Ha vuelto a jugarse la Supercopa en Arabia Saudí. Y al fútbol español no sé, la verdad, pero al régimen saudí le ha salido fenomenal. El objetivo, no es ningún secreto, es que le ayude a dar una imagen de apertura, de que las cosas están cambiando. Cómo no van a estar cambiando si a las mujeres ya las dejan hasta jugar al fútbol. ¿Qué más quieren estas saudíes? ¿Que dejen de darles latigazos por pedir igualdad? Qué impacientes han sido siempre las mujeres con esto de los derechos. Siempre quieren más.
Con la excusa del fútbol, estos días han salido en la prensa española, varios reportajes sobre el presunto aperturismo saudí. La propia Federación Española de Fútbol se ha encargado de difundir algunos testimonios. Como el de Teif Ibrahim, una jugadora saudí que presume de lo mucho que están cambiando las cosas en su país. Ignoro si este blanqueamiento en los medios españoles es un requisito del contrato aquel que firmó Rubiales, pero lo parece.
Otras jugadoras saudíes han salido diciendo que en su país ya pueden hacer lo que quieran. Que no tienen quejas y que todo ha cambiado mucho. “A las mujeres no nos falta de nada”, decía una en El País. Convendría aclarar que si hubieran dicho otra cosa, si se hubieran quejado de los derechos que les faltan, que son muchos, es probable que las hubieran detenido.
Cómo van a quejarse las saudíes en público del sistema de tutela masculina, que les impide abandonar el país sin la firma del padre o marido, o a protestar porque el matrimonio allí exija obediencia total al hombre, o de que carecen de derechos en caso de divorcio o herencia y en la tutela de sus hijos. Si en vez de hacer propaganda del aperturismo se quejaran de los derechos que les faltan, se habrían arriesgado a sufrir cárcel y torturas, como las activistas saudíes que siguen encarceladas por pedir esos derechos y que anoche no pudieron ver la final de la Supercopa.
¿Moraleja?
¿El resultado de la Supercopa? Que el blanqueamiento saudí va viento en popa.