La noticia, por ser quien es, y una vez se confirme, tiene alcance planetario. Los huesos del escritor,encontrados e identificados como tales en un nicho, de un muro-de una cripta-de un convento, de la ciudad en que se extinguió su vida un veintidós de abril de hace 399 años. Tenía 68 el escritor --antes soldado, espía ocasional, funcionario-- y fue enterrado allí, en la iglesia del barrio, convento de las Trinitarias, Madrid de los Austrias. Nunca abandonaron sus restos ya ese lugar, trasladados los huesos (en mudanza póstuma), unos años después a otra parte del convento y en comunión con decenas de restos mortales de otras personas, niños en su mayoría. El anuncio aún no es oficial pero lo acabará siendo, según anticipa en El País el periodistaRafael Fraguas.
La cautela del equipo forense que dirige Etxeberría, la satisfacción apenas contenida del promotor de esta búsqueda apasionada, Fernando Prado, responden más a la discreción a que están obligados ambos por contrato que a las dudas que aún pudieran tener (y que, en realidad, no tienen).
Para el año que viene, los 400 años, el plan es tener habilitada en la cripta una zona para visitantes, lectores, viajeros, turistas, interesados en conocer el lugar donde yace un gigante de la literatura universal, aquel que da nombre a la principal embajada del español en el mundo, el instituto, aquel que presta su apellido a la definición misma un idioma: el español es la lengua de Cervantes. Universal él y más universal aún su personaje. El Quijote al que ya aludían, en sus conversaciones cotidianas, los coetáneos del escritor y al que hoy siguen invocando, en sus discursos, figuras de nuestra vida pública tan diversas como reyes y reinas, autores encumbrados que se escriben sus propios textos, presidentes de gobierno a los que se los escriben o aspirantes a gobernar algún día que ven en don Quijote (o eso dicen) la encarnación del alma española. Al Quijote se acabó encomendando en la Puerta del Sol Pablo Iglesias cuando buscaba referencias a las que anclar su idea de la patria.
Avanzan en paralelo la investigación sobre el autor, don Miguel, y la indagación, nunca conclusa, sobre el personaje, don Alonso. Si bebió, o no, el autor para crearlo en la persona cierta de un Francisco de Acuña amigo de vestir armadura y empuñar lanza, y en el nombre, también cierto, de un Alonso Quijano que permutó unos terrenos en el camino de El Toboso a Mota del Cuervo (no es gran cosa para una biografía pero es cuanto ha podido averiguar de él, hasta el momento, el investigador Javier Escudero). Entre archivos de monjas y archivos notariales se sigue buscando luz que ilumine sombras.
Y es así como la actualidad discurre hoy entre intrigas. La primera es esta intriga sana, histórica, cultural, literaria: Cervantes. La segunda ya es menos universal y nada culta. Ésta otra es más de sumidero de andar por casa, digámoslo, provinciana. Intriga de bajo vuelo pero de alto interés, el comisario Villarejo, una novela sin hondura pero que engancha; más que novela negra, novela sucia. El trabajo de reconstrucción histórica, a partir de los restos, políticos, de Ignacio González (camino ya de una cripta en Genova)y en busca de la trazabilidad que conduzca, desde La Mallorquina de Sol hasta el big bang, el punto de partida del proceso que convirtió a un policía más o menos corriente (han pasado años) en personaje de docudrama.
Comisario Villarejo Pérez, de profesión agente encubierto y según descripción que él hace de sí mismo, responsable de labores policiales discretas y reservadas con una red de colaboradores infiltrada por todo el mundo que ha aportado información relevante para la detección de graves delitos. Una vez que el comisario está en los papeles, y que el ministro del Interior muestra un interés manifiestamente mejorable en aportar luz sobre el papel de Villarejo y el grupo de empresas que éste ha creado, todo lo que guarda relación con esta historia adquiere tintes de cañería. O de guerra en las cañerías. Entre el comisario Villarejo -sólo o en compañía de otros- y el CNI, a quien el policía sitúa como fuente de la información que ayer difundió El País sobre las empresas que ha fundado.
¿Cómo se sabe lo que dice Villarejo? Pues ojeando un sitio web que se llama Información sensible y que, según cuenta hoy José María Olmo en El Confidencial, está en la órbita empresarial del comisario. ¿Un comisario agente encubierto con su propio medio digital para difundir información sensible? Admitan que esto se pone cada vez más caliente. Y añade El Confidencial que está detrás, también, de la Asociación Transparencia y Justicia, que ha metido baza en procesos judiciales. Si el personal lo que se está preguntando es quién está detrás del comisario y sus actuaciones –si es que hay alguien detrás--, el sitio web vinculado al comisario lo que se pregunta es quién tiene tanto interés en destaparle a él y su red de colaboradores.
Y remata la pregunta con una esta otra en forma de pregunta: si tan peligroso ha resultado este policía por los casos que ha investigado, los contactos que tiene y las reuniones que ha grabado, si tan peligroso resulta ¿nadie se está preocupando ya por sus posibles represalias? Como venga el comisario oscuro, dice en tono de chanza, como venga el comisario ¡preparaos todos!