Además de decirles que “el verdadero poder es el servicio”, debió haber aclarado que es el servicio a los demás al que se refiere, el servicio público, no el servicio a uno mismo, que es como muchos algunos dirigentes políticos entienden el poder. Servirse del poder que uno tiene en beneficio propio o de los amigos. Eso es lo que está en el origen, en el fondo, del noventa y nueve por ciento de los casos de corrupción política que investigan los jueces en España, de eso va la corrupción, de utilizar el poder que uno tiene con fines ilícitos.
Y eso es lo que el juez (o los jueces, porque son tres los integrantes de la sala) sospecha que hizo Oriol Pujol, de los Pujol de toda la vida: aprovechar su posición de poder en Convergencia Democrática y en su grupo parlamentario para conseguir que se adjudicaran concesiones de ITV a unos colegas y obtener beneficio económico para ellos y para él mismo. Es decir, y dicho más claro, intentar amañar un concurso público. Naturalmente, y como ha subrayado hoy mismo el afectado, imputado no equivale a culpable, que es una aclaración sin duda muy pertinente pero que los dirigentes políticos sólo hacen cuando los imputados son ellos (prefieren pasarlo por alto cuando el encausado es del partido de enfrente).
La imputación sólo supone que el juez, haciendo suyo el criterio de la fiscalía, entiende que los indicios de tráfico de influencias son lo bastante sólidos como para pasar a la siguiente pantalla, imputación y citación para el correspondiente interrogatorio. Obsérvese que el tribunal menciona dos puntos relevantes: uno, que el tráfico de influencias existe, y es sancionable, incluso si el que trafica no obtiene beneficio económico --basta con favorecer arbitrariamente a los colegas en perjuicio de los otros aspirantes--; y dos, que el papel de Oriol Pujol en la operación “amañemos el concurso” es principal, es él quien coordina, dirige y da instrucciones a los otros implicados, los amigos que formalmente constituyen la empresa que aspira a las concesiones, “hasta el punto”, dice el auto de hoy, “de señalar a un abogado de su confianza para que se ocupe del procedimiento para constituir la nueva sociedad”.
No es raro que el tribunal lo perciba así a la vista (o a la escucha) de lo que aparece en las conversaciones telefónicas grabadas a Sergi Alsina:tanto éste como otros involucrados se refieren a Pujol como “nuestro gran jefe” o “nuestro líder espiritual”. Todo se lo consultan a él, todo depende de lo que él les indique. Las consecuencias penales se paran, de momento, aquí: Pujol Ferrusola queda imputado, tendrá que declarar y será después el tribunal, escuchado el criterio de las partes, quien determine si se le procesa y se le juzga por corrupción (o, por el contrario, si decae la imputación y se le declara limpio).
Las consecuencias políticas -ésta es otra historia- ya no hay quien las pare. No sólo porque Pujol, en coherencia con lo que tenía anunciado, ha hecho efectiva su renuncia como número dos del partido y portavoz parlamentario (diputado seguirá siendo, el fuero quiere conservarlo), sino porque un hueco tan goloso querrán llenarlo enseguida sus rivales internos, que los tiene desde que empezó a despuntar como hijo político de su padre, el hereu del viejo Pujol llamado a liderar el partido, el gobierno y el país; luego apareció Artur Mas y muchos lo vieron como un jefe de planta encargado de guardarle el puesto al hijo hasta que éste estuviera listo para hacerse con el cotarro -qué poco conocían al rey Arturo y sus ambiciones-.
Con la carrera política de Oriol Pujol seriamente averiada, Artur Mas tiene hoy las manos aún más libres para hacer de Convergencia el partido personalista y mesiánico por el que él suspira. Hoy el gobierno catalán se ha abstenido de atribuir la imputación de su compañero de filas a la conjura universal contra el soberanismo catalán. Y hace bien en abstenerse porque maquinar para obtener adjudicaciones de ITVs –presuntamente- tiene poco que ver con la lucha por la independencia de Cataluña, si acaso es la lucha por la independencia económica de los colegas, que es asunto distinto.
El dimisionario ha tirado de manual para declararse aliviado con su inculpación porque ahora, por fin, podrá defenderse y desmontar tanta acusación infundada. Perfecto entonces, oye, oído el tribunal todo el mundo contento. Aunque también ha añadido el señor Pujol que hay mucho juego sucio contra el proceso soberanista (bautizado por Convergencia como “de transición nacional”). Hombre, cabe mencionar que el tribunal que imputa a Pujol es el Superior de Justicia de Cataluña, cuyo presidente es el juez Miguel Ángel Gimeno, que siempre ha ejercido en Cataluña y que hace mes y medio abogó por hacer una lectura amable de la Constitución que le permita a Artur Mas convocar su ansiado referéndum. No es un oscuro catalanófobo que imputa desde las cloacas del contubernio político mediático madrileño, es un juez catalán partidario de la consulta.
¿Será capaz el gobierno de Mas de separar rigurosamente la situación procesal de su diputado de la oposición legítima que, en muchos ámbitos, se hace a su proyecto independentista? Podría ser, pero como diría el presidente de Chipre, “no tiene pinta de que vaya a pasar”. Descolocado dejó el chipriota al periodista que le preguntó qué sucedería esta tarde en el parlamento de su o país cuando sometiera a votación el impuesto a los depósitos bancarios (también conocido como toma el dinero y corre).
La iniciativa es suya y la negociación política para sacarla adelante también lo ha sido, pero con gran sinceridad admitió el presidente que no tenía pinta de que la cosa fuera a ser aprobada. ¿Y entonces para qué la plantea? Según él, porque los gobiernos europeos le obligaron a meter la mano en las cuentas de las ahorradores hasta sumar 5.800 millones de euros. Según los demás gobiernos, porque es él quien se comprometió a reunir ese dinero y quien propuso gravar los depósitos bancarios en la creencia de que el Parlamento se lo aprobaría.
Nadie sabe, en realidad y con detalle, cómo transcurrió la negociación del viernes o en qué estado de agotamiento mental o de inconsciencia se encontraban los interlocutores, pero cuesta creer que aquello fuera una reunión seria con gente persuadida de las consecuencias de lo que allí se hablaba. El sábado salen anunciando el rescate chipriota, después se anuncia que habrá impuesto a los depósitos y corralito para mantener bloqueado el dinero, más tarde se arma la mundial porque los chipriotas se encabritan, Putin se encabrita aún más, los grupos parlamentarios se escaquean y a los economistas se les abren las carnes porque se está violando la garantía europea de hasta 100.000 euros para todos los depósitos, y entonces se reabre la negociación y la zona euro anuncia anoche que sería conveniente dejar en paz a los pequeños ahorradores (es decir, salvar del impuesto a los depósitos inferiores a cien mil euros). Con esa bendición, el gobierno de Chipre podría haber optado por retirar la idea y sablear únicamente a los que tengan más de cien mil euros ahorrados, sean chipriotas, rusos o lo que sean, pero no fue eso lo que decidió el presidente. Mantuvo la idea y mantuvo que la llevaría al Parlamento.
Esta tarde. A las cinco de la tarde era la cita, a las cinco de la tarde. Y naufragó la iniciativa porque ni siquiera el grupo del gobierno la ha apoyado. ¿Ni siquiera el gobierno? Ni siquiera. El papelón del presidente es encomiable. En el aire queda ahora una doble duda: ¿encontrará el gobierno otra forma de reunir cinco mil ochocientos millones de euros? Y en caso de que no la encuentre, ¿seguirá Chipre dentro del euro?
Mientras buscamos las respuestas les invito a que tomemos nuestra copa de Magno. Para desear una feliz noche de cremá a todos los casales que cada año ponen en pie la fiesta de Fallas, para desear una buena Semana Santa a todos los integrantes de las hermandades que calientan ya para las procesiones, y para brindar, en fin, por todos los joses y los padres que estéis celebrando hoy vuestro día.