La semana ha sido una pesadilla para nuestros equipos de fútbol en las cruzadas de Europa. Porque la eliminación del Barça el martes, fue como un extraño presentimiento, una nube negra que se nos echaba encima y que amenazaba hacer real lo imposible.
Y por momentos lo imposible fue real. La Juve saltó anoche al Bernabéu como la Roma lo hizo contra el Barça, un presing parecido, una fuerza física similar y un acierto en las áreas igual. Y el Madrid saltó como el Barça en Roma, relajado, confiado, suficiente…y la Juve se lo llevó por delante desde el segundo minuto que fue cuando la Juve hizo el primer gol. Y con ese gol a los dos minutos el Bernabéu se cubrió con un manto de desconfianza que era la sombra de la sospecha del desastre.
Y bajo esa sombra el Madrid se colapsó. Como lo vería Zidane para hacer dos cambios en el descanso y dejar fuera a Bale y Casemiro. Pero ni Lucas Vázquez ni Asensio cambiaron mucho al Madrid porque La Juve hizo el tercero, y decidió esperar a la prórroga. El Madrid no. El Madrid se lanzó a por el partido y la eliminatoria sintiendo que el ridículo le aplastaba. Y llegó esa última ocasión cuando Lucas Vázquez iba a rematar un centro lateral de Cristiano, y Benatia se le echa encima intentado despejar de manera brusca, y el árbitro señaló penalti. Puede serlo, porque Lucas Vázquez remataba solo, pero la jugada deja dudas. A los italianos no, porque enloquecieron hasta el punto que el árbitro inglés expulsó a Buffon por sus airadas protestas que en algún momento parecían iban a llegar a más, pero todo quedó ahí. El Madrid en semifinales.
El Bayern eliminó al Sevilla con un empate a cero en Múnich, pero la semana ha sido una cura de humildad para el fútbol español y los equipos españoles. Son muy buenos, pero cuando se esfuerzan al límite. Cuando no lo hacen ocurre lo que al Barça y lo que estuvo a punto de ocurrirle anoche al Madrid