opinión

Monólogo de Alsina: "El rey de antes sigue aflorando"

Carlos Alsina analiza en su monólogo de Más de Uno el pago de cuatro millones de euros por parte del rey Juan Carlos a Hacienda para regularizar su situación fiscal. "Otro pico goloso".

Carlos Alsina

Madrid | 26.02.2021 08:50

Enhorabuena a la Hacienda española, que somos todos, porque ha ingresado otros cuatro millones de un contribuyente que nos debía dinero. Ocultó durante años el dinero que le aportaba la fundación de un primo suyo para pagarse un avión privado. Ocho millones de euros en vuelos. Hacienda nunca tuvo noticia de ese dineral hasta ahora, que el contribuyente en cuestión, de nombre Juan Carlos de Borbón, ha aflorado para satisfacer su deuda y evitarse males mayores.

Otros cuatro millones de euros ha pagado el rey de antes. Impuestos correspondientes a varios ejercicios en los que ya no era jefe del Estado ---ni inviolable--- y generados por los ocho millones de ingresos bajo cuerda. Sobre el papel (aunque esto también se está investigando) ese dinero se lo pagó su primo Álvaro de Orleans a través de la Fundación Zagatka (todas estas fundaciones sólo eran instrumentos financieros para ocultar dinero), pero falta saber de dónde sacaba, a su vez, Orleans tanto dinero. Él negó ante el fiscal suizo ser testaferro de don Juan Carlos: sostuvo que el dinero era suyo pero que le hacía favores al rey por sus lazos familiares. Y también, que se enfadó cuando supo que le estaba pagando vuelos a Corinna, de la que no tiene buena opinión.

El rey emérito regulariza así otro pico goloso

El rey emérito regulariza así otro pico goloso. En diciembre fueron setecientos mil euros. Ahora, cuatro millones. Entonces se dijo que pagaba con el crédito que le había dado un banco. Ahora se dice que los cuatro kilos se los han prestado empresarios amigos a modo de préstamo. Debe ya tanto dinero, cuatro millones setecientos mil euros, que le va a llevar el resto de su vida devolverlo.

Enhorabuena a Rosa María Mateo, en puertas ya de liberarse de ese potro de tortura que es la presidencia de Radio Televisión Española. Dos años y medio después de haber sido elegida por el Parlamento como administradora provisional, le llega el relevo. Cuando la nombraron se dijo que era un remiendo para poco tiempo, tres meses máximo, porque a la nueva dirección se la escogería por concurso de méritos, lo nunca visto, la quintaesencia de la transparencia y la despolitización que llegaba de la mano del nuevo gobierno. El concurso empezó, los aspirantes se examinaron, fueron puntuados por un grupo de evaluadores expertos y se hizo una lista con los veinte mejor valorados.

Sánchez, Casado e Iglesias se reparten los cromos de RTVE

Pero ahora han sido el gobierno y el PP los que han hecho la lista verdadera. En la lista de diez que han pactado Sánchez, Casado e Iglesias sólo hay tres de aquellos veinte mejor preparados. El concurso de méritos queda enterrado y las cosas vuelven a hacerse como se hicieron siempre: repartiendo cromos.

Habrá que desearle la mejor de las gestiones a José Manuel Pérez Tornero, nuevo presidente de la corporación, que llega con esta filosofía que él mismo ha plasmado en artículos recientes en Infolibre: 'El periodismo que debe ser realista y crítico ha mutado en infoshow, o en infoentretenimiento. Algunos medios se valen de la polarización y la confrontación sectaria para frenar el desafecto de sus públicos. Contaminan la esfera pública con algo que se parece mucho al lenguaje del odio. Algunos medios se han lanzado a la caza de instituciones que les puedan servir de chivos expiatorios. La espiral de sectarismo sólo parece colmarse cuando se consuma el sacrificio de la víctima propiciatoria. Necesitamos establecer un nuevo sosiego en la conversación mediática'.

El nuevo presidente de Radio Televisión Española está en contra de los programas de infoentretenimiento que fomentan la polarización. Por sus hechos les conoceréis. Ahora toca pasar de la prédica a la cosecha.

Sobre el Consejo del Poder Judicial y la lista de los veinte elegidos para la gloria seguimos a la espera de que la Moncloa y el PP salgan al balcón de la plaza de San Pedro a anunciar al mundo que ya han escogido cardenales.

Antes de cesar de sus puestos, dos años después de que les tocara hacerlo, los vocales salientes han cumplido con una de sus tareas, que es ofrecer asesoramiento al gobierno sobre los proyectos de ley que éste desea llevar al Congreso. Los órganos consultivos se llaman así porque sirven para eso, para que el gobierno los consulte. Uno de los proyectos para los que se pidió el dictamen jurídico es la ley de libertades sexuales de la ministra Irene Montero. En este asunto lo que le corresponde al Consejo del Poder Judicial es analizar el texto, anticipar los cambios que traerá consigo en materia jurídica y hacerle al gobierno cuáles pueden ser los problemas. Y eso es lo que hizo ayer. Hacer saber al gobierno que exigir el consentimiento explícito como requisito para que una relación sexual sea lícita desplaza la carga de la prueba, es decir, que en caso de denuncia sería la persona denunciada quien tendría que probar que existió ese consentimiento en forma de actos exteriores, concluyentes e inequívocos. Sólo sí es sí y ha de ser el denunciado quien pruebe que el sí existió.

Los tres ministros que son jueces, Robles, Marlaska y Campo (los tres fueron vocales del Consejo del Poder Judicial) comparten que el texto adolece de errores técnicos. La ministra de Defensa lo expresó ayer con nitidez.

Es la normalidad democrática. Pulla a sus colegas morados de gabinete. El equipo de Irene Montero sostiene que el dictamen del Consejo del Poder Judicial es regresivo, que es una forma de decir que son todos conservadores y antiguos. Y la propia ministra ha escrito en tuiter, dónde si no, que ‘sólo sí es sí será ley’. Una forma sintética, incluso un poco sioux, de anunciar que no piensa cambiar una coma.

"Quiénes son los demás para corregirme una ley a mí"

Cuando un grupo de juristas critica un proyecto del gobierno puede tratarse de un caso, es verdad, de discrepancia ideólogica. Y puede ocurrir que ese gobierno mantenga su orientación pese al criterio de ese grupo de juristas. Pero también puede ocurrir que sea un caso de arrogancia: que una ministra se niegue a atender las recomendaciones jurídicas que se le hacen porque entienda que su texto es inmejorable. Quiénes son los demás para corregirme una ley a mí. Ya pasó hace un año, con el primer borrador de esta ley, que el ministro de Justicia advirtió que el texto era malo y salió el vicepresidente Iglesias, compañero y jefe de la ministra Montero, a tacharle de machista.

Excusas técnicas. Ahora comprobamos que hay veinte machistas frustrados en el Consejo del Poder Judicial ---incluidas las nueve mujeres, puesto que hubo ayer unanimidad--- y mucho machista frustrado en la asociación Juezas para la Democracia, que comparte los reparos que el Consejo ha puesto. No siempre todas las discrepancias se explican ni por la ideología ni por el machismo, aunque a algunos vicepresidentes de gobiernos les cueste asumirlo.