EN LA BRÚJULA

La carta de Ónega: "Mascarilla, eres el complemento ideal"

Y buenas noches, mascarilla. Esta tarde anduve por Madrid, viendo cómo se derretía el asfalto. Y te llevé puesta por obediencia debida, como te llevaré siempre, para que no me pase lo de Bolsonaro. Ahora que por presión social he decidido prescindir de la corbata, que en mi pueblo llamaban “afogapitos”, “ahogapollos”, te tengo a ti, mascarilla mía. Y no sabes cómo se agradece llevarte puesta a 38 grados de Madrid. No te digo nada del placer que debes proporcionar en Córdoba, en Sevilla, en los lugares que han sobrepasado los 40.

ondacero.es

Madrid |

Eres el complemento ideal. ¿Quién dijo sauna, con lo cara que está? ¡Mascarilla! Ese calorcillo que complementa el calor del sol. Ese placer de sudar, que además te suda todo el cuerpo, y no solo la cara. Ese gozo de sentir que te derrites y pensar que de esta vez voy a perder las arrobas de grasa adosadas a la cintura y que tantas broncas inspiran a mi cardiólogo.

Y te descubierto a mi edad, vergüenza tenía que darme. Todos te hemos tenido que descubrir por el coronavirus y me doy cuenta de los veranos mal aprovechados por no tenerte. A ti, mascarilla que hoy usé, te conservaré como una reliquia. Y a lo mejor te pongo en la vitrina con un cartelito que diga: la mascarilla que me ayudó a descubrir el calor. La calor, que dirían en Andalucía, que Javier Caraballo nos ha descubierto a los del Norte que es cuando el calor cambia de sexo.

Y quiero felicitar por adelantado a todos los catalanes y catalanas, a los visitantes y visitantas de Cataluña, por si sale adelante la idea de su gobierno de obligar a llevarte puesta siempre, aunque no haya gente que obligue a la distancia de seguridad. Es decir, que si voy por un sendero del Ampurdá a las cuatro de la tarde y no haya nadie por el calor, tendré que llevarte puesta, que sabe Dios dónde estará escondido el virus, que antes andaba por el aliento y por las manos, ahora dicen que también anda por el aire y el mes que viene puede salir de las piedras.

Ahora entiendo por qué Pedro Sánchez se hace el longuis con la mesa de diálogo. Es que sabe de la obligación de usarte siempre, mascarilla, con el calor húmedo de Barcelona. No es por la autodeterminación, señor Torra. Es por la mascarilla. Se lo digo yo.