Monólogo de Alsina: "Estas elecciones generales son en las que más cambiantes estamos los votantes"
¿Cuántos de ustedes decidirán su voto la noche del 23 de abril, día de San Jorge, día del libro? ¿Cuántos se moverán de un partido a otro dependiendo de lo que digan, cómo lo digan y cómo respondan a lo que digan los otros los candidatos a presidir el gobierno? Pues como tantas otras cosas, nadie lo sabe. Si hay que creer a los sesudos demoscópicos, éstas son las elecciones generales en que más cambiantes estamos los votantes.
Madrid | (Publicado 12.04.2019 08:05 )
· Primero, porque hay más oferta electoral que nunca: hasta cinco marcas se presentan en todas las provincias.
· Segundo, porque el debate público es cada día más voluble: las polémicas caducan en veinticuatro horas y lo que hoy parece el asunto de la década mañana ya no lo recuerda nadie.
· Y tercero, porque hay un actor nuevo en el escenario que ha pasado, en cuatro meses, de ser residual en las encuestas a disputarle la cuarta plaza a Podemos o la tercera a Ciudadanos, según el sondeo que uno mire.Vox es una enorme incógnita. De sus votantes hay expertos que dicen que siguen agazapados, recelosos de contar que van a votar a la extrema derecha, y hay expertos que dicen lo contrario: que está de moda salir del armario y declararse fan de Abascal pero que llegada la hora de la urna, mucho conservador que corea a Vox acabará metiendo la papeleta de Pablo Casado. No hay pronósticos posibles. Hay tiros al aire y flautas que a lo mejor suenan y a lo mejor no.
Y por todo eso —hay poca duda al respecto— el debate de estos cinco hombres (todos varones blancos de entre 35 y 45 años, como diría James Rodhes, y con carreras convencionales para dedicarse a la política: empresariales, derecho, económicas, políticas, sociología) el debate de estos cinco hombres tiene un enorme interés para nosotros, los votantes. Y para los espectadores, voten o no voten, porque hasta el 23 de abril no veremos en acción a Santiago Abascal replicando a lo que tengan a bien decirle los otros cuatro dirigentes. A los otros cuatro los hemos visto ya debatir en el Congreso y en la televisión. A Abascal, no. A Abascal le hemos visto hacer monólogos y dar unas pocas entrevistas. Bueno, y conversar con Sánchez Dragó, que es un género en sí mismo. Pero debatir, no. Y será interesante ver y escuchar cómo debate quien, habiendo estado veinte años en la actividad política, sigue estando en muchas cuestiones inédito. Y será interesante ver cómo de beligerantes son Casado o Rivera con el tercer hombre al que intuyen necesario para que prospere cualquier posible gobierno no socialista. Casado y Rivera, que aunque estén en atriles distintos han anunciado ya su compromiso matrimonial: será inevitable verles como compadres, compañeros de escudería, que intentan pasar por feroces rivales.
Pedro Sánchez pretende que esto sea un uno contra tres, él contra la derecha trifálica, que diría Dolores Delgado, o el trifachito, que dicen Iceta y Susana Díaz, tan respetuosos cuando ponen etiquetas. El obstáculo para transmitir esa imagen es que estará allí, también, Pablo Iglesias. Si acaban siendo dos contra tres, Pedro y Pablo en pareja, la fuerza del presidente dique contra las derechas se diluye. Pasa a ser el compadre de Iglesias, con el riesgo de que se le identifique a él con todas las posiciones de su escudero. Incluida la que más incomoda al presidente, que es la autodeterminación de Cataluña. El Sánchez del ‘no es no’ tiene como primera opción para sumar mayoría al Iglesias del ‘sí es sí’ a la autodeterminación. En Cataluña, en el País Vasco y en Navarra. El Sánchez que recrimina a Guardiola que hable de España como un estado autoritario tiene como primera opción para la suma al Iglesias que considera a Junqueras preso político. El Sánchez que elude fijar criterio sobre el indulto a condenados por rebelión tiene como primera opción al Iglesias que defiende que se los indulte.
Anoche se produjo un momento revelador en la entrevista a Iglesias en Antena3. A la pregunta de si él los indultaría, sale primero con el preámbulo éste de que aún no han sido sentenciados y, por tanto, no existe ni siquiera condena. Gran verdad, que se lo diga a Torra y a su colega Jaume Asens, el candidato de Podemos en Barcelona, que dice que los jueces del Supremo no sólo no son neutrales, sino que son parte del conflicto. Pero hecho el preámbulo, llega el momento revelador. Cuando Iglesias echa mano de precedentes que le permitan defender el indulto. Y el precedente que le sale es el de un golpista.
¿Le pareció bien a Iglesias que el golpista Armada fuera indultado? ¿Le pareció bien que el Supremo recomendara indultar a Tejero? Qué cosas pasan. Podría haber dicho Iglesias que él no está para pensar en indultos porque los procesados son inocentes, pero prefirió mencionar al golpista Armada y al golpista Tejero. Dudo que a Oriol Junqueras le haya gustado este ejercicio de memoria histórica. Si indultaron a un golpista por qué no van a indultar ¿a otro?
En el PSOE volvió ayer Ábalos a desviar el balón sobre el criterio que tiene su partido respecto de indultar a condenados por rebelión.
Suena muy convincente el ministro cuando dice esto de no anticipar si es indultable una persona que está siendo juzgada. Lástima que le desmienta su jefe, el presidente, a quien le preguntó Piqueras hace una semana si indultaría a Angel Hernández, el hombre de la eutanasia, y no tuvo reparo alguno en anticipar que sí lo haría.
La sensibilidad política para saber que indultaría a quien todavía no ha sido juzgado. El problema de los argumentarios de ocasión es que, a la primera ocasión, se desmoronan.
Gente brutota y vociferante insultando al por mayor e intentando censurar la libre opinión en una universidad catalana. Un surtido de jóvenes intolerantes, acosadores y maleducados fracasando en su empeño de amedrentar a dos candidatas y boicotear su asistencia a una mesa redonda. Los brutitos alardean de que el campus es suyo pero ayer pincharon en su intento de silenciar al que incomoda. Cayetana Álvarez de Toledo y Josep Bou dijeron que ellos entraban por la puerta principal, sin esconderse, y por la puerta principal entraron.
Se acabó el patio, les decían a los estudiantes de pega. Que para Cayetana Álvarez de Toledo, de estudiantes tenían poco.
En Antena3 le preguntaron Sandra y Vicente a Pablo Iglesias por el acoso a la candidata del PP. Y le salió una condena de los escraches universitarios que le habrá hecho recordar a Rosa Díez cuando era el profesor Iglesias quien promovía el boicot a una conferencia suya en la Complutense. Escracheando en la fácul.
Ahí esta, poniendo al mismo nivel el acoso a una candidata que no ha vulnerado los derechos de nadie con el juicio a los autores del intento de tumbar la Constitución en Cataluña. Qué fabulosa contribución a la reconciliación esta forma tan poco conciliadora de ver las cosas.