CON JAVIER CANCHO

Historia del timador que engañó a Francisco Franco

Javier Cancho relata la historia del timador que engañó a Franco en su empeño por convertir a España en el mayor exportador mundial de gasolina sintética.

ondacero.es

Madrid | 08.06.2021 13:14

Los suspiros de Franco en la nueva España eran energéticos. Se trataba de una autarquía; desde el principio Franco se obsesionó con que el Estado se abasteciera con sus propios recursos. Con el paso de los lustros, Franco quiso construir hasta 27 centrales nucleares en España; pero, al principio de todo, su gran entusiasmo fue la idea planteada por alguien llamado Albert Von Filek, un aristócrata que procedía del imperio austro húngaro. Era un químico que parecía el nuevo Cristóbal Colón, proponiéndole a España la hegemonía en la nueva era del combustible.

En el meollo de aquel engaño de magnitudes tragicómicas estuvo involucrado un cuñado. El cuñado del caudillo, Ramón Serrano Suñer. Es posible que el origen, la matriz, el vórtice del desprestigio del fenómeno cuñadista pueda encontrarse en los hechos que a continuación vamos a recordar.

Von Filek llega a España en 1931. Después de varias estafas, es encarcelado durante la República. Y en aquellos meses de presidio es cuando conoce a Ramón Serrano Suñer, el cuñado de Franco, que después llegaría a ministro de Exteriores en los primeros años de la dictadura. Esa conexión, con el cuñado, le facilitó el acceso al caudillo. Y ante él, Von Filek fue capaz de presentar su ceremonia de la confusión con un relato surtido de medias verdades como si de lo que se tratase es de la oportunidad de convertir a España en la mayor potencia petrolífera del mundo.

Von Filek prometió producir ingentes cantidades de combustible. Decía poder lograrlo con una mezcla prodigiosa de agua, extractos vegetales y unos ingredientes secretos. El señuelo fue deglutido a toda prisa por la maquinaria política del régimen. Hasta el punto de que la primera ley publicada en el Boletín Oficial del Estado para la protección de la industria nacional fue para favorecer el desarrollo de la supuesta tecnología Filek. Y se expropiaron 200 hectáreas a las afueras de Madrid. Fue lo que los estrategas del régimen llamaron la factoría. Von Filek hizo creer al caudillo que podía convertir el agua del río Jarama en gasolina.

La estafa no se descubrió enseguida. Pasaron más meses de los que tiene un año. Ya en 1941 una comisión de expertos pudo analizar -por fin- muestras de las mezclas que había hecho el químico austriaco. El dictamen prudentemente concluyente para no abochornar a los de arriba; venía a descartar que aquellos líquidos fueran siquiera algo parecido a combustible. El engaño había sido desvelado. Así que el 27 de marzo de 1941, justo cuando cumplía 52 años, Filek ingresó en prisión. La estaba había terminado. No así las inquietudes inventivas con las que Franco esperaba colocar a España en la vanguardia del mundo. Acordémonos del famoso chaleco calefactor.

Qué pena que al final el tuvo de escape sí que sirviese para algo. Lástima que a los que probaron el chaleco calefactor, se les llenasen las entrañas de humo procedente del tubo de escape.