Al final resultó ser cierto que quienes entraron al cónclave como Papas, salieron cardenales. Robert Prevost no era ni mucho menos el favorito. No vimos venir un Papa de Chicago, como el blues, como Obama, como el mítico equipo de Michael Jordan (y son casi de la edad: 69 años tiene el nuevo Papa, 62 la leyenda del basket).
El Papa de Chicago, al que sus amigos llamaban Bob (y ahora van a tener que acostumbrarse a llamarlo Leon XIV), es el primer Papa estadounidense. Es el primer Papa, y van 267, el primero de una superpotencia global.
Trump quería un Papa estadounidense, pero no uno que reivindicara los derechos de los migrantes y continuase con el compromiso social de su predecesor.
Como tiene la doble nacionalidad peruana, Prevost cuenta también como segundo Papa latino. De hecho, la web oficial de noticias del Vaticano no lo enmarca como el primer papa de Estados Unidos, sino como el segundo Papa de las Américas.
Pero Leon XIV trasciende las fronteras. No falta quien recuerda que su madre era nieta de españoles, porque con los Papas pasa como con las estrellas del deporte, cualquier excusa es buena para sentir un poco propia la medalla.
El Papa Prevost crió fama en Perú de tener una "influencia moderadora" entre los obispos ideológicamente muy dispares, un talento conciliador que sin duda puede ser muy útil en un momento como este. En su primer discurso en el balcón de la Plaza De San Pedro, habló de “una iglesia que construye puentes".
Fue misionero, párroco, maestro y obispo antes que Papa. Así que además de puente entre las Américas, y entre las ideas de Francisco y las formas de Benedicto XVI; lo es entre su alma misionera y la maquinaria vaticana. Era cardenal desde hace solo dos años, pero con Francisco, Prevost ocupaba uno de los puestos más influyentes del Vaticano: dirigía la oficina que selecciona a los obispos. Así que a diferencia de su predecesor, antes de llegar al cargo, el Papa Leon XIV ya conoce bien los entresijos del poder que ahora ostenta. Y es mucho.
¿Moraleja?
Otro Papa americano decide el futuro del Vaticano.