con javier cancho

Historia de las ratas, esos malditos roedores

Está pasando. Como los humanos nos estamos quedando en nuestras casas, las ratas están saliendo de las suyas.

Javier Cancho

Madrid | 09.04.2020 11:17

Como decíamos ayer, las chinchillas son unos malditos roedores. Aunque para maldecir de verdad, para desahogarse, hay una posibilidad que tenemos al alcance de nuestra imaginación y que durante los próximos minutos vamos a compartir con ustedes.

Seguramente a ustedes les pasa como a nosotros. No suelen tener o nunca tienen la necesidad de verse a sí mismos empuñando un arma. En cambio, eso en Estados Unidos sucede mucho. En ese país, cuando se habla de los sueños que se tienen por la noche, no del sueño americano, sino de lo que se sueña dormido…pues, resulta que son muchos estadounidenses los que refieren situaciones oníricas en las que se ven apretando el gatillo. En España ese tipo de pensamiento subyacente no es ningún problema.

En España somos más de gatos que de gatillos. Sin embargo, dada esta situación de reclusión forzosa tan insólita, tan de película hollywoodiense, por qué no imaginarnos en el balcón de casa…en vez de haciendo bailecitos de cadera arrítmica, en vez de canturreando el resistiré…por qué no imaginarnos empuñando un rifle. Aunque, mejor que un rifle…mejor una escopeta de perdigones. El perdigón -en el ámbito de los proyectiles- es algo mucho más nuestro que los rifles de mira telescópica.

¿Han pensado alguna vez en qué cosas tendría en la cabeza el tipo al que se le ocurrió poner una mira telescópica en un rifle? Piensen en ese momento en el que se está observando por la mirilla y hay que decidir si se dispara o no se dispara. Cuando se ve perfectamente a quien hay que disparar pero se desconoce el trasfondo de la consecuencia que tendrá apretar el gatillo.

Regresemos a los perdigones que es en los que estábamos. Dejémonos de dudas existenciales. Y vayamos al desahogo. Quizá, no lo sepan porque ustedes son muy aplicaditos y no salen de casa. Pero, resulta que las ratas sí están saliendo de las alcantarillas. Las ratas no entienden qué carajo está pasando. No entienden qué nos sucede. Llegados a este punto hay que recordar algo que ustedes ya saben. España es un país propicio para el turismo. Este lugar -digan los que digan los políticos- es una maravilla en medio de la galaxia. Y los turistas, digámoslo claro también, esparcen mucha porquería.

Y los restaurantes cuando estaban abiertos amontonaban mucha basura por la noche. Y ahora ni hay turistas ni porquería ni basura nocturna. Entonces, cuál es la consecuencia en la que estamos indagando. Exactamente eso: las ratas tienen hambre. Piensen en lo que ha ocurrido en las últimas semanas, con la mitad de la población mundial habiendo alterado drásticamente su comportamiento. Las ratas están confundidas. Esos malditos roedores sí que andan convencidos de que todo esto es consecuencia de una confabulación humana contra ellas.

Se están viendo ratas en muchos lugares y a horas extrañas. Está

pasando en todas partes. Y ya hay quien advierte que es el momento para contraatacar. Dicen los expertos en malditos roedores, los rodentólogos -que es como se llaman, que cuando las ratas están hambrientas es cuando más se exponen. Lo que nos están tratando de decir es que el momento de intentar reducir su superpoblación mundial. Sólo en Nueva York hay 17 millones de ratas. En Barcelona hay un cuarto de millón. Y ustedes ya saben que ellas fueron la causa de otra pandemia. Fueron la causa de la peste negra. Y aunque no ha habido informes de ratas portadoras del Covid-19, sí están relacionadas con 55 patógenos diferentes.

Imaginen que tienen en sus manos una lustrosa escopeta de perdigones. Imaginen que la apoyan en la baranda de su balcón. La calle está vacía. No se ve a nadie. No hay seres humanos. Pero, están los malditos roedores, moviéndose dispersos, tomando posiciones. Con esos rabos en el culo, yendo de un lado a otro de la calle. Y es en ese instante cuando decidís que ha llegado el momento de apuntar. Se mueven como arrítmicamente, pero tenéis el aplomo que necesitáis, tenéis aplomo y los malditos roedores van a recibir lo suyo: van a recibir plomo, plomo perdigonero. Y es ahí cuando empieza el tiroteo en un plano onírico como de pitorreo.