La mirada cítrica: "La vida se fundamenta en el carbono, pero también puede acabar con ella"

El carbono permite las complejas interacciones químicas de la vida, y, según su cristalización, puede generar un diamante o el lignito. A pesar de las evidencias, el carbón sigue dominando la producción de energía eléctrica en el planeta. Desde principios de siglo se ha duplicado su capacidad, en especial en China y en la India. Al carbón hay que añadir la polución que produce el petróleo que monopoliza el transporte terrestre, aéreo y marítimo. La Cumbre del Clima de Madrid es una de las últimas esperanzas del Planeta para aprobar medidas concretas que frenen el cambio climático.

En Madrid, sin duda, la estrella será Greta Thunberg, En estas cumbres se discuten las evidencias y los trabajos realizados por miles de científicos que llevan décadas estudiando la cuestión. Desconocidos en su mayor parte. Pocos pueden dar ningún nombre de ellos. Pero sí el de una bachiller sueca de 16 años. Poca gente recuerda que fue otro sueco a finales del XIX, Svante Arrhenius, fue el primero que calculó un aumento de la temperatura de 5 o 6 grados con la duplicación del dióxido de carbono atmosférico. O Charles David Keeling, que ya en 1960 demostró como estos gases invernadero iban elevándose en una curva, la de Keeling, continuamente ascendente. Algunos más recuerdan a James Lovelock y Veerabhadram Ramanatha con sus advertencias sobre los gases cloroflurocarbonos y cómo contribuyen al calentamiento global y al dañino agujero de ozono.

Hay miles de científicos trabajando. Pero en estos días, un titular, cierto, leído con mis propios ojos, es el de “El 97% de los científicos climáticos están de acuerdo con Greta Thunberg”.. ¿No será al revés? Pero el ser humano necesita mitos, como explica Yuval Harari. Y uno de los mitos más potentes es el de “La Doncella y el Dragón”. La doncella es Greta y el Dragón el calentamiento global. Si sirve para concienciar a los escépticos bienvenida sea. Si aun así no es convincente, solo hay que fijarse en las fotografías de los satélites sobre el Polo Norte o la Antártida, ver sus peligrosas reducciones y, si como Santo Tomás, para creer hay que tocar, pues recomiendo acercarse a uno de los glaciales de los Alpes, glaciales que retroceden derretidos por el calor.