OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Iglesias no está imputado y a lo mejor no lo llega a estar"

Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre la petición del juez Manuel García Castellón al Tribunal Supremo para que investigue a Pablo Iglesias por denuncia falsa, revelación y daños informáticos en el caso Dina.

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Carlos Alsina

| 08.10.2020 08:27

Qué tiempos, eh. Qué tiempos y cómo ha cambiado la película.

Fue justo antes de que la epidemia llevara al gobierno a declarar el estado de alarma. Pablo Iglesias acudió al juzgado de García Castellón a declarar como parte perjudicada por los manejos del comisario cloaca Villarejo. Le trasladó al juez su convencimiento de que fue el comisario quién urdió, en noviembre del 2015, el robo del móvil de Dina Bousselham para obtener material confidencial con el que poder hacer daño a su partido e impedir el formidable resultado electoral que le pronosticaban las encuestas. Fue tan clara su explicación del vínculo de lo de Dina con Villarejo que el juez le dio las gracias.

Fue unánime el clamor de los voceros de Podemos: un juez de la Audiencia Nacional había agradecido a Pablo que expusiera tan requetebien el funcionamiento perverso de las cloacas del Estado. Viva el juez. Qué tiempos tan buenos.

Luego lo que pasó es que el juez fue uniendo las piezas del puzzle y empezó a ver que algunas no encajaban.

· Por ejemplo, que Dina denunciara el robo de su móvil (noviembre de 2015) e informara de ello a su jefe Iglesias, pero éste, al recibir del grupo Zeta la tarjeta del móvil un mes después no le dijera nada a ella.

· Por ejemplo, que ella ampliara la denuncia del robo (julio de 2016) porque en Ok Diario se habían publicado pantallazos pero no informara al juzgado que llevaba esa denuncia de que la tarjeta robada se la acababa de devolver Pablo Iglesias.

· Por ejemplo, que Iglesias pudiera examinar en su casa el contenido de esa tarjeta (material íntimo) pero Dina, al recibirla de vuelta no pudiera leerla.

· O por ejemplo, que Dina cambiara varias veces su versión de los hechos (y de lo que le había contado Iglesias) siempre de manera tan oportuna que cada nuevo testimonio minaba su credibilidad pero echaban una mano a Iglesias.

Lo último que supo el juez es que el equipo jurídico de Podemos, cuando salieron los pantallazos, debatió qué hacer con aquello porque no veían claro

que estuviera Villarejo detrás ni que hubiera base para convertir un tema personal (el robo y los pantallazos de Dina) en un tema de partido (la persecución cloaquil a Pablo Iglesias).

El juez llegó a la conclusión de que le habían intentado vender una burra. Haciendo trampas. Por eso ahora, además de a Iglesias, incluye en el lote de presuntos tramposos que el Supremo debería investigar a los abogados de Podemos, a Dina y a su compañero.

Éste es el mismo juez al que hemos escuchado esta semana, en el interrogatorio al comisario Eugenio Pino, reprocharle que le quitara importancia al espionaje ilícito a Luis Bárcenas. Es el juez que ha imputado al ex ministro del Interior, Fernández Díaz, por su presunta implicación en la Kitchen. No parece que sea un juez tibio, o que pretenda tapar, ni las cloacas ni los desmanes villaréjicos. Sí parece que es un juez convencido de que esto de Dina es otra cosa.

El Supremo no tiene por qué dar por buena esa conclusión, lo veremos. En contra de lo que ayer dijo el PP…

…Pablo Iglesias no está imputado. Es posible que acabe estándolo y es posible que no. Lo más que cabe decir hoy es que, de no gozar del aforamiento de ministro, y de diputado, este juez le habría imputado. Pero como tiene aforamiento (privilegio lo llamaban en otro tiempo los enemigos de la casta), este juez no puede. Si el Supremo cree que hay caso, imputará y pedirá suplicatorio. Si cree que no hay caso, fin del asunto y hasta aquí llegó la riada.

Hoy es un buen día para sugerir a los voceros amoratados que, en twitter, andan queriendo aleccionar periodistas, que primero intenten entender de lo que hablan y luego ya, si quieren, vomi-tuiteen sus mentiras, sus vídeos amputados y sus monsergas.

Un saludo especial a un tal José Cámara. Que es de Podemos. Y a una tal Podemos Paterna, que es de Paterna (supongo). Y que cuando la policía científica presentó su informe sobre cómo el deterioro físico de la tarjeta (el raspado del plástico) lo había hecho la empresa de recuperación de datos y, por tanto, Iglesias quedaba libre de cualquier sospecha. ¡Que se disculpen los que dijeron que había destruido él la tarjeta!, vocearon los vomi-tuiteros. ¡Que Alsina pida disculpas por sus acusaciones falsas!

Gente escasa de entendederas hay mucha en todas partes, es verdad. Pero en Twitter algunos disfrutan exhibiéndose como duros de mollera.

Aquí hemos dicho tropecientas veces ---hoy de nuevo--- que el señor Iglesias no está, a día de hoy, ni imputado ni acusado formalmente de nada. Empezó siendo parte perjudicada por un presunto delito de Villarejo, dejó de ser parte perjudicada cuando el juez entendió que le había ocultado hechos muy relevantes y que la autoría de Villarejo en la filtración de los pantallazos no estaba fundada, volvió a ser parte perjudicada cuando la Sala correspondiente corrigió la decisión del juez y hoy es objeto de una petición del juez instructor al Supremo para que se le investigue. Esto es lo que hay.

También hemos contado aquí, naturalmente, que Iglesias se quedó durante meses con una tarjeta de memoria con fotos y material íntimo que no era suyo. Y que a Dina le entregó una tarjeta muchos meses después que ella no pudo leer porque no funcionaba. Y esto lo sabemos, amigos voceros, ¡porque lo han contado ellos dos, Iglesias y Dina!

Si el juez se puso a investigar que pasó con la tarjeta desde que la recibió Iglesias hasta que la recibió Dina es porque ella explicó que estaba ilegible.

Escucha cómo lo cuenta ella.

¿Quién dice que está deteriorada? Dina. ¿Quién dice que no funciona? Dina. Que no lo digo yo, lo dice la damnificada por el robo.

Repetimos, a ver si así les va entrando en la pelota a los duros de mollera.

Iglesias declara que le dan la tarteja en el grupo Zeta. Iglesias declara que aunque la tarjeta no es suya y el contenido es íntimo, él se la queda porque es un hombre protector que no quiere que una chica de veintipico años sufra la presión de saber que su tarjeta anda por ahí en otras manos (paréntesis, las suyas). Iglesias declara que él examina el contenido de esa tarjeta, perfectamente legible cuando la tiene él consigo. Y por eso el juez se pregunta qué le pasó a la tarjeta para que dejara de funcionar.

En su día reprodujimos aquí lo que el juez le dice a Dina en el segundo interrogatorio: que la empresa de recuperación de datos no consigue restablecer el contenido. A eso es a lo que llama el juez ---no yo--- estar destruida. Atención, Podemos Paterna, hay que estudiarse un poco más los temas. Mira, escucha cómo se lo dice el juez a Dina.

Eso es. Esto es lo que contamos aquí y por eso no tenemos nada que rectificar ni de lo que disculparnos. Una instrucción judicial es esto: el juez va tomando declaración a los afectados, a los testigos, examina las posibles pruebas, lee los informes policiales y saca conclusiones. Que no tiene por qué compartir el tribunal que, al final, juzgue. Si es que el caso termina en juicio.

Fue después de que el juez le explicara a Dina que su testimonio hacía pensar que la tarjeta había sido dañada mientras la tuvo consigo Iglesias cuando ella presentó un escrito adicional cambiando su declaración y afirmando que, en realidad, sí que la pudo leer una vez, pero poco.

Palmeritos morados, tranquilidad, sosiego y paciencia. Que estáis poniendo twitter perdido.

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