Sánchez viaja a China
Incluso yendo en Falcon, el viaje a Vietnam se hace largo. Son muchas horas. Da tiempo a echarse varios sueños y a ensayar tres o cuatro homilías. Si eres el presidente Sánchez, igual te apetece más lo segundo que lo primero. Estará el presidente ya mentalizado para la inmersión aérea que se meterá esta noche entre Madrid y Hanoi. Antesala de su nueva visita a Pekín, a donde ya ha viajado tantas veces que si volara con Iberia tenía avíos para dar la vuelta al mundo con descuento. Sánchez en China, éste será el asunto político de la semana. No tanto por el viaje —tercero en dos años al paradigma del capitalismo de Estado, alabado sea el comercio siempre que lo fiscalice el Partido Único— como por el contexto en el que éste se produce. Ya casi empata el presidente con Zapatero, que estuvo cuatro, y ya supera el número de veces que ha visitado algunos lugares de España: hay sitios en los que ha estado menos veces que en China, y eso que en el año 17 hizo un tour por las federaciones socialistas a bordo de un utilitario. Francés, que no chino.
Ya casi empata con el presidente con Zapatero, que estuvo cuatro, y ya supera el número de veces que ha visitado algunos lugares de España: hay sitios en los que ha estado menos veces que en China
El contexto. La visita del presidente a China se produce cuando Trump le ha declarado la guerra comercial al resto del mundo; cuando la Unión Europea anda ocupada en ver cómo responde a la agresión arancelaria —con sensibilidades distintas entre los veintisiete gobiernos que, hasta ahora, presumen de unidad—; cuando establecer alianzas con otros mercados menos proteccionistas que el estadounidense tiene buena venta; y cuando la postura de Trump respecto de Rusia, Ucrania y la OTAN ha llevado a la Unión Europea a acelerar en sus planes de rearme por si acaso a Putin se le ocurriera probar suerte agrediendo a alguna de las naciones europeas. Todo forma parte del mismo contexto porque Xi Jinping es aliado de Rusia —amistad inquebrantable se profesan— y es visto como adversario por los Estados Unidos: le ha metido un 34% de arancel a partir del jueves.
La Unión Europea
¿Y la Unión Europea, qué? Pues la Unión Europea viene señalando a China no sólo como competidor sino como riesgo. China coloca en Europa buena parte de su producción —en ese sentido, nos necesita para dar salida a su producto— pero va por muy delante de la Unión Europea en tecnología en general y tecnologías limpias para automoción en particular. Eso, y que las condiciones políticas de China —régimen autoritario, ausencia de contrapesos, subvenciones poco transparentes, control de redes sociales, salario mínimo de doscientos cincuenta euros al mes— le permiten ofrecer a las compañías internacionales sistemas de fabricación muy baratos. En costes laborales y condiciones salariales tenemos las de perder.
En costes laborales y condiciones salariales tenemos las de perder
Hace cinco años, la Unión Europea endureció su relación con China pasando de considerar a este país un socio comercial a un competidor y un rival. Rival sistémico es la expresión que se escogió, añadiendo que en política exterior tendía a secundar los modelos autoritarios que el propio régimen chino encarna. El gobierno de España viene ejerciendo de sector crítico en esta materia. El viernes dijo en este programa el ministro Carlos Cuerpo que China para nosotros es socio estratégico.
Ya abogó el presidente por aflojar los aranceles a los coches chinos en septiembre separándose, en eso, de la doctrina europea. Con los equilibrios mundiales en reconstrucción, y algunas relaciones en deconstrucción, hacer méritos ante Xi Jinping como el más comprensivo de los gobiernos europeos tiene un punto de audacia y un fondo de operación de riesgo.
Ya abogó el presidente por aflojar los aranceles a los coches chinos en septiembre separándose, en eso, de la doctrina europea
Los movimientos de Carlos Cuerpo
Hoy tiene cita el ministro de Economía con sus colegas los ministros de Comercio europeos. El sábado entró en vigor el arancel del 10% para todos los productos extranjeros y no parece que la profusión de manifestaciones contra Trump en distintas ciudades de los Estados Unidos este fin de semana vaya a hacer recular al líder tarifario. Incluso para un país como aquel, donde las manifestaciones no acostumbran a ser multitudinarias —son más de trescientos millones de habitantes—, esta movilización, sobre todo en California, parece que significa algo. No tanto como la jornada bursátil de hoy —vamos a ver—, pero sí algo.
Esta movilización, sobre todo en California, parece que significa algo. No tanto como la jornada bursátil de hoy —vamos a ver—, pero sí algo
En España ha iniciado el ministro Cuerpo ronda de reuniones con los grupos políticos. Empezó con el PP el jueves y nos contó que la cosa había ido bien.
El PP enfría el entusiasmo pero admite que diálogo, hay. Con Cuerpo, se entiende. Porque asistimos a este doble juego del gobierno. Mientras el ministro tiene la mano al PP y se compromete a escucharle y tenerle informado, la vicepresidenta Montero mitinea contra Feijoo y le exige que apoye lo que el gobierno diga. En esta concepción sui géneris que tiene la ministra del papel de la oposición, lo que le corresponde a Feijoo es decir sí es sí a las medidas del gobierno porque el gobierno siempre acierta en todo.
En esta concepción sui géneris que tiene la ministra del papel de la oposición, lo que le corresponde a Feijoo es decir sí es sí a las medidas del gobierno porque el gobierno siempre acierta en todo
De mitin en mitin
Ocurre que ella misma es líder de la oposición en Andalucía pero no se siente concernida, digamos, por todas las lecciones que le da a Feijoo sobre cómo ejercer la oposición, que si arrimar el hombro, que si apoyar al gobierno, que si no agitar la calle. Eso, y que rompa con Vox. Empieza a cundir la sensación de que elijas la hora del día que elijas, siempre está María Jesús Montero dando un mitin. Y da igual el día. Levantas la cabeza, y ahí está, la vicepresidenta desencadenada. El riesgo de tener más actuaciones como mitinera que como ministra es que el personal te acaba viendo sólo como lo primero y se olvida de que, sobre todo, eres lo segundo. Y acaba por no haber diferencia alguna entre una comparecencia como vicepresidenta del gobierno y un mítin, que es un poco lo que le viene pasando desde que fue ungida a dedo por el presidente como jefa de la oposición a Juanma Moreno en Andalucía. A falta de escaño autonómico desde el que oponerse, tira de todo tipo de actos públicos en Sevilla y alrededores. Y venga mítin, venga mítin, venga mítin.
Empieza a cundir la sensación de que elijas la hora del día que elijas, siempre está María Jesús Montero dando un mitin. Y da igual el día. Levantas la cabeza, y ahí está, la vicepresidenta desencadenada
Por cierto, de los mítines de este domingo, el pasaje más hermoso éste de Ione Belarra renunciando a ser ella la candidata a presidenta de gobierno por Podemos y señalando con el dedo a Irene Montero, benditas primarias, para que lo sea. Ponte a fabricar una candidatura que sepulte a Yolanda Díaz ya mismo. Esto de designar candidata desde arriba ya es santo y seña de Podemos. Sé que te pido mucho, le dijo Belarra a Montero, como si Irene, quizá, no estuviera deseando serlo. Y cargando sobre su espalda la misión histórica de pararle los pies a los Estados Unidos.
Ponte a fabricar una candidatura que sepulte a Yolanda Díaz ya mismo. Esto de designar candidata desde arriba ya es santo y seña de Podemos
Pararle los pies a América, por ambicioso que parezca, resulta hoy más factible para Podemos que llegar al cuatro por ciento del voto de los españoles. Dos puntos por debajo de Sumar, diez por debajo de Vox, veinticinco por debajo del PSOE, veintiocho por debajo del PP. No digo yo que Estados Unidos no tenga que temblar ante la eclosión de Irene Montero, pero igual un poco de realismo tampoco le vendría mal a la nueva política que dejó de ser nueva para parecer dolorosamente antigua.
Pararle los pies a América, por ambicioso que parezca, resulta hoy más factible para Podemos que llegar al cuatro por ciento del voto de los españoles
