Todos nosotros, creedme, dedicamos muchas horas -aunque no se aprecie lo más mínimo- a leer libros que nos ayudan a formarnos criterio sobre la realidad. Este fin de semana estuve leyendo a dos autores que son intelectualmente muy brillantes y, por ello, famosos pensadores. Uno es Niall Fergusson, un historiador escocés que ha escrito sobre las finanzas y los imperios. El otro es la duquesa de Alba. Que ha escrito sobre...la duquesa de Alba. Pobrecilla, que hoy han tenido que operarla en Roma porque se ha roto el fémur.
Ahora que el Rey remonta, se nos lesiona la duquesa. Me atrapó hasta tal punto el libro, por ejemplo, no podía soltarlo. Fui capaz de leer de un tirón cinco páginas. Se titula “Lo que la vida me ha enseñado”. A ver, tiene más de cinco páginas. Lo que pasa es que hay que ir despacio porque tienes que ir asimilando los conceptos, que no son sencillos, e interiorizando las reflexiones que ella plantea.
Por ejemplo, reflexiona sobre la crisis económica. ¿Cayetana? Sí, señor, Cayetana. Le dedica a la crisis económica, a lo largo del libro, un párrafo. Con visión constructiva, eh, porque ella ofrece una solución a la crisis. Dice: “yo creo que habría menos crisis...si los políticos...se enamoraran más”. Ya os dije que hay que leerlo despacio. Y releerlo (porque te quedas tan a cuadros que tienes que cerciorarte de que efectivamente pone lo que te ha parecido). Habría menos crisis si los políticos se enamoraran más. Que digo yo: ¿cómo no habíamos caído? Tanta receta del FMI, del comisario Olli Rehn, de la troika y de su puñetera madre. La solución es ¡que los políticos se enamoren más! ¿Cómo de enamorado estará Mariano? O Soraya. ¿Ama lo bastante Montoro?
Sin ánimo de corregir a la duquesa, sino más bien de completar su agudo análisis, yo creo que habría menos crisis si los políticos se enamoraran más y se ducharan todos los días con agua fría. Como Cañete, sí. Fíjate que siempre se había dicho que el agua fría despeja la mente. Hasta la semana pasada se decía. Bueno, no os engañéis.
El capítulo que todo el mundo esperaba del libro de la duquesa no es el de la crisis económica (medio folio) sino el que se titula Mi primer año de casada. Os leo: “Una de las ventajas de la edad es saber afrontar una noche de bodas”. Acompáñese de música de Norman Bates dirigiéndose al baño del motel. “La otra ventaja es que era mi tercer matrimonio, así que nada ni nadie podría desilusionarme”. “Nadie” es su marido, que se llama...Alfonso, eso es. Se sobrentiende que las decepciones ya las tuvo en el primero y el segundo. “Aquella noche...me metí en la cama...y dormí como un ángel porque caí redonda”. ¿Qué esperábais? Mentes sucias.
Dice la duquesa, muy afectuosa: “Debo decir que mi marido en pijama me resulta tan atractivo como el resto del día”. Le atrae tanto que cae redonda y duerme como un pajarito. “Chatina”, como diría Arturo Fernández, chatina. ¿A Arturo Fernández le conocéis aquí? Un actor que siempre va muy elegante, que de joven era boxeador. El tigre del Piles, le llamaban.
Pues no me preguntéis por qué, pero después de cerrar el libro de la duquesa sentí la necesidad de abrir el que ha escrito Juan Luis Arsuaga, el descubridor de Atapuerca. Es muy interesante porque cuenta la historia de nuestra especie y en qué nos distinguimos de todas las demás. ¿Qué nos hace diferentes a cualquier otra especie? Dices: en que nos la meten doblada todos los que mandan. No, eso también hay algunos insectos que lo sufren. Nos hace diferentes...que disfrutamos viendo a nuestros congéneres tirándose a la piscina desde diez metros de altura. Sobre todo si es Falete, ¿eh?
De hecho lo que nos hace diferentes es que en las otras especies no hay Faletes. No, lo que cuenta Arsuaga es que una de las cosas más genuinamente humana, ¿sabéis cuál es? Que nos crece el pelo. Somos la única especie a la que el pelo de la cabeza le crece indefinidamente, salvo que seas Coto Matamoros, Antonio Lobato o Luis de Guindos. A estos ya nos les crece nada. ¿Estoy diciendo que el ministro de Economía no es humano? No. Estoy diciendo que Antonio Lobato es un máquina. Las transmisiones que hace de la Formula 1. ¡Y asturiano! De Oviedo, eso sí, no de Gijón. Como Fernando Alonso, que también es de Oviedo.
Lo de la rivalidad entre las dos ciudades es una leyenda, ¿no? No puede ser cierto. Eso de que Oviedo es más clásica y Gijón, más moderna; eso de que Oviedo es más de invierno y Gijón, más de verano, todo el mundo a disfrutar del sol en el tostaderu. No hay tanta rivalidad. Luego le preguntaré a la alcaldesa.
Aquí prefieren las alcaldesas a los alcaldes, ¿no? Primero Paz y ahora Moriyón. En tiempos de recortar y recortar han elegigo alcaldesa a una cirujana. Bien visto. Ya que tiene que meter el tajo que lo haga con cuidado para no dejarles desangrados. Luego viene la alcaldesa y haremos una demostración en directo de sus dotes como cirujana con alguna persona del público elegida por sorteo. No se pongan nerviosos que es una cosa rápida. Sólo falta decidir qué le cortamos.
Estamos en el teatro...Jovellanos, ¿cómo se va a llamar si está en Gijón? Ciudad de mar y de cultura. De vivir la calle paseando el muro o disfrutando de la playa de San Lorenzo. Tierra de chicharrinos, parrochines y panchinos. Del pulpo con patatines y rape con bugre. Al bogavante lo llamáis bugre para despistar a los que no hablamos asturiano, ¿no? Sé que las olas son foles, que la playa es sablera y que el diario es el periódicu. Que buenas tardes se dice bones tardes, ¿no?, y que es pecado no probar la tarta gijonesa.
También sé que en la universidad laboral grabaron Fuga de cerebros. Que yo creía que era una comedia hasta que me explicaron que es la historia de cuando Urdangarín se fue a vivir a Qatar. Con lo que hemos invertido en ti, decían las autoridades.
Gijon es capital de la costa verde. Dices: qué bien, estarán aquí todos los brotes aquellos de los que hablaba Salgado. ¿Os acordáis de Elena Salgado, una señora menudita que fue ministra? Medunita nómina tiene ahora que trabaja para Endesa. A Elena Salgado le debemos dos hitos que han marcado nuestra historia reciente: la prohibición de fumar en los bares y el broteverdismo. Dícese del empeño en ver cosas verdes donde no las hay. Que es contagioso.
Sólo hay que ver al gobierno de ahora. Que no para de explicarnos que los signos de que esto está mejorando ya están ahí, solo que nosotros -gente mortal- no los percibimos. Está ahí, aunque no lo veamos. ¿Os acordáis de Es como Raimunda en el palacio de Linares, que estar, estaba, pero para probarlo tenías que llevar un detector de psicofonías. “Nunca oí decir mamá”. Pues esto mismo es lo que nos está explicando el gobierno, gente de poca fe, que la recuperación está ahí, presente. Pero para verla, en lugar de mirar los balances o los datos estadísticos, hay que usar la ouija. La tabla de detectar presencias.
El otro día estaba reunido el gobierno como hace cada viernes, con la ouija en medio de la mesa y todos los ministros juntando las manos, cuando dijo Rajoy “recuperación, si estás ahí manifiéstate”. Oye, empezó a moverse la mesa suavemente, como si temblara. El presidente dijo: “recuperación, manifiéstate más, que tienes menos chicha que el Sporting en Ponferrada...” Y la mesa empezó a moverse más, arriba y abajo. Fernández Díaz exclamó: “Alabado sea Dios”, porque es el más creyente. Soria dijo “qué energía”, porque es el ministro de la cosa. Hasta que Soraya, que es la más descreída, agachó la cabeza para mirar debajo y descubrió que De Guindos había metido allí a un secretario de Estado bajito para que empujara la mesa con las manos. Pura apariencia porque la recuperación aún no se manifiesta.
El viernes que viene corregirá el gobiernu sus estimaciones para este año y, del 0,5 de caída que preveía hasta ahora pasará a un 1 o un 1,5 %. Lo único verde que tenemos en España son los chistes. A las reuniones del PP, Cospedal también llevaba una ouija, pero han dejado de hacerlo porque cada vez que la usaban el único espíritu que se les aparece es el de Bárcenas. Se mueve la mesa y dicen todos: ya está otra vez aquí Luis el cabrón. Y aciertan. Porque el espíritu de Bárcenas siempre está ahí.
Buenas tardes, Gijón. Gracias por haber venido. Y que paséis todos una buena tarde.