OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El primer presidente en pisar la Luna"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la reacción del Gobierno tras aprobarse la ley de vivienda.

Carlos Alsina

Madrid | 28.04.2023 08:43

Les ha costado tanto parirla, que es natural que lo celebren como si hubieran puesto un pie en la luna. No fingen. Los diputados que han impulsado esta ley están convencidos de que va a servir para darle la vuelta al encarecimiento, y la escasez, de vivienda barata en las grandes ciudades. Lo creen sobre todo los diputados que han vencido la resistencia de los socialistas a topar los alquileres e intervenir más el mercado. Y lo creen los gobernantes autonómicos y municipales del PSOE que suspiraban por poder llegar al 28 de mayo con la ley de Vivienda aprobada, porque calculan que los votantes se lo van a premiar. No fingen. Creen en lo que están haciendo. Si acaso hay quien sobreactúa. Y ahí la palma siempre se la lleva el Gobierno.

Tentado ha debido de estar el presidente de emular a Armstrong

Tentado ha debido de estar el presidente de emular a Armstrong: "un pequeño escalón para el hombre, un gran salto para la Humanidad". Pisando la luna. No para de repetir esto de que es "la primera ley de vivienda de la democracia". Dices: hasta ahora, ¿qué era, la selva? Que igual es la primera ley estatal porque las competencias son autonómicas y la regulación, también. Poca selva, sólo hay que ver los trámites que hacen falta para construir, comprar, vender, alquilar y tributar. La primera ley estatal que se hace llamar así, del derecho a la vivienda. Las de antes, estatales, se hacían llamar del suelo. Que ahí es donde el discurso presidencial ya se vuelve hipérbólico. Su nueva palabra favorita: paradigma. El paradigma neoliberal, que hasta que no ha llegado él nadie se atrevió a discutir, señora.

De España tendrán que ser, sí. Cambiar el paradigma. Qué insistencia en leerle la cartilla a sus predecesores socialistas en el gobierno de la nación. Ha tenido que llegar Sánchez con su frankenstein para empezar a ver la vivienda como un bien de primera necesidad. Ni Felipe ni Zapatero impulsaron una ley de Vivienda, hombre. Ni promovieron políticas públicas para hacer accesible la vivienda a las clases populares. Le hace oposición cada día a todos los gobernantes que le precedieron, qué artista. Y tirando de memoria selectiva. No sólo se empeña en convencer al personal de que Rajoy gobernó una década (fueron seis años y medio) y que con él empezó la crisis, sino que ahora presenta esta nueva ley como el entierro de la ley del suelo de Aznar.

Todas las leyes del Suelo

Después de la ley del Suelo del 98 hubo otras dos. Una en el 2007, gobernando Zapatero. Otra en 2015, gobernando Rajoy. En realidad vamos a ley del Suelo por presidente. Y oye, la del año siete, con Zapatero, se presentó como la quintaesencia de la socialdemocracia. Era ministra María Antonia Trujillo, autora de la frase ‘vamos a hacer de la vivienda el quinto pilar del estado de bienestar’ que ahora, dieciséis años después, Sánchez hace suya como si fuera suya. Y como si fuera nueva.

Tiene todo el sentido que el Gobierno celebre haber sacado adelante una ley que considera sustancial, pero tiene poco sentido empeñarse en ser Neil Armstrong. Y acudir, ayer sí, al Congreso a contribuir con su voto a la aprobación. Ayer, sí. La confirmación de que el presidente cumple con sus obligaciones de diputado conforme a un criterio de puro interés personal. Si le beneficia, vivienda, se persona y vota. Si le incomoda, sólo sí es sí, se organiza una excursión a Doñana para evadirse. Y así, todo.

Posición de PP, Ciudadanos y Vox

Quienes ayer votaron en contra de la ley tampoco fingen. Al PP, Ciudadanos y Vox les parece que intervenir los precios de los alquileres tendrá el efecto contrario al que se busca: precios más altos por la caída de la oferta. Sostienen que la prueba es el discurso que hizo ayer Ione Belarra.

Creen, también, los que se oponen que los planes de vivienda pública que promete Sánchez son hablar por hablar. Y porque ven mucha mano dura con los propietarios y mucha mano blanda con los okupas. El PNV, que tampoco la apoya, lo que opina es que esta ley es una injerencia en competencias autonómicas (mira, se nos ha hecho de Ayuso el PNV). Y por eso está disgustado con el gobierno. Y por eso hay medios muy afines al gobierno que hoy dicen que claro, que es que el PNV es de derechas. ¿Pero no era progresista? Ni fingen. Pero sí, también sobreactúan. Porque la política, hoy, es sobreactuar: unos pisando la luna y otros viendo en todas partes a Maduro.

Como Sánchez ha dicho que va a impulsar muchísimo esta nueva, novísima política, los próximos años ---es decir, como él se ve gobernando un montón de tiempo más--- habrá ocasión de juzgar de aquí a unos años si los pisos baratos se multiplicaron dichosamente por toda España y los alquileres se desplomaron para alivio de los jóvenes que no logran emanciparse o al revés, si de tantas expectativas generadas sólo queda frustración y promesas incumplidas. Claro que antes, mucho antes de eso, lo que va a juzgar la población votante es si esta mayoría que forman el PSOE, Podemos, el yolandismo, Esquerra Republicana y Bildu merece seguir gobernando España o merece dejar paso al siguiente. Que sería un Feijoo investido por el PP y Vox.

Y antes, en cuatro semanas, la meta volante de las autonómicas. Con Sánchez y Feijóo llamando a votar contra el otro. Para derogar, borrar, eliminar al otro.

Votar contra el sanchismo. Votar contra el PP. No me votes por mí, vótame contra él.