OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El PP va rumbo al naufragio vasco"

Lunes de carnaval. Agotando la fiesta y sin colegio hoy en unas cuantas comunidades autónomas y en un montón de municipios. En Canarias era día lectivo pero se han suspendido las clases no por el carnaval sino por la calima.

ondacero.es

Madrid | 24.02.2020 08:13

Esta tromba de arena, de polvo, que ha hecho que proliferen las mascarillas, hizo imposible ayer aterrizar durante horas en algunos aeropuertos y ha complicado el trabajo de los profesionales que combaten los incendios. Entre la calima y el humo, el fin de semana ha sido de sobresalto en Canarias. Con carnaval y todo.

En Venecia se suspendió el carnaval por el coronavirus que empezó en Wuhan. Como decía anoche Antena3, máscaras y mascarillas en las calles de Venecia y máscaras y mascarillas como resumen del momento que vivimos. Es probable que usted se esté preguntando esta mañana si no acabaremos todos llevando mascarilla aquí, en España. Como antes sucedió en China y como ya está sucediendo en el norte de Italia. Aquello que nos pareció insólito hace un mes en China, la cancelación de los transportes públicos para impedir que abandonaran sus ciudades decenas de miles de personas ---prohibido viajar---, lo tenemos ya en práctica en una provincia italiana: Lodi, vecina de Milán. Cincuenta mil habtantes de once municipios tienen prohibido abandonarlos. Es allí donde se han multiplicado los infectados por este virus, aunque no es sólo allí donde están detectados casos.

Son cinco las regiones donde hay enfermos de neumonía y se han producido tres fallecimientos, todos ellos de pacientes de más de setenta años. Recuerde que las personas más vulnerables al virus son las que tienen una edad elevada y algún problema de salud previo. Para el resto de la población, en la mayoría de los casos la enfermedad se supera, pero a más infectados, obviamente, más probabilidad de que aumente el número de muertos. El objetivo por tanto, en China hace un mes y en Italia ahora, es contener la expansión creando una cápsula de seguridad en los municipios donde empezó el contagio y reduciendo al mínimo las concentraciones humanas en las poblaciones próximas. Eso afecta a Milán, donde se ha suspendido el fútbol, se ha cerrado la ópera, los museos, los colegios; afecta a Venecia y afecta a Turín, por citar las capitales más pobladas del norte de Italia.

¿Y España, qué? Pues en España, de momento, no hay enfermos con el coronavirus. Hubo dos contagiados pero ya recibieron el alta. Lo que ocurre es que, así como los viajeros procedentes de Wuhan no suelen ser muchos, los viajeros que procedan del norte de Italia son multitud. Sin ir más lejos, el Valencia estuvo en Milán la semana pasada disputando un partido de Champions. Por eso dijo ayer el responsable del gobierno que informa sobre el coronavirus, Fernando Simón, que preocupación sí que hay. Como para no tenerla.

El gobierno italiano se niega, por ahora, a poner en cuarentena la libre circulación de personas en Europa –-es decir, se niega a tomar la temperatura y examinar a todo el que cruce en un sentido u otro su frontera--. Los demás gobiernos, en principio, tampoco se lo plantean. Pero Austria ya anunció anoche la paralización de todo su tráfico ferroviario con Italia. Detectaron dos casos de contagiados que iban en un tren procedente de Venecia y con destino Munich. Y han optado las autoridades por tirar por elevación y poner controles a todos los trenes. De manera que la libre circulación de personas, el espacio Schengen, vamos a ver lo que aguanta.

El número dos del Partido Popular, Teodoro García Egea, mintió ayer dos veces. La primera, cuando dijo que la defenestración de Alfonso Alonso como candidato a la presidencia del gobierno vasco la habían tomado entre Alonso y la di-rección nacional de mutuo acuerdo. En realidad lo que pasó es que se le comunicó la destitución a Alfonso Alonso y punto. Él mismo lo contó así en twitter quince minutos antes de que la dirección del PP convocara a la prensa: Casado me acaba de comunicar que no seré candidato. Es un mutuo acuerdo bien poco mutuo.

La segunda vez que Egea faltó a la verdad fue ésta: cuando habló de la marcha de Alonso, como si hubiera decidido viajar a Nepal en un año sabático.

Las elecciones autonómicas del País Vasco, no del Partido Popular. Alonso no se marcha. Le marchan. Bien es verdad que él mismo había llevado la situación al límite al torpedear el acuerdo alcanzado entre Casado y Arrimadas para el ca-samiento electoral. No porque fuera contrario a la alianza, que no lo era, sino porque entendía que se le habían concedido a los naranjas puestos demasiado buenos en esas listas para el peso real que hoy tienen y para lo poco que electoralmente aportan. Es posible que ya conozca usted cómo fue el culebrón que empezó el viernes y terminó el domingo: se anuncia la reunión de Casado y Arrimadas para rematar el pacto, Casado declina la invitación a estar presente porque se siente ninguneado, desde Génova le llaman para recordarle la cita, él dice que no irá, en efecto no va, Génova se agarra un globo, tienen una pelotera telefónica Teodoro y Alonso, se le dice que elija entre tragar con el acuerdo o irse a su casa, él dice que no traga y lo borran del cartel. Entre medias hizo saber la dirección nacional (lo contaba ayer La Razón) que en realidad se le invitó a la reunión del viernes sin que el acuerdo con Arrimadas estuviera cerrado, es decir, que se precipitó en su complejo de perseguido, versión oficial de Génova.

Ha terminado pasando lo que habría sucedido si las elecciones no se hubieran anticipado. A Alonso le salvó el calendario. Con urnas en abril ya no daba tiempo (o eso se pensaba) a apearlo del liderazgo del PP vasco. Amagó Casado con hacerle la cama aprovechando la coyunda con Ciudadanos: como es una coalición, pongamos un candidato que no sea éste. Pero al final frenó la operación descabalgamiento por las prisas y porque tampoco tenía un fichaje de reluimbrón que ofrecer como candidato.

Sigue sin tenerlo. Por eso ha tirado de Iturgaiz. Que no parece que vaya a despertar el fervor de los votantes pero que estaba disponible. No es del equipo de Alonso (lo que queda del equipo) pero tampoco está en guerra con lo que queda.

El PP va rumbo al naufragio vasco. Ahora que a los socios de gobierno, PNV y PSE, se les había abierto en canal un vertedero tóxico, los populares le dan oxígeno a Mendía y a Urkullu montando su propia planta de reciclaje de candidatos.

Por el camino Casado se deshace de uno de los últimos sorayistas y encabrita a dos de sus presidentes autonómicos: Juanma Moreno, que éste sí es el último sorayista en pie, y Alberto Núñez Feijóo, que no es nada sorayista pero sí era alonsista, entendiendo el alonsismo como la resistencia a que Madrid imponga coaliciones, listas y candidatos.