, Teresa. Eurodiputada de Podemos en fase de dejar de serlo.
· Y Juan Marín, Ciudadanos en Andalucía. El primer examen al que se enfrenta el partido de Albert Rivera fuera de su lugar de nacimiento, Cataluña.
¿Y el Partido Andalucista? Nada, según la encuesta de hoy. ¿Y Unión Progeso y Democracia? Tampoco nada. No alcanza el mínimo necesario para tener diputados. ¿Y Mercedes Alaya? Eh, que ella no se presenta, aunque en el PSOE lleven años diciendo que es la auténtica lideresa de la oposición al gobierno autonómico. El gobierno que siempre fue socialista.
El punto de partida para esta campaña que empieza en cuatro horas es el sondeo que ha difundido esta mañana el CIS y que alegrar, lo que se dice alegrar, sólo ha debido de alegrar a Ciudadanos.
Les refresco la memoria: el parlamento andaluz tiene 109 diputados. Si alcanzas los cincuenta y cinco, gobiernas solo. 55 es el número mágico que ninguno de los partidos en liza va a obtener ni de lejos. Como el gordo de Navidad, este nuevo Parlamento va a estar muy repartido.
El PSOE, si la encuesta está fina, será el ganador, con 44 diputados. Sola Susana no gobierna.
El PP, salvo que tenga cien veces más voto oculto del que sugiere su candidato, quedará segundo, con diez menos que el PSOE, a saber, 34 escaños.
Sumados el primero y el segundo nos salen setenta y ocho diputados. Mucho más de la mitad de la cámara. El setenta por ciento de los escaños le corresponderá a los dos grandes, esto que se da en llamar el bipartidismo. Es decir, que en Andalucía los dos grandes partidos tradicionales, aun achicándose notablemente, siguen siendo, de largo, los más votados. Quien llame a PP y PSOE la casta habrá de admitir que la casta gana. La gran mayoría de la población vota aún castamente. En Andalucía al menos.
Aun ganando las elecciones, cosa que nunca hizo Griñán, Susana encajaría el peor resultado de su partido en Andalucía. Su victoria, que lo es (o lo sería) es fruto del desplome que sufre el PP andaluz: con Arenas en 2012 no llegó a la absoluta pero ganó con sus 50 escaños. De esos cincuenta se quedaría en 34. Con razón se encomienda Juanma Moreno a San Cucufato, el patrón del voto oculto. San Cucufato, San Cucufato, si no aparecen mis votos no te los desato. Dando por hecho que un fracaso del PP en Andalucía será interpretado como consecuencia del error en la designación del candidato, lo que interesa mucho saber en el PP (no el andaluz sino el del resto de España) es si el desplome se debe, en efecto, a que Moreno no ha cuajado o si la causa última está lejos de allí y de él, en la pérdida de apoyo que el partido encaja en todas partes tres años después de empezar a gobernar España. Ésta es la parte del análisis crucial para los populares: si es sólo Moreno o es presagio de lo que está por pasar el resto del año.
De los otros partidos en la carrera andaluza, por detrás de PSOE y PP, la peor parte se la lleva Izquierda Unida. El tercer partido en votos y escaños hasta la fecha retrocede hasta convertirse en cuatro o quinto. Arrollado por Podemos y alcanzado por Ciudadanos. Los doce diputados que obtuvo IU hace tres años se quedarían ahora en cuatro o cinco. Bien poca cosa para quien pretendía rentabilizar su presencia en el gobierno andaluz presentándose ante su electorado como el factor que ha hecho posible que hubiera políticas de izquierdas. Ni la vicepresidencia de Valderas ni la visibilidad que ha tenido la consejera de vivienda, Cortés (en su papel de látigo de los bancos), se traduce en un incremento de apoyos. Bien al contrario, el tortazo que se pega IU es histórico. Hasta 22 diputados podría alcanzar Podemos, en contraste, en su estreno andaluz.
Susana, en resumen, ganaría pero empeorando resultados. ¿Sirven 44 escaños para llamarlo victoria arrolladora, para consagrar a la lideresa andaluza como lideresa de su partido en el resto de España? Se queda un poco justa. Y se queda (o se quedaría) a expensas de acuerdos parlamentarios ¿con quién, o con quiénes?