ENTREVISTA EN 'MÁS DE UNO'

María Dolores Pradera: Historia de una mujer valiente, moderna y amante del teatro

Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo presentan la biografía de María Dolores Pradera, 'Déjame que te cuente. La apasionante vida de una artista carismática, valiente y libre'.

ondacero.es

Madrid | 23.05.2024 13:27

Con la historia sobre su infancia en la Guerra Civil española -la ocasión en la que quedó sepultada por los escombros en un cine de Madrid- arrancan Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo la biografía de María Dolores Pradera que acaban de publicar en Rocaeditorial: 'Déjame que te cuente. La apasionante vida de una artista carismática, valiente y libre'.

Aguilar y Cabrerizo tenían las canciones de María Dolores Pradera desde siempre en sus corazones. Por ello, quisieron compatibilizar su afición a la música con la vida cultural de España del siglo XX, y "María Dolores nos ofrecía un abanico perfecto porque hizo teatro, cine, televisión e incluso radio", narra Aguilar sobre lo trabajadora que era.

A pesar de la dimensión e importancia de María Dolores, hasta ahora no contaba con una biografía. En parte por su carácter discreto y reservado, y también por el anecdotario alrededor de su vida, que funcionaba como una biografía paralela.

Pasión por el teatro

En el mundo del cine entró de forma natural, como figurante en películas. María Dolores, además de tener buena presencia y haber pasado la guerra haciendo funciones, también se cosía su propia ropa. Por ello, "el cine fue un recurso para salir del hambre", cuentan Aguilar y Cabrerizo, y le fue bien. Sin embargo, "lo que a ella le vuelve loca es el teatro".

En los años 50 María Dolores empezó a cantar en un club inglés de la Castellana llamado 'El Alazán', un club de señoritas que al mismo tiempo era un bar con biblioteca y sofás. Al empezar a cantar, vio que otra de sus vocaciones, funcionaba bien entre el público. Poco a poco fue cogiendo ritmo hasta que llegó un momento en el que la canción creció tanto que "se comió la interpretación", con lo que fue dejando el teatro, cuenta Cabrerizo.