Durante años, Juan del Val fue la voz que no se veía: periodista, guionista y observador en la sombra de uno de los programas más influyentes de la televisión española. Ahora, sentado frente a Rafa Latorre en el estudio de 'La Brújula', llega convertido en personaje central: tertuliano de 'El Hormiguero', superventas y ganador del premio Planeta.
Entre bromas sobre lo difícil que ha sido cuadrar agendas, la charla deriva pronto hacia lo que más le importa: la radio, la libertad para criticar al poder venga de donde venga y la convicción de que la literatura debe escribirse para la gente y no para las élites.
"La radio es mi hábitat natural"
Juan del Val arranca reivindicando su origen radiofónico. Recuerda que empezó en prensa escrita, en "un diario que era El Independiente", pero que muy pronto dio el salto a Radio Nacional de España y más tarde a Melodía FM, donde madrugaba junto a Nuria Roca. Para él, la radio sigue siendo el lugar donde mejor encaja: "Es, en realidad, mi hábitat natural", reconoce, evocando aquellas mañanas en las que cruzaba el pasillo del estudio a las cinco de la mañana.
Asegura que echa de menos esa etapa: "Yo echo de menos la radio", admite, describiendo el buen ambiente, la "inocencia" a la hora de hablar de política y la sensación de que entonces "todo era más básico" y más divertido. Ahora, concede, el clima es más áspero y la conversación pública mucho más envenenada.
De guionista en la sombra a tertuliano visible
Del Val explica cómo un hecho inesperado cambió su papel en "El Hormiguero": la pandemia. Hasta 2020, trabajaba exclusivamente "detrás de las cámaras", centrado en las ideas y los guiones del programa. La llegada de la covid, el fin del público en plató y la imposibilidad de recibir invitados les obligó a reinventar el formato.
"Nos quedamos sin público, sin invitados, sin posibilidad de comprar ciencia", resume.
En ese contexto, nace la tertulia como eje del programa. Pablo Motos le pide que salga ante la cámara: "Tienes que salir en la tertulia", le dice. Del Val acepta pensando que será algo temporal, pero la fórmula funciona y el público responde. Cuando vuelve la normalidad y regresan los invitados, la audiencia reclama esas tertulias, que se consolidan: las de cómicos, la de los jueves con Tamara Falcó y más tarde la de Rubén Amón y Rosa Belmonte. A su juicio, la clave es sencilla: "La gente quiere que comentemos lo que está pasando y están pasando tantas cosas".
Críticas al gobierno y ruptura de un "pacto tácito"
Esa vocación de comentar la actualidad ha tenido coste. Del Val reconoce que el programa ha irritado al poder político, especialmente al actual Gobierno. Recuerda que muchos comunicadores parecían "amortizados" en su crítica, pero que cuando voces que se habían mostrado "muy simpatizantes del Partido Socialista" comenzaron a ser críticas, el efecto fue distinto. "Haces más daño y es ahí donde empezamos a ser un poco incómodos, que es algo que a mí personalmente me gusta mucho", confiesa.
Comparte con Rafa Latorre la sensación de que existe un "pacto tácito" según el cual un programa de entretenimiento "no puede criticar a la izquierda". Reivindica que "el comunicador tiene que ser crítico con el poder" y que eso incluye al gobierno central y también a los gobiernos autonómicos. Pone un ejemplo: asegura que es "muy crítico con Ayuso", pero que esas críticas "no salen en ningún sitio", mientras que cualquier frase suya sobre Pedro Sánchez sí se amplifica.
El premio Planeta: oportunidad y diana
En la conversación, Rafa Latorre le pregunta por el impacto del premio Planeta. Del Val reconoce sin rodeos que le ha cambiado la vida. "Lo primero, la difusión, la potencia de la promoción", explica, subrayando que la maquinaria del galardón "es incomparable" a cualquier otra novela. Sus libros ya vendían bien, pero esto "es otro nivel", una oportunidad de futuro para fidelizar a los lectores que llegan a través del premio.
Cuenta que es la primera vez que se presentaba al Planeta. Empezó a escribir la novela sin la idea de concursar y fue un editor amigo quien le animó cuando ya llevaba "más de un tercio" avanzada. Al final, decide terminarla pensando en el premio. Tardó alrededor de un año y medio en escribirla y, con humor, admite que no puede ir más rápido por su agenda: "Con todas las cosas que hago, no puedo escribir en menos tiempo".
Escribir con voz de mujer
Del Val reivindica su elección constante de protagonistas femeninas. Recuerda "Candela", premio Primavera 2019, una novela en primera persona y presente con voz de mujer. "Es algo verdaderamente comprometido", admite, pero sostiene que el resultado fue convincente, hasta el punto de que muchas lectoras le han confirmado que se sienten reconocidas en esa voz.
Confiesa que los personajes masculinos le interesan menos: "Tengo una cierta tendencia a mitad de la novela, cuando el hombre promete, a hacer dos cosas: o lo convierto en un gilipollas o lo mato", bromea. Solo con Antonio, uno de los protagonistas de la novela premiada, siente que le ha "salido bien" un hombre. En general, insiste, le parece "más interesante la voz de una mujer".
Humildad sí, modestia no
Uno de los momentos más claros de la entrevista llega cuando Latorre le recuerda una frase suya: que su novela "es buena" y que eso es "un hecho objetivo". Del Val se ratifica: "Creo mucho en la humildad, pero no creo nada en la modestia". A su juicio, la modestia "siempre es mentira" y llega a citar una idea que suscribe: "La modestia es la única virtud de los mediocres".
Para él, la humildad consiste en aprender de quien hace algo mejor, pero no en negar el valor de una obra que ha sido reconocida. Defiende que un libro puede gustar o no, pero otra cosa es afirmar que es "malo": "Eso me ofende un poco, no por mí, sino por los muchos lectores que se acercan a ella y por un jurado que la ha valorado". Critica además una cierta cultura en la que "siempre que alguien habla mal de algo se le atribuye más conocimiento" y la crítica positiva se considera intelectualmente menor.
Críticas, odio y "tontos" amplificados
Sobre la virulencia de ciertas críticas, Del Val distingue entre la opinión legítima y el odio. Acepta sin problema que haya lectores a los que su novela o su estilo no les guste. Lo que le preocupa es la "bola de odio" que se genera alrededor de figuras muy expuestas, y en la que, dice, "hay mucha gente responsable", incluidos los medios de comunicación. Recuerda que el Planeta se concede a una novela inédita y que durante los primeros veinte días nadie puede haber leído el libro, de modo que muchas críticas iniciales no tenían "fundamento" y respondían a "cobrarse determinadas facturas".
Introduce una frase que dice repetir mucho y que atribuye a Arturo Pérez-Reverte: "Es mucho más peligroso un tonto que un malvado". Si juntas "a cien tontos y a un malvado, tienes a 101 malvados", resume. Señala a esos "garantes de la pureza literaria" que escriben en redes "con faltas de ortografía" proclamando "lo mala que es tu novela", como ejemplo de una cierta impostura. Le provoca más risa que otra cosa, pero advierte del mecanismo: cuanto más extremo es el ataque, más repercusión logra.
Política, corrupción y una situación "insostenible"
En el tramo final de la entrevista, Latorre le pregunta por la actualidad política. Del Val reconoce que en "El Hormiguero" a veces no saben "por dónde empezar" ante la avalancha de información, y pone como ejemplo los últimos escándalos de corrupción. Habla de detenciones, de operaciones policiales y de líos "monumentales" ligados a concesiones públicas, hasta el punto de que al espectador "no le da tiempo a asimilarlo".
Su diagnóstico es tajante: "Esta situación me parece ya completamente insostenible". Señala no solo al presidente del Gobierno, de quien dice que "ya, qué más se le puede pedir", sino especialmente a sus socios y a quienes "le mantienen". Cuestiona la coherencia de quienes se proclaman preocupados por la corrupción o el feminismo y, pese a todo, sostienen al Ejecutivo. Resume el momento con una palabra: "putrefacción".
Con cierta ironía comparte con Rafa la idea de que hay "putrefacción y putas", en alusión al tono de algunos de los escándalos.
Planes de futuro y tiempo para escribir
Antes de despedirse, Latorre le pregunta si está escribiendo ya la próxima novela. Del Val responde que todavía no ha podido ponerse "a abrir el ordenador" y que, de momento, "está pensando en la siguiente". Recuerda que el dinero del Planeta está concebido para que el escritor tenga "prosperidad" suficiente como para volver a escribir, y se muestra convencido de que "le va a salir bien a Planeta" la apuesta por su libro, también en términos económicos.
Entre risas, casi promete una fecha: "Casi prometo novela para el 27", dice, consciente de que su agenda entre televisión, promoción y vida personal le obliga a un ritmo lento pero sostenido.

