Claro que también es la historia de Nicolás, el hombre sin casa que tiene la culpa de que Rajoy y Felipe González hayan coincidido hoy en París -esta vez sin esconderse- para hablar de cómo llevamos esto de Europa. Hombre, planteado así, como la historia de un emigrante de los años treinta y de su hijo, que no tiene casa propia, podría parecer una historia de gente pobre, pero las apariencias engañan, porque tanto el padre como el hijo hicieron, en realidad, grandes fortunas.
Veamos. Heinz Berggruen, con dos “ges”, empezó de periodista en el Frank-furter Zeitung a comienzos de los años treinta. Su familia era judía, de modo que cuando el antisemitismo cobró fuerza su redactor jefe le explicó que debería firmar sus artículos únicamente con las siglas. El joven Heinz prefirió subirse a un barco e irse a California a buscarse la vida. Allí encontró trabajo como crítico de arte de un diario y secretario del director del museo de San Francisco. También tuvo un lío con Frida Kahlo, pero eso no afecta a esta historia. Regresó a Europa con el ejército americano y, terminada la guerra, conoció en París a un español llamado Picasso y se convirtió en su agente. Para entonces ya tenía una colección de arte apreciable que empezó a aumentar y aumentar hasta alcanzar unas cien obras maestras. En efecto, se hizo rico.
Además de a Picasso conoció a Bettina, una actriz alemana con la que se casó y con la que tuvo a Nicolás, Nicolás Berggruen (con dos “ges”), el hombre que tiene la culpa de que Rajoy, y Felipe, y Mario Monti y Schultz (que es el presidente del Parlamento europeo) y esta señora que se llama Ursula y estuvo la semana pasada en Madrid con Fátima Báñez (la ministra de Trabajo alemana) se hayan juntado todos hoy en París para hablar de empleo juvenil, o del demoledor paro juvenil que afecta a algunos países europeos, léase España. Porque Nicolás, hijo del coleccionista de arte, se hizo aún más rico que su padre a base de invertir en inmobiliaria y finanzas. Empezó comprando y vendiendo inmuebles, siguió con acciones y bonos, con fondos de alto riesgo y con todo lo que cabe esperar de alguien que hace fortuna en eso que se da en llamar la economía financiera.
Hoy tiene grandes almacenes, hoteles, inmobiliarias y medios de comunicación. De todas sus sociedades, aquella de la que más se ha escrito en España es Liberty, que entró en el accionariado del grupo Prisa hace casi tres años: Berggruen es consejero de este grupo de comunicación español. Es un rico con inquietudes que, además de crear o comprar compañías, fundó un think tank, un grupo de pensamiento que se llama como él, Instituto Nicolas Berggruen (con dos ges) y que cuenta entre sus “pensadores” con economistas como Stiglitz o Roubini, empresarios de éxito como los creadores de Google, Twitter o Youtube y unos cuantos ex primeros ministros europeos entre los que aparecen Gordon Brown, Schroeder o Felipe González.
Pues bien, ésta es la institución privada, impulsada por un rico empresario alemán, que ha organizado este acto por el empleo juvenil en Europa que hoy ha inaugurado nada menos que el presidente de la República francesa, Hollande, y que ha clausurado el presidente del gobierno de España, señor Rajoy. Acto que fue previamente publicitado -lleva semanas publicitándose- como el foro en el que los gobiernos de Alemania y Francia ultimarían nada menos que el new deal europeo, el cambio de paradigma, la apuesta por un megaplan de estímulo económico encaminado a crear empleo para los jóvenes de Europa.
El new deal. Así, sin exagerar. Siendo una puesta en escena tan cuidada sobre estímulos económicos y sobre empleo, al gobierno de España, lógicamente, le interesaba mucho dejarse ver por allí. Para la Moncloa es un éxito político haber metido la cabeza entre Holande, Felipe y Wolfgang Schauble. Y cabe pensar que las gestiones que se hayan hecho para conseguirlo no son ajenas al ex presidente González, que es buen amigo del rico empresario alemán que organiza esta cosa y que estuvo la semana pasada, el mismo día que Aznar tronó en prime time, en el palacio de la Moncloa. Felipe González, que se ve a sí mismo como referente necesario para repensar Europa (y tirón es verdad que sigue teniendo en muchos ámbitos) es uno de los mayores difusores de este nuevo palabro que es el “austericidio”, matar los países de inanición, o en términos menos drásticos, apostarlo todo a la reducción del déficit empeorando aún más las posibilidades de recuperación de esos países.
Anda empujando Felipe para que los dirigentes europeos cambien el chip del déficit cero y vuelvan a apostar por la inversión pública para salir de la recesión y para salvar el proyecto de unión europea. Y como España -el gobierno de España- está cada vez más en esa misma tesis (ya se le pasó la confianza ciega en el recorte como palanca suficiente por sí sola para sanear y reactivar la economía) esta sintonía creciente entre Rajoy y Felipe -la presencia de Rajoy en el seminario organizado por el think tank al que pertenece Felipe- cobra todo el sentido.
Lo del new deal ha quedado bastante aguado, porque en contra de lo que inicialmente se dijo, Merkel no ha estado hoy en París. No era, después de todo, una reunión de gobiernos; para eso está el consejo europeo de junio o la conferencia de ministros de empleo que la propia canciller tiene organizada para primeros de julio en Berlín. El Instituto Berggruen (con dos ges) ha obtenido gran eco -fruto de una buena labor publicitaria previa- para su jornada de conferencias de hoy, pero lo que hoy ha salido de París ha sido sólo eso: conferencias y discursos. No hay hechos nuevos. Soraya Rodríguez, la portavoz parlamentaria del PSOE (que no estuvo hoy en París) ha dicho que está claro que “Felipe González trata a Rajoy mejor que otros ex presidentes”. Ella se refería a que González trata a Rajoy mejor que Aznar, aunque también podría haberlo formulado de este otro modo: “Felipe trata a Rajoy mejor de lo que trata a otros ex presidentes de gobierno”.Zapatero seguro que lo entendía.
Ésta de hoy es la historia de un alemán rico, que vive en hoteles, y que hoy mostró su influencia reuniendo jefes y ex jefes de gobierno en París, pero también es la historia de cómo Rajoy y Felipe intiman, o de cómo las recetas económicas que hoy defiende Rajoy están más en sintonía con las que representa Felipe que con las que reclama Aznar. Si el ex presidente popular anda diciendo “váyase, señor Rajoy”, el presidente socialista debe de estar pensando que “este Rajoy me hace mucho más caso que Zapatero”. Cosas de familia. Suegros que se sienten más cómodos con los yernos ajenos que con los propios.